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I
OBJETO DE ESTA PUBLICACION
Un compromiso ineludible, contraído en Punta Arenas con el diario El Magallanes, me ha permitido el agrado de dedicar, en la prensa y en la tribuna, algunas horas al estudio de los problemas de actualidad sobre aquellos territorios; otro compromiso posterior, sagrado como la amistad y representado por ella misma, me da también la feliz oportunidad de recoger mis impresiones en este folleto, como homenaje de mi admiración hacia Magallanes y a sus cultos hijos!
Pues bien, aquellos dos compromisos, tienen un origen común de engrandecimiento para aquellas regiones, por manera que son ellos elementos de holganza y de vida, o sea, mi congratulación y mi esperanza! Adelante!
El Magallanes del 28 de Febrero de este año decía en dos secciones diversas de la crónica de este día:
«Los problemas de Magallanes»
INTERESANTES ARTICULOS
«Accediendo a reiteradas solicitudes de nuestra parte,
el diputado por Santiago, señor Gómez García, ha consentido
en favorecernos con sus interesantes colaboraciones acerca de los problemas
que más de cerca se relacionan con Magallanes.
«Espíritu estudioso, de vastos conocimientos, industrial esforzado
y periodista de expresión fácil y convincente, no dudamos que
los artículos del señor Gómez García serán
leídos con agrado por nuestros lectores y han de constituir una excelente
propaganda para los intereses del territorio.
«Hoy empezamos la publicación del primero de dichos artículos.»
Pequeño ante tan benévola e inmerecida alabanza, inclino, humillado, la cerviz, para copiar este otro párrafo de otra sección de la misma crónica, que decía:
Don Agustín Gómez García
«El honorable diputado por Santiago, don Agustín Gómez García, que es nuestro huésped desde el lunes ultimo, se ha dedicado con encomiástico entusiasmo a visitar los distintos establecimientos industriales y comerciales de esta región.
«En su propósito de aprovechar íntegra su corta permanencia en esta ciudad y estudiar minuciosamente los distintos problemas que tienen alguna atingencia con el desarrollo y prosperidad de este Territorio, el señor Gómez García ha rehuido diversas manifestaciones sociales que se preparaban en su honor.
«Es este un digno y honroso ejemplo de verdadero espíritu de estudio y de trabajo.»
Ante esta nueva demostración pública de simpatía y de generosidad, escribí el primero de esos artículos, que será hoy la introducción de los siguientes, que fueron consignados en reportajes de El Mercurio y en una Conferencia en la Sociedad de Historia y Geografía.
Este artículo, publicado en El Magallanes, es el proemio de mi viaje y de este folleto. Dice así:
PREÁMBULO NECESARIO
A las veces no puede uno resistirse a las imposiciones del cariño o del interés público, y contra resoluciones inquebrantables tiene que doblegar la cabeza. Así me pasa: estoy subyugado!
He venido a Magallanes a hacer obra patriótica para mi fuero interno y para cumplir obligaciones de verdad y de progreso cívico como hombre público; para cuyo efecto, a fin de mantener independencia de criterio, he rehusado toda invitación de carácter festivo, creyendo se me ha de justificar y perdonar en tal resolución; porque de otra manera ante la magnitud del progreso actual de Magallanes, ante sus bellezas naturales y ante el porvenir soberbio que le espera a este rincón del mundo, donde se respiran, a pulmón abierto, las últimas caricias del terruño, caerían hechos pedazos mía anhelos de juzgar con independencia y de soñar con realidades para la solución chilena y verdadera de los dos grandes problemas que le interesan sobre todas las cosas a Magallanes: LA ADUANA Y LA SUBDIVISIÓN DE TIERRAS.
He aquí explicado mi retraimiento hacia las manifestaciones de comunidad de que se me ha querido hacer objeto, agradeciéndolas como recibidas; pero excusando la ocasión de una promesa banal, en fórmula de brindis, que agregaría, por ahora, un desengaño más sobre los justificados prejuicios de la indiferencia gubernativa y parlamentaria acerca de Magallanes!
Aquí se requieren hechos y se rehúsan palabras. Los banquetes calientan la mollera y arrebatarían el tiempo para estudiar las necesidades de este Territorio, hoy y mañana un gran baluarte de la grandeza de Chile, en cuya realización modelaré mis actos para consagrar las actividades de estos días.
Por eso, para llevar dentro del alma el recuerdo del cariño, de la distinción social y de las comodidades del hogar austral en Punta Arenas, basta con recibir las delicadas atenciones de una dama señorial de esta tierra o hacerse pensionista de una estancia, que llámese Cabo Negro o Cabo Blanco, representa la cultura, la simpatía y el talento de sus propietarios.
Por eso, al imponerse uno la obligación de evitar manifestaciones de carácter público, ha debido también rehusar las galantes columnas de la prensa, para conservar esa independencia que aquí la arrebata el afecto, la hombría y la delicadeza de una sociedad a la altura de la mayor exigencia europea.
Empero, no puedo hacerme más sonso con El Magallanes y, rompiendo mi silencio, accedo a la solicitación de escribir, al regresar al norte, algunos articulas de interés general y particular sobre Magallanes.
Dejaré, para su publicación aquí, los que me sean posibles escribir sin desestimar mi tiempo, como lo he dicho, que me es urgente y precioso para conocer a fondo el comercio, la industria y la minería de Magallanes, a fin de contribuir, con pleno convencimiento, a su desarrollo y progreso futuros.
Prometiendo consagrar mis energías y voluntad al servicio de este Territorio, creyendo así hacer obra patriótica y de adelantamiento, procuraré siempre corresponder al espíritu cultivado de su sociedad y a las energías de sus empresas, nítido espejo donde debe mirarse este pedazo de tierra austral, portada de la Patria, en cuyo libro se ha escrito con sangre la epopeya de nuestras glorias; pero aún no se ha esculpido en bronce las actividades y las privaciones de los héroes del trabajo que poblaron y engrandecieron a Magallanes, conquistando para la Patria el valioso Territorio de la Patagonia occidental, que, inevitablemente, habría sido suelo argentino sin los sufrimientos y el indomable empuje de sus primeros conquistadores, hoy los celosos guardianes de la grandeza y del porvenir de Magallanes.
A. GÓMEZ GARCÍA
Punta Arenas, Febrero 28 de 1914.
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En seguida El Magallanes enumera los quince artículos que prometí escribir, cuya publicación en forma de reportajes o conferencias contendrá las páginas de este folleto, impregnadas de amor y de verdad!
Confieso que, en medio del laberinto de labores que llenan mi vida, jamás pensé en reproducir aquellas impresiones, escritas al ligero correr de la pluma, pero minuciosas y justificadas en ocho días de incesante estudio.
Empero, las solicitaciones generosas y expansivas de las autoridades, del comercio y de la sociedad de Magallanes, representada por sus hombres de valer y de corazón, me han hecho recoger en un haz aquellas páginas sueltas del viaje de un chileno que ama a su País y a la región austral sobre todas las cosas!
Y heme aquí de publicista, como en otras felices horas en que consagraba a las bellas letras el tiempo que hoy dedico a la industria, al taller y al servicio público; penando porque luego vuelva a esas bellísimas ocupaciones, sin abandonar, por supuesto, estas que son la vida y el nervio bruto de las energías de la Patria.
Empiezo, pues, esta reproducción de artículos, tomados de El Mercurio en su mayor parte, declarando que ellos van, ante todo, dirigidos a los Poderes Públicos y a las hidalgas gentes de Magallanes, cuya congratulación ha sido mi verbo de escribir, y con cuya amistad abro estas páginas, que llegarán a los señores Rodolfo Stubenrauch, Juan B. Contardi, Juan Blanchard y demás amigos, como la expresión profética de una voz que alienta y anuncia para aquellas regiones las bendiciones de sus campos y los eternos parabienes del hogar!