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En nuestra última entrevista con el señor Agustín Gómez García, se ocupó nuestro entrevistado en las represalias que el comercio de Punta Arenas podía tomar contra el norte del país; pero se abstuvo de publicarlas por ahora, estudiando el deficiente régimen aduanero actual.
«Nada explicará mejor, nos dijo el señor Gómez García, la razón de existencia o no de la aduana de Punta Arenas, que el documento siguiente, dirigido por el gobernador del Territorio de Magallanes al señor Ministro de Hacienda, que es el grito unánime de todo el Territorio:
«Evacuando el informe solicitado por US. En oficio número 1.448 de 28 de Noviembre último, acerca de los resultados que se hayan obtenido en la práctica, con la aduana de Punta Arenas, tengo el honor de informar a US. en la forma siguiente, que corresponde a las opiniones que verbalmente puse en conocimiento del Supremo Gobierno, durante mis anteriores estadías en la capital.
Con el fin de expresar mis ideas en forma clara y metódica, voy a dividir mi informe en tres partes, a saber:
1.º Aduana de Punta Arenas. — Rentas que produce. — Su eficacia para evitar el contrabando. — Situación que su establecimiento ha creado al comercio. — Carestía de la vida. — Porvenir comercial del Territorio de Magallanes en relación con el correspondiente comercio de la Patagonia argentina.
2.º Proyecto de contribución que compense las entradas aduaneras. — Inoportunidad de un impuesto a las lanas y carnes heladas. — Contribución territorial. — Entradas que produce al Fisco el arrendamiento de las tierras magallánicas.
3.º Conclusiones.
ADUANA DE PUNTA ARENAS
Desde la fundación de la Colonia de Magallanes se ha reconocido unánimemente por los gobernadores de este territorio y por el Gobierno de la República, que una de las fuentes de su desarrollo progresivo se debe al régimen de franquicias aduaneras. Sin embarco, y con el muy plausible motivo de abrir nuevos mercados a la agricultura e industrias del norte, el Supremo Gobierno fue autorizado por el Honorable Congreso Nacional, en la ley número 1.207, de 2 de Febrero de 1899, para establecer en Magallanes el régimen aduanero. Felizmente, hizo, entonces o después, una visita al Territorio el Excmo. señor don Federico Errázuriz Echaurren, y oyendo al comercio de Punta Arenas, dejó sin aplicación la ley citada, que facultaba al Presidente de la República para implantar la aduana en este puerto. Posteriormente, a fines de 1907, el Excmo. señor don Pedro Montt dio a entender, en una reunión que tuvo lugar en la Gobernación de Magallanes, que consideraba prematura la implantación de la aduana en Punta Arenas. Pasaron así algunos años hasta que el Supremo Gobierno, para abrir nuevos mercados a las industrias del norte del país, y también creyendo evitar el contrabando, dictó la ley actual, que creó la aduana en Punta Arenas, y que ha comenzado a funcionar desde el 14 de Abril de 1912.
RENTAS QUE LA ADUANA PRODUCE
Según el anexo número 1, correspondiente a la copia de un informe pedido a la administración de aduana de Punta Arenas, la aduana y tesorería unidas de Magallanes, han producido al Erario Nacional, las cantidades líquidas de trescientos cuarenta mil novecientos veinticuatro pesos cincuenta y un centavos ($340,924.51), moneda corriente, y setenta y dos mil ciento treinta pesos ($72,130.00) oro de l8d, en lo que va corrido del año en curso. Puede calcularse una entrada de quinientos mil pesos moneda corriente al año. Estas, sin duda alguna, no son despreciables, pero pueden obtenerse de otro modo, sin menoscabo del comercio de la región, y lo que es mucho más importante, sin poner en peligro la preponderancia comercial e industrial de Punta Arenas en la Patagonia, tanto chilena como argentina, preponderancia que la ciudad chilena irá perdiendo poco a poco, día por día, si se ponen trabas al comercio, mientras que nuestros vecinos le dan amplias facilidades y de todas clases.
EFICACIA DE LA ADUANA PARA EVITAR EL CONTRABANDO
Se ha pretendido suponer que con la creación de la aduana de Punta Arenas se evitará el contrabando que se hace para los puertos del norte de la República. Esta suposición, séame permitido decirlo, resulta sin base. Basta echar una mirada al mapa para comprender que evitar la introducción de mercadería de contrabando en Magallanes es del todo imposible. La parte limítrofe con la República Argentina, donde hay puertos argentinos francos cercanos, comprende una inmensa extensión de pampa con facilidades naturales y sin obstáculos de ninguna clase para introducir a Chile las mercaderías que se quieran.
Habría que establecer un cuerpo de guardas muy numeroso y muy bien rentado para evitar en parte el contrabando. Igual cosa cabe decir de las dilatadísimas costas del Estrecho. De lo expuesto se induce que el contrabando que antes era un hecho aislado, hoy se ha erigido en sistema, por cuanto actualmente, las mercaderías que van de Punta Arenas a los puertos del norte del país, van ya nacionalizadas, y por consiguiente, no deben, pagar derechos en aquellos puertos, mientras que con anterioridad a la aduana, esas mercaderías no se nacionalizaban por el hecho de pasar por Punta Arenas.
SITUACION QUE EL ESTABLECIMIENTO DE LA ADUANA HA CREADO AL COMERCIO
Aparte de que la aduana en Punta Arenas no puede evitar el contrabando, su prematuro establecimiento ha producido serios trastornos en el comercio. En primer lugar, la tramitación aduanera es muy larga y pesada y siendo Punta Arenas el puerto intermediario entre los proveedores de mercaderías y la Patagonia, tanto chilena como argentina, y teniendo, además, los comerciantes, puertos argentinos francos con fáciles comunicaciones para la Patagonia, se encuentran, naturalmente, cohibidos bajo el régimen aduanero, y principian a introducir mercaderías por los puertos francos argentinos de Río Gallegos, Santa Cruz, y aun, y en no pequeña escala, del puerto argentino de Ushuaia, en Tierra del Fuego. Esta situación tendrá con el tiempo que ahuyentar al comercio serio de la región chilena, porque este comercio que no contrabandea, no puede competir con el comerciante pequeño y sin ningún escrúpulo, que introduce paulatinamente su mercadería de contrabando por la inmensa pampa de la Patagonia, o por las dilatadas costas del Estrecho de Magallanes, donde un régimen seguro de vigilancia es imposible.
CARESTIA DE LA VIDA
Otro mal de carácter económico y de trascendencia social, que ha traído a Magallanes el régimen aduanero, es un alza repentina e ilimitada de los artículos de primera necesidad. Para comprender este daño es necesario haber vivido en esta región y conocer sus condiciones climatéricas. Se ha dicho, por muchos, que en Magallanes puede desarrollarse enormemente la industria de la lechería, y que pueden producirse legumbres y cereales de todas clases. Este hecho, o más bien dicho, estos hechos, no han sido corroborados por la experiencia, y la verdad es que el clima, pues nieve hay casi todo el invierno, y en el verano rara vez el termómetro alcanza a veinte grados centígrados, no permite el desarrollo de la agricultura intensiva en ninguna de sus manifestaciones, sino en forma muy reducida y costosa, razón por la cual nunca podrá haber leche fresca barata, y el impuesto de la leche condensada envuelve una verdadera iniquidad para las clases menesterosas. Tampoco se ha conseguido con la aduana abaratar los artículos que vienen del norte del país, ni introducirlos en mucho mayor escala, pues antes de la aduana, llegaban lo mismo sin estar expuestos a las engorrosas tramitaciones aduaneras, ni a estar varios días a la intemperie por llegar a una aduana, donde relativamente no hay patios ni galpones. En consecuencia, aún los artículos del País tienen que venderse en Punta Arenas mucho más caros que antes, debiendo advertir que el público prefiere generalmente los artículos extranjeros de toda índole, porque desgraciadamente nuestros productores no han aprendido aun a envasar debidamente sus productos, como tampoco a sostener la calidad de los mismos.
PORVENIR DEL COMERCIO DE MAGALLANES EN RELACION CON EL ARGENTINO
Pero como chileno, que aspiro al engrandecimiento de mi País, contemplo principalmente el problema aduanero en Magallanes, con relación a las consecuencias que puede traer en lo futuro la implantación de la aduana con respecto al desarrollo comercial de nuestros vecinos. Fácil es comprender que, dadas las enormes riquezas y gran extensión territorial de la República Argentina, le será muy fácil a esta nación, y tal vez dentro de poco tiempo, subsanar los inconvenientes de algunos de sus puertos de la Patagonia, que no permiten la entrada de vapores de gran calado, y entonces, bajo el régimen de franquicia aduanera, le será muy fácil quitar a Punta Arenas su hegemonía comercial de la Patagonia, hegemonía que, como ya lo he dicho, se va perdiendo, pues es sabido que a la región chilena de Ultima Esperanza se llevan mercaderías de Río Gallegos. También es público y notorio que varias sociedades comerciales, como la de Menéndez Behety, ha lanzado al comercio vapores con bandera argentina en vez de chilena, debido a la terminación del régimen franco. Me permito repetir, señor Ministro, que este es un punto del problema de la aduana en Magallanes, que merece ser estudiado muy ampliamente, y que recomiendo a su ilustrado talento como de gran trascendencia para el porvenir.
PROYECTO DE CONTRIBUCION QUE COMPENSE LAS ENTRADAS ADUANERAS
A pesar de todo lo dicho no puede negarse la necesidad que tiene un País, por razones de equidad, de hacer que todas las regiones de su territorio contribuyan al sostenimiento de las varias funciones y múltiples servicios del Estado. A fin de satisfacer esta necesidad se ha propuesto por algunos, dictar una ley que grave con derechos de exportación a las lanas, cueros y carnes heladas que se exportan de Magallanes. Este impuesto lo considero tan inoportuno como los que ya se han establecido de importación, por razones análogas. En efecto, la Argentina produce igualmente lanas, cueros y carnes heladas en regiones muy cercanas a las nuestras y a que a menudo se confunden bajo la propiedad del mismo dueño. También hay en los puertos vecinos argentinos establecimientos frigoríficos, y por lo tanto exportadores de lanas, cueros y carnes heladas. Por consiguiente, a los estancieros de la región chilena, para evitarse el pago del impuesto, les sería muy fácil transportar sus animales a sus estancias y a los establecimientos de la República vecina, matando así el desarrollo de los frigoríficos chilenos, y haciendo progresar, por el contrario, las graserías y frigoríficos argentinos. Además, un gravamen a la principal industria del Territorio de Magallanes, y podemos decir, su casi única fuente de riqueza, cual es la ganadería, lo considero muy peligroso porque, si vienen, como puede suceder, algunos años malos, se puede herir de muerte su progresivo desarrollo.
CONTRIBUCIÓN TERRITORIAL
Con el propósito de que el Territorio de Magallanes contribuya en forma en que no se menoscabe su progreso y su preponderancia comercial, y habiendo consultado muchas caracterizadas opiniones de los principales hombres de negocio y estancieros de Magallanes, me permito proponer al señor Ministro, que el Supremo Gobierno, para reemplazar la aduana de Punta Arenas, obtenga la aprobación de una ley en virtud de la cual se gravaría cada hectárea de terreno con un pequeño impuesto territorial, hasta alcanzar la suma de quinientos mil pesos anuales, que es más o menos la entrada anual que produce la aduana. Seria necesario establecer un buen servicio de resguardo y una oficina de estadística para controlar las operaciones de embarque y desembarque a fin de llevar la estadística comercial y evitar los contrabandos en el norte, los que creo se evitarían plenamente por medio de una ley que dispusiera que todas las mercaderías que se introdujeran en Punta Arenas procedentes del extranjero deban venir visadas de los puertos mayores del País.
Acompaño a US. un anexo número 2, correspondiente a un informe del ingeniero de la Oficina de Mensura de Tierras de Punta Arenas, en el cual puede estudiarse la situación territorial de Magallanes y las entradas que las tierras producen actualmente al Erario nacional, cantidades que, sin duda alguna pueden tomarse en cuenta como que las produce el Territorio de Magallanes.
CONCLUSIONES
1.º El régimen aduanero existente no es conveniente para el Territorio de Magallanes porque no produce una utilidad apreciable al Fisco; porque no evita el contrabando; porque hace peligrar el desarrollo comercial de Magallanes con grave peligro de que la Argentina absorba todo el comercio de la Patagonia y Tierra del Fuego, y porque su principal consecuencia ha sido la carestía de la vida, haciendo casi insostenible la situación del pueblo como también la de los empleados públicos. Con respecto, a la situación del pueblo, ella se ha dejado sentir últimamente, por repetidas huelgas, en que se pide aumento de salario, y a un cambio fijo.
2.º La situación privilegiada de Punta Arenas, como el primer puerto comercial de la Patagonia y de la región austral del Continente sudamericano, debe mantenerse a toda costa. Para ello es necesario que Punta Arenas, por ningún motivo pierda su carácter de puerto franco, hasta que nuestros vecinos, los argentinos, no pongan aduanas en sus puertos y no den a nuestro comercio las mismas facilidades que nosotros les damos a ellos.
3.º Por las razones expuestas, no deben gravarse las lanas, cueros y carnes heladas.
4.º La mejor fuente de entrada y que no dañaría al Territorio sería la producida por una equitativa y pequeña contribución territorial.
Por lo expuesto, creo, señor Ministro, haber evacuado el informe solicitado en su precitado oficio, informe que, si en partes es muy franco, no ha sido guiado por otro propósito que el de dar a conocer a US. la verdadera situación creada con el régimen aduanero.»
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«Agregar palabras al informe preinserto, nos dice el señor Gómez García, es ocioso: todo el mundo piensa de la misma manera en Magallanes, y los extraños que van allá y contemplan el problema aduanero en vigor, aconsejan represalias contra los agricultores del centro del País, por cuya intervención se impuso el gravamen aduanero.
«Las represalias aconsejadas para impedir el consumo de artículos del centro del País son una medida de batalla, fácil de ejercitarse, y que han rehuido los perjudicados, creyendo encontrar justicia en los Poderes Públicos.
«Bastaría que la Federación Obrera de Magallanes, la más perjudicada con la implantación de la aduana y que la compone cerca de cuatro mil asociados, patrocinara esta medida para que los productos chilenos fueran eliminados del consumo, como represalia al régimen odioso que representa hoy la aduana; pero tal cosa no sucederá, por cuanto el tino y discreción de los altos deberes públicos del Ministro de Hacienda le han permitido buscar la solución tranquila y racional del funcionamiento de la aduana y resguardo de Punta Arenas en concesiones justificadas y liberales amparadas por la misma ley, que están próximas a implantarse.
«Esperamos, terminó el señor Gómez García, ver convertidas en un éxito verdadero estas medidas para bien común de todos los chilenos, llámense consumidores de Magallanes o productores del centro del País.
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