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Historical Materials from Southern Patagonia
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Journey of a Chilean to Magallanes in 1914
Reports and speeches by Agustín Gómez García  [text in Spanish]
Chapter: 

XVI

(Discurso en 5 de Noviembre de 1913)

ADUANA DE MAGALLANES

El señor GÓMEZ GARCÍA. — Había preguntado al señor Secretario si el Gobierno había enviado a la Cámara el Mensaje de inclusión del proyecto que propone la supresión de la Aduana de Punta Arenas y me ha contestado que aun no ha llegado.

Yo siento que el señor Ministro de Hacienda no se haya preocupado bastante en este punto, que es de sumo interés para la zona austral de Chile.

Por lo que respecta a Punta Arenas y demás localidades del territorio de Magallanes, se pueden calcular en cinco o seis millones de pesos, — desde que se dictó la ley que impone derechos de Aduana a ese territorio, — las pérdidas de los beneficios comunes que nuestros compatriotas podrían haber sacado de las ventajas de la liberación de derechos de Aduana en aquel territorio, sin perjudicar a nadie.

Los señores diputados que fueron en comisión parlamentaria hace seis meses y que visitaron el territorio de Magallanes, se han impuesto de que Puerto Gallegos, Puerto Madrín y demás localidades argentinas de Magallanes, gozan por ser territorios libres, de una gran prosperidad, mientras que a su lado, Punta Arenas, que hasta ayer tenía una gran actividad comercial, está hoy en plena decadencia.

La ciudad de Punta Arenas y territorios vecinos están en la situación más aflictiva con motivo del cobro de derechos de Aduana, cuando a su lado, a corta distancia, las localidades argentinas gozan de las franquicias de puertos libres.

Esta situación, debo declararlo francamente, es una situación anómala, sobre la que debiera el Gobierno poner los ojos para remediarla inmediatamente, so pena de no cumplir con su deber.

Sobre la supresión hay estudios, tanto de la Comisión Parlamentaria como de la Aduana de Valparaíso, de modo que el extenderme más sobre esto sería inútil, y me limito a llamar la atención del señor Ministro, — que se impondrá de mis observaciones por la prensa, — para que se respeten los intereses de los habitantes del sur de Chile, que también merecen atención.

Creación de impuestos

El señor GÓMEZ GARCÍA. — Ahora voy a pasar a otro punto, que, a mi juicio, lo considero muy importante, y en el cual sólo me ocuparé pocos minutos.

Aunque por falta de Ministerio muy poco se puede hacer hoy día, me voy a referir a una moción que he presentado a la Honorable Cámara, relativa a la creación de un impuesto tributario, que, en verdad, no grava a nadie y que viene a salvar la situación aflictiva del magisterio del País.

Esta moción viene a solucionar dos grandes problemas de interés público; el primero es el que se relaciona con la libertad electoral, y nadie más que yo, cuyos actos han sido indebidamente tergiversados por móviles que no quiero recordar en este momento, está obligado a poner sus energías al servicio de la libertad electoral.

No importa que esta declaración provoque dolores en los que han usufructuado del fraude; yo trabajaré porque la realización de esta reforma se lleve a efecto en el menor tiempo posible. Ese es mi deber.

La moción a que me he referido, consulta la elevación del impuesto de capitación, establecido en la Ley de Municipalidades, a cinco pesos, a fin de que no pueda ejercitar sus derechos electorales el que previamente no lo haya pagado.

Establecido este impuesto, podremos salir de la situación de fraude en que todos los partidos, cual más cual menos, se encuentran colocados. Este impuesto, que dio en la antigua Roma los resultados que todos conocemos, hará desaparecer para siempre las comunas brujas, y evitará, como lo digo en el preámbulo de la moción, que llegue hasta producirse una revolución social en tiempo más o menos próximo, debido a la falsificación de los registros electorales.

En la comuna conservadora de San Miguel, los electores votan cien veces, y en la comuna liberal de Renca se hace igual falsificación para contrabalancear a la de San Miguel, tomando, para esto, los nombres de un almanaque.

Cuando haya que proceder nuevamente en Santiago a la elección de trece diputados y cuatro senadores, influirán poderosamente en esa elección los fraudes de las comunas mencionadas.

He citado como ejemplo estas dos comunas, porque en ellas se han producido anteriormente hechos de todos conocidos.

Debo declarar con franqueza que siempre me ha arrastrado la política, siempre me ha gustado, siempre la he hecho; pero dentro de la corrección y del derecho.

Este impuesto viene a salvar la situación a que puede ser arrastrado el poder electoral en lo futuro; porque el que pague los cinco pesos que indica mi proyecto, por ese solo hecho demuestra que se interesa por la cosa publica, y si otro los paga por él, en buena hora también, quiere decir que tenemos ciudadanos ávidos del bien social, que merecen el nombre de tales.

Con mi proyecto desaparecerán las mesas brujas, los votantes de los cementerios, en fin, las mil trampas, de las que yo mismo he sido la primera victima y otros los victimarios…!

*
* *

El otro punto que voy a tocar es también grave y me felicito de iniciar este debate.

En la Comisión de Instrucción Pública a que pertenezco, se ha estudiado bastante esta cuestión y se ha llegado a la conclusión de que un impuesto sobre los bienes muebles, sobre los valores mobiliarios de las sociedades colectivas, en comanditas o anónimas, que en la actualidad no pagan contribución y que deben pagarla, deben ser llevado pronto a la práctica.

Es necesario que ese impuesto se establezca pronto, en primer lugar, para que haya paridad en la situación de las sociedades extranjeras respecto de las nacionales y, en segundo lugar, porque sólo grava a los ricos, a los poderosos, a las manos muertas.

El artículo 34, de la Ley de Municipalidades, establece un impuesto que se debe pagar sobre los valores mobiliarios de todas las personas o sociedades que residan en el País.

Debido a esta disposición tenemos una situación verdaderamente irregular.

Y para sintetizar esta cuestión voy a dar números que permitirán, en líneas generales, formarse una idea de la cuestión.

Los valores mobiliarios que forman el capital de sociedades anónimas, en comanditas, colectivas o de partición industrial, ganadera o de otra naturaleza, establecidas en Chile, cuyos propietarios residen en el extranjero, no pagan contribución y estos valores representan más o menos estas cifras:

SOCIEDADES EXTRANJERAS

  Millones   Millones
Salitreras………………… £     30 ó sea $   750
Mineras………………… 5 »   » 75
Ganaderas, de tracción y varias 10 »   » 250
  --------   --------
Total……… £   45 ó sea $  1.075

SOCIEDADES NACIONALES

Salitreras………… $ 200.000,000
Mineras………… 288.000,000
Ganaderas……… 145.000,000
Industriales…… 260.000,000
Bancarias y varias 600.000,000
  -------------------
  $ 1.493.000,000
  -------------------
Totales ……….. $ 1.075.000,000
  1.493.000,000
  -------------------
  $ 2.568.000,000

Si agregamos quinientos millones de pesos que representan los bonos, tenemos un total de tres mil millones sesenta y ocho mil pesos de valores mobiliarios, sobre cuya suma quiero imponer una contribución para la edificación escolar, para la construcción de barrios obreros y para el levantamiento de un Cuartel en Punta Arenas cuya necesidad es su carencia y cuya carencia es nuestro mayor baldón!

La mayoría de estos enormes capitales de las sociedades extranjeras no pagan contribución mobiliaria en el País.

Debemos tener presente que cuando el Banco de Chile quiso establecerse en el extranjero, se le exigió que pagara una contribución sobre el capital que tenia en Chile, cosa que se hace en todos los Países del mundo. Sin embargo, aquí solo las sociedades nacionales pagan esta contribución mobiliaria, pero las sociedades extranjeras que poseen bienes raíces o muebles en nuestros territorios, no pagan, en su mayoría, la contribución correspondiente a estos valores.

Comprenderá la Honorable Cámara que es ésta irregularidad, digna de enmendarse.

En virtud de estas consideraciones, estimo que debe gravarse también a las sociedades extranjeras con este impuesto mobiliario de dos y medio por mil, gravamen que produciría, agregado al impuesto de capitación, la cantidad de más o menos, diez millones de pesos que podríamos destinar preferentemente al fomento de la instrucción, mejorando la situación del magisterio, que se encuentra en la actualidad pobre y desvalido.

Se podría, pues dedicar de preferencia esta nueva renta al aumento de los sueldos del magisterio, ya se trate de los servidores de la instrucción primaria, de la secundaria o especial; en segundo lugar, al fomento de la edificación escolar, y un tercer lugar a la construcción de habitaciones para obreros y del Cuartel a que me he referido.

En realidad, señor Presidente, hoy día no percibimos este tributo, y si se establece, a nadie perjudicará; puesto que sobre un bono de mil pesos, un dos y medio por mil para la instrucción pública del País, es una imposición saludable y patriótica.

Tenemos, pues aquí, señor Presidente, dos fuentes de entradas, sobre las cuales el Ministro de Hacienda debe poner su atención, a fin de que cuanto antes, adopte el Gobierno las medidas más activas sobre el particular, llevándolas a la práctica, en la inteligencia de que la adopción de estas medidas, producirá al Estado una nueva fuente de entradas real y efectiva con que se podrían aumentar los sueldos del magisterio, hoy día que los preceptores ganan la miseria de ciento cincuenta pesos, razón por la cual comprenderá la Honorable Cámara — dada la carestía de la vida porque atravesamos — que no tengan estos servidores de la Nación lo suficiente para comprar dos pares de zapatos.

Esta situación y otras que no quiero pintar, porque están en conocimiento de mis honorables colegas, y que tienden a una gravedad extrema, son las que me han movido a presentar la moción a que me he referido, y le ruego a la Comisión que debe estudiarla, ya que todos los proyectos de impuesto están incluidos en la convocatoria, que tengan a bien informarla cuanto antes.

Este proyecto podría ser despachado en un cuarto de hora de buena voluntad, porque es de buena voluntad, porque es de evidente utilidad pública.

¡Ojalá lo sea!

(Discurso en 1º de Julio de 1913)

Industria maderera

El señor GÓMEZ GARCÍA. — Ausente del País primero y enfermo después, solamente por la prensa diaria me he dado cuenta de la discusión acerca del proyecto maderero, que fue presentado sobre la firma de cincuenta y siete Diputados, y de los cuales, al decir de los impugnadores del proyecto, muchos han pensado de otra manera después, en atención a los argumentos expuestos en la misma prensa.

Mi deseo íntimo era, señor Presidente, no tomar parte alguna en las discusiones de esta Cámara, en el presente periodo, porque la experiencia recogida prácticamente en los años de vida parlamentaria que llevo, me enseña que poco útil puede hacerse en el seno del Parlamento, dadas las ansias de exhibicionismo oratorio y universal preparación que, entrando a esta Sala, se desarrolla en ciertos espíritus, amparados en un Reglamento que es un obstáculo permanente para el despacho de los proyectos de utilidad y progreso públicos.

El martirio perpetuo de los que tienen realmente preparación y vienen con el ánimo preconcebido de servir a su País desde esta tribuna, se encuentra, pues, al entrar a esta Sala, coartado por la valla insalvable de una profusión de habladores o de oradores, por ser y no ser, amparados en un Reglamento que todo lo permite, hasta la obstrucción; de manera que me explico perfectamente el gran desaliento que expresaba el honorable Diputado por Valparaíso, señor Frigolett, en la sesión del sábado, cuando decía: «Yo no voy a formular ninguna indicación, porque considero perdida, por la campaña de cierta prensa, la causa de los madereros de la Frontera...»

Obraba, señor Presidente, en el ánimo caballeresco, pero herido, del honorable Diputado por Valparaíso, a cuyo afecto no me liga ningún vínculo, obraba la presión de la calumnia, de la vil calumnia, de los que hacen su negocio con la madera importada, que habían impreso en letras de molde, que el honorable Diputado sería favorecido en sus intereses personales con el impuesto a la madera extranjera.

La puñalada moral y aleve, que encona más la herida, por la espalda, deja sus huellas, indudablemente, en los espíritus poco fogueados, y destroza muchas ilusiones sagradas y respetables del hogar tranquilo, a donde no debían llegar las pasiones políticas, violentas e intemperantes... ; pero estamos, señor Presidente, en el período de la mistificación y del improperio, y los que hemos venido a esta Sala somos y hemos de ser, — si un rasgo de carácter domina nuestra actuación pública, — juguete de la calumnia y de la envidia, que sólo la acción del tiempo y de un bien obrar inalterable, destruyen y aniquilan, para presentar a cada cual con lo que tiene y hacerlo digno de lo que es capaz.

La justicia es tardía, pero ella al fin se abre paso entre la vocinglería vulgar y la cobardía anónima, para dar su propia personalidad de humanismo, de progreso, de cultura y de preparación, a los que de estas facultades forman un símbolo para servir a su Patria!

Aquí, señor Presidente, nos conocemos todos, por ser un pueblo pequeño y de una sociabilidad reducida; de manera que sabemos bien quien es buen abogado y capaz de recibir un pleito, grande o pequeño, sin influenciarlo la oferta de la contraria; quién es un buen comerciante o un buen industrial; quién vive y es capaz de consagrar para la vida sus influencias tras de piltrafas vergonzantes, y quién no; por manera que la calumnia, velada o pública, no enloda ante los buenos la honradez del que la tiene y la merece. ¡Rasgos de psicología experimental, no alterado ni alterable, es aquel de que el bueno no piensa jamás mal del malo; al revés de que el malvado, por educación o idiosincrasia, se siente bien en su medio ambiente de pensar mal o de hacer el mal!

Y estas reflexiones me han venido al leer que la villanía anónima quería herir a uno de los representantes de Valparaíso, industrial y comerciante, modesto y preparado, en cuya alma residen, como en urna de oro, grandes virtudes ciudadanas, a donde no puede alcanzar la calumnia.

Y estas reflexiones han brotado espontáneas de mi alma; porque nadie más que yo ha sentido de cerca la vileza política de la calumnia anónima, llevada hasta el centro de mis actividades y de mí fortuna, para despojarme de la primera y querer arrebatarme la segunda. Felizmente era inexpugnable para la canalla!

Para estos casos, honorables Diputados, está el carácter, el carácter sublevado contra la podredumbre y contra las miserias humanas.

Hecha esta digresión, yo anhelo secundar el problema maderero, y ruego al honorable Presidente quiera hacer agregar mi nombre al proyecto de los 57; porque, como lo voy a probar, en su oportunidad, no hay objeción alguna, de ninguna clase, que no pueda destruirse en este importantísimo asunto de la protección a la industria maderera.

Lo conozco a fondo, y por eso, por un interés supremo para el progreso patrio, lo defendería aun teniendo valioso interés personal en el impuesto; porque Honorable Cámara, sobre el interés privado de un modesto ciudadano, está el interés público, la riqueza pública y la salvación del porvenir de Chile, y esto es y esto significa este problema económico nacional.

Tengo la pretensión de querer demostrarlo y de hacerlo comprender así ante mis honorables colegas, con muy pocas observaciones; pero, ante todo, me será permitido manifestar, para los escrupulosos, que no tengo personalmente interés alguno en la actualidad en negocios de maderas en el País; de modo que no busco, como nunca ha buscado el que se forma solo y se levanta solo, granjerías tras la pantalla del interés público, aunque es bien cierto que no hay ningún interés privado, que no sea malsano, que no se roce y confunda con el interés público. Los idiotas y los gestores administrativos son los únicos que, o tienen un nulo interés en la cosa pública, o tiene un interés que pugna con el interés nacional: los que trabajan la tierra, los que cultivan la viña, los que levantan en sus fábricas chimeneas que se pierden en las nubes, los que explotan nuestras minas, los que pescan en nuestros mares, los que cortan nuestros bosques, los que edifican o compran nuestras chozas o palacios, son copartícipes de la comunidad que la compone el interés público unido al bien entendido interés particular.

Y estos dos intereses se armonizan de consuno, Honorable Cámara, en el proyecto de protección a la industria maderera.

Vamos a verlo, prescindiendo, en general, de los argumentos hasta aquí hechos por los diversos Diputados que han tratado sobre la materia.

La impugnación del proyecto hecha por dos o tres importadores de pino oregón, disfrazados en distinta forma ante la prensa, se puede resumir en estas observaciones de fondo y forma:

1.ª Objeción. — Los importadores que mueven influencias para impedir el proyecto, se ven perjudicados en sus intereses, y este perjuicio es irreparable.

2.ª Objeción. — El monopolio de la madera de la frontera se obtiene mediante el sacrificio del resto del País, sobre todo de la edificación obrera.

3.ª Objeción. — Los más perjudicados serian los salitreros, por falta de fletes.

4.ª Objeción. — El golpe de gracia: el pino es irreemplazable.

Las cuatro objeciones anteriores encierran toda la defensa de los importadores de pino y se resuelven:

Primera respuesta. — Tienen toda la razón los dos o tres importadores de pino al oponerse a este proyecto; porque se le cercena, con aviesa mano, su negocio establecido al amparo del libre comercio garantido por nuestra Constitución, y es irritante e injusto notificarlos de la noche a la mañana; por lo cual se hace necesario que la ley principie a regir seis meses o un año después de su promulgación; lo que, en mi concepto, debe aceptarse, y así queda resuelta satisfactoriamente la objeción.

Segunda respuesta. — No existe monopolio, no podrá existir y, por eso, el resto del País, desde Ñuble al norte, no tendrá ningún sacrificio que soportar, sino beneficios de consideración social incalculables, tanto para las clases ricas como para el proletariado.

Hoy día tenemos de trescientas mil a cuatrocientas mil hectáreas dedicadas a la agricultura en general, incluyendo la intensiva; y por eso la vida de las tres cuartas partes del País, que no son agricultores, es insoportable; pues compran el saco de papas a veinte pesos; el saco de porotos a treinta y el kilo de carne sobre un peso.

Favorezcamos, señores Diputados, a la industria maderera y veremos que antes de diez años la superficie agropecuaria sube de tres millones de hectáreas que producen buen rendimiento en un terreno más barato que en la zona central, que no necesita otro riego que el rocío y la lluvia del cielo. Entonces seremos País exportador de cereales y la vida se habrá abaratado para los obreros, por cuya edificación cara vienen ahora a suspirar estos filántropos de última hora.

Hablemos claro: aquí está el tropiezo de este proyecto salvador para la grandeza de Chile: creen los dos o tres importadores de pino que los agricultores del centro van a mirar por sus mezquinos intereses del momento antes que por definitivos y permanentes intereses de la Patria. Los importadores tienen derecho de defenderse, y debemos ampararlos. ¡Grandísimo error el juzgar tan mal a los agricultores; porque este problema, considerado económicamente y como reserva de nuestra grandeza futura, no admite discusión y ayuda a la propia agricultura.

Imaginémonos, por un momento, que la química que anda en un minuto por los siglos, descubriera en el día de mañana el empleo económico de la inmensa cantidad de fuerza que hoy se necesita para la fabricación del salitre artificial ¿qué sería de nuestro País si no estuviéramos preparados para labrar la tierra, para la industria, para la ganadería que sólo en el sur se deben de criar?

Yo no veo lejano el día en que venga una crisis del salitre y como chileno y como patriota la deseo, pero que nos encuentre preparados para sustituir una renta por otra; una riqueza eventual por otra fija y estable, como es la riqueza que nace del suelo cultivado, y que nos permitiría exportar quinientos o mil millones de pesos en celulosa, en metileno, en acetato, en acetona, en creosota, en formalina, en lino, en aceites, en anilinas, en azúcar de betarraga y en cien otros productos que el sur de Chile, la reserva de su porvenir augusto, tiene escondido para que el crédito del País no sufra y sus hijos vivan más holgados y felices, extrayendo de la tierra y de los bosques el oro que queda en el País y que no se lleva casi en su totalidad, como hoy, el salitrero extraño para enriquecer otro País, que no es el nuestro!

Me adelanto a otra observación, la de que no se produce la celulosa con los árboles chilenos. Se produce inmejorable.

Sí, señores Diputados, las maderas producen los productos más nobles del mundo con mercado universal, y tenemos veinte millones de hectáreas de bosques, de las cuales sólo tres asigno a los cultivos agropecuarios, a fin de replantar, en las demás, los bosques en lugar de quemarlos para dedicar a la agricultura esta mínima área forestal, que es hoy una rémora del progreso por falta de protección, por el exceso de protección a la madera extranjera!

Me voy a permitir enviar a algunos señores diputados este número de La Ilustración Francesa, para que vean lo que es un bosque explotado como papel, y para que se noten qué riquezas representa la explotación diaria de cincuenta hectáreas por día, noventa mil por año.

Como ven mis honorables colegas, El Times y sesenta publicaciones más de Londres compraron en Terranova cinco mil kilómetros de bosques, invirtieron treinta millones de francos y han conseguido abaratar la materia prima, a fin de no depender de ajeno mercado para su papel de imprenta.

Y para que note la Cámara que la industria de la celulosa devasta el bosque, voy a darle la estadística mundial del consumo, a fin de demostrar la riqueza de nuestra foresta.

En efecto, en 1912, se han consumido seis millones quinientas ochenta mil toneladas de celulosa, o sea, que se emplearon dos mil millones treinta y cuatro mil quinientos veinte pies cúbicos de madera.

Imaginemos que entre estos Ministros jóvenes de tanto aliento, que allí hoy se sientan, naciera la santa idea de nombrar una comisión de madereros que seleccionara en la frontera unos diez o quince millones de pesos de maderas, de esa que está a la intemperie, que le dieran un acarreo fácil por ferrocarril y embarcaciones para llevar esta madera a Argentina, al Uruguay, a Bolivia.

Imaginemos tan bello ideal ¿Qué pasaría?

Me dice en este momento el honorable señor Rodríguez que en la Argentina no tienen entrada nuestra madera.

Es un error.

En el mercado argentino no hay prohibición para la entrada de las maderas chilenas, racionalmente explotadas.

En 1905 yo celebré un contrato para la venta de la madera que quisiera llevar a ese mercado; pero no iba a engañar con mercadería podrida o mala.

Lo que hay es que, en ocasiones, de aquí se han mandado maderas de mala clase, o más bien dicho de una clase inapropiada para aquel clima: se ha engañado!

Así yo he visto que estacones que se han descargado en Buenos Aires, al día siguiente del desembarque estaban partidos porque no se les había preparado en buenas condiciones; pero si en vez de mandar esos estacones, se hubiera enviado de aquí madera de ciprés o luma, convenientemente preparada, esta madera no se habría partido como la otra.

Pero, volviendo al punto principal, imaginemos realizado el fenómeno de vender diez a quince millones de pesos, e inyectado en la Frontera un capital efectivo de estos diez o quince millones, ¿qué pasaría? preguntaba antes. Es incalculable el beneficio. ¿Y acaso no es justo, no es patriótico hacer una cosa parecida cuando durante veinte años hemos mirado impasibles a los madereros de la frontera año a año, viéndoles desaparecer su capital por la acción del tiempo, sin tener carros en que acarrear su madera, fruto de sus economías y de esfuerzos sobrehumanos? ¿A dónde iría el progreso de este otro Chile con este capital invertido?

Volviendo a otros aspectos de la respuesta de la segunda objeción, no debo dejar de reconocer que en los primeros momentos el precio de la madera subirá; pero luego el planteamiento de nuevos aserraderos establecidos al amparo de esta ley salvadora nivelará su precio alrededor del actual, y acaso más bajo; por cuanto van a entrar en competencia legitima, de chileno a chileno, la frontera y las provincias de Valdivia, Llanquihue y Chiloé, cuyas maderas para durmientes como para obras nada dejan que desear, siendo explotadas en su oportunidad, y lo cual me consta por tener, desde antiguo, certificados de resistencia, elasticidad y duración de la Universidad de Chile, de la Dirección General de Ferrocarriles y de Obras Públicas, etc. El monopolio no podrá existir.

Tercera respuesta: los más perjudicados serian los salitreros por falta de fletes, No, señor Presidente, y siento que gentes que por su situación debieran conocer este problema en las reparticiones públicas, lo ignoren, para inducir a error, y no pretendo abordar de lleno este tópico, porque quiero abreviar y para ello bastará referirme a un editorial de Las Ultimas Noticias del sábado 28, donde se dilucida esta objeción con claridad cristiana para el autor de aquella objeción, un empleado del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Haré, no obstante, una observación nueva y ella es que hasta hace dos años las salitreras consumían carbón que no venia de Estados Unidos, y hoy día consumen en un setenta y cinco por ciento petróleo que viene de Estados Unidos. Además, los buques de Valdivia, Llanquihue y Chiloé tienen que llevar maderas para ser retornados con sal y guano del norte, y esto favorece a los salitreros.

El problema del consumo del petróleo de los Estados Unidos sí que es un gravísimo problema para la consideración pública de los fletes del salitre europeo; pero también está en manos del Gobierno y de nosotros enmendarlo con la creación de la Marina Mercante Nacional y el envío directo del salitre en estas naves nacionales, para ser consumido, sin intermediarios, en el mundo entero, único medio de salvar y levantar esta industria.

Con que garanticemos un capital dado, sin necesidad de empréstito, tendremos naves que lleven al tope la bandera de la República, con salitres y maderas para el mundo entero!

Cuarta respuesta: el golpe de gracia: el pino es irreemplazable. Señor presidente: No puedo ni debo hacerles a los importadores la ofensa de que discuten de mala fe y prefiero titularlos en el número de los errados sin malicia.

En veinte artículos de prensa se ha probado que durante cuatro siglos se ha construido con nuestra madera nacional, como prueba experimental de su uso y duración. ¿Habrá más que agregar?

Si, señor presidente, y lo mejor! El pino oregón es una conífera inferior a las otras coníferas, e infinitamente inferior a la superior de las coníferas, a la Fitzroya patagónica y muy inferior aún al Libocedrus chilensis y Libocedrus Terragona.

El pino, pues, es reemplazable con una superioridad indiscutible, por el alerce, por el ciprés, por la araucaria y el mañío, maderas todas clasificadas entre las coníferas del País, y desde luego, lo aventaja el raulí, el lingue y el roble bien elaborados.

La araucaria, prácticamente, no podrá reemplazarla hoy; pero, en cambio, el alerce que se encuentra en cantidades incalculables y cuyos bosques en estos momentos se están cortando para entregarlos al mercado en la forma en que se trae el pino, vendrá a reemplazarlo con la ventaja de que es diez, veinte, cien veces mejor conífera, en todo sentido, que el pino, y la mejor conífera del mundo considerada en su duración, que no se pudre jamás.

Se me podrá hacer una observación: ¿y dónde están estas montañas de alerce? Cerca de la playa, en territorios que los chilenos no conocen y los mapas declaran — para vergüenza nuestra — regiones inexploradas…!

Efectivamente, voy a mostrarles a los señores Diputados un mapa de Chile donde, con tinta roja, como para significar el sonrojo de nuestra incuria y nuestra vergüenza, se señala en caracteres impresos este signo de ignominia: inexplorado.

Enhorabuena, sea esta vergüenza el punto inicial de nuestra corrección, y al efecto, me permitiría someter al Ministro la idea de consignar en el presupuesto una partida para explorar el suelo de la Patria, que piadosamente nos dejó el arbitraje de 1902.

Los que han recorrido esas montañas afirman, y yo lo he visto, que hay árboles desde treinta hasta sesenta metros de altura, y de un diámetro de dos, tres y cuatro metros; dimensiones y calidad suficientes para reemplazar al pino. Y por eso el capital que busca colocación remunerativa está ya en Chile, teniendo el Diputado que habla la honrosa comisión de partir en dos días más al sur, para informar sobre una negociación maderera que traerá millones de pesos al País!

En conclusión, señor presidente, juzgo que este proyecto debe merecer la piedad de la Cámara, porque una industria que es susceptible de abastecernos y enriquecernos con su exportación debe ser protegida!

Un ramo de explotación netamente nacional que tiene invertido más de cien millones de pesos, debe ser amparado!

Un proyecto sobre una región que se extiende desde el Ñuble hasta Magallanes, con quinientos mil habitantes, debe merecer los honores de la distinción y todo el celo discreto y bien inspirado de la Mesa para darle una colocación de preferencia en la tabla ordinaria de acuerdo con los comités de los partidos, insinuación que recomiendo al alto patriotismo del presidente de la Cámara, porque, en mi sentir, este proyecto labrará la felicidad y el engrandecimiento de la República!

El señor Balmaceda (presidente). — Tendría mucho gusto en complacer a Su Señoría: pero Su Señoría sabe que es la Cámara la que acuerda y modifica la tabla de las sesiones.

El señor GÓMEZ GARCÍA. — Me he dirigido a Su Señoría para que con su valimiento e influjo pueda obtener de los comités de los partidos que se pongan de acuerdo respecto de la forma definitiva en que podría ser aprobado este proyecto.

Por esta razón, no hago indicación para pedir una sesión especial, en la mañana o en la tarde, ya que este temperamento a nada nos conduciría y perderíamos el tiempo; me limito a invocar los sentimientos de benevolencia y patriotismo de los honorables Diputados y del señor Presidente para que, conversando, poniendo en contacto a los comités, se procure dar a este proyecto un lugar preferente en la tabla, y así, despachado, lleve la riqueza a la Frontera y aumente la producción maderera del País, siguiendo el brillante ejemplo de Magallanes, que exporta noble madera chilena a los puertos del Atlántico argentino, como ejemplo del esfuerzo bien regularizado de aquellos industriales animosos y valientes!

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