Eberhardt | << = = | Los Antiguos Pobladores del Territorio Don Herbert S. Felton |
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Este esforzado "pioneer" de la Patagonia llegó por primera vez a estas playas en el año 1886. Espíritu inquieto, laborioso e inteligente, con la visión clara del porvenir de esas regiones, sin amedrentarse por la inclemencia del clima y la desolación que lo rodeara, instaló su primera estancia formada por una reducida carpa reforzada con fragmentos de tosca, algunas provisiones y materiales y 800 ovejas que condujera la goleta "Rippling Wave" desde las Islas Malvinas.
Poco tiempo después, la nostalgia de su hogar, dejado allá en Puerto Stanley, lo atrae con fuerza irresistible: abandona momentáneamente sus labores, deja al cuidado de un peón sus intereses y vuelve a la isla en busca de los suyos, realiza la venta de sus propiedades y se embarca de regreso en el otoño de 1887 para instalarse definitivamente. Llega con su esposa y una hijita de pocos meses a Punta Arenas, en un vapor de la línea "Kosmos" y como desde allí no existía otro medio de transporte que el caballo, adquieren los necesarios, se proveen de víveres y una carpa, y se lanzan valerosos por caminos no trazados, sin preocuparse de las dificultades que debían vencer para llegar al término de la jornada que era "Chimen Aike", lugar donde habíase instalado un amigo suyo.
Iniciado el viaje en el mes de junio con una temperatura glacial y hallándose los campos en pésimo estado, la marcha fue lenta y penosa. El quinto día amaneció nevando con fuerza y así hubo de continuar el viaje, pues de no hacerlo se exponían a perder el rumbo, pues como hemos dicho, no existían caminos y mucho menos a1ambrados que sirvieran de guía. ¡Calcúlese los sufrimientos de esa heroica madre que en medio del fragor de la tempestad llevaba su hijita en brazos!
Después de diez horas de marcha en estas condiciones se llegó al fin deseado, cayendo en brazos de sus amigos de las Malvinas — el capitán Eberhardt y su esposa — quiénes con todo cariño les proporcionaron todo lo que pudieron necesitar.
La señora de Felton y su hijita, extenuadas por el cansancio y los sufrimientos del largo viaje enfermáronse y llegó a temerse por la vida de la niña, pero, felizmente los cuidados y asiduas atenciones de los esposos Eberhardt conjuraron el mal y en pocos días madre e hija, estuvieron restablecidas. Tranquilo ya el señor Felton, deja a su familia en casa de sus amigos y se dirige a "Otern Aike" en cuyas inmediaciones había obtenido una fracción de campo (actualmente pertenece a los señores Clark Hnos.)
Allí, sin más vivienda que una carpa se decide a pasar el resto del invierno, uno de los más rigurosos que se hayan registrado en la Patagonia, y acompañado por dos peones inicia la construcción de una casa de cuatro piezas que luego habita con su familia. Permanece allí tres años en cuyo intervalo obtiene un campo sobre la margen Norte del Río Gallegos al igual que el señor Eberhardt y en 1890 canjea el señor Felton el campo de la margen Sud con el que poseía el señor Eberhardt en la margen Norte, traslada su casa y galpones y principia la formación de la estancia "Kilik Aike Norte" donde el señor Felton entrega todas sus energías y todo el capital acumulado en el largo batallar, por el triunfo de sus ideales, a costa de perseverancia y sacrificios de toda especie.
En el verano de 1895 cuando ya perfilábase su bienestar, tiene la desgracia de quemársele el galpón de esquila con toda la lana recientemente cosechada, conjuntamente con los materiales destinados a la construcción de la nueva casa.
Pero este hecho no vulnera el temple de acero del señor Felton, quién redobla sus actividades con mayor ahínco y al fin triunfa.
El año 1900 un acontecimiento llena de alegría el hogar de los esposos, con el nacimiento de un nuevo vástago — Carlos Stanley Herbert — y en el siguiente año se inicia la construcción de la casa que sus descendientes ocupan en la actualidad.
Puede decirse, sin temor de ser desmentidos, que este establecimiento es uno de los mejores de la Patagonia; no existe en toda ella una quinta y jardín similar; crecen allí lozanos y vigorosos árboles y arbustos traídos de los E. U. de N. A., de Australia, Nueva Zelandia, Inglaterra y Buenos Aires. Para que ellos hayan podido arraigarse ha sido necesario poseer las condiciones excepcionales del señor Felton, y haberle dedicado años y años de intensa labor.
Desciende el señor Felton de una de las familias más antiguas de la parte de la Gran Bretaña que divide Inglaterra de Escocia. Su padre fue fundador del pueblo que lleva su nombre y con el grado de Capitán del Regimiento "Life Guards" fue enviado a las Islas Malvinas como jefe de las primeras tropas inglesas que llegaron a aquella isla.
Su esposa desciende del condado de Somerset (Inglaterra).
Si la obra del Sr. Felton resulta admirable, no lo es menos la de su esposa que abandonando las comodidades que le proporcionaron sus padres, se interna con su esposo en las desoladas pampas patagónicas, exponiendo la vida frecuentemente y soportando un sinnúmero de privaciones, llegando hasta tener que alimentarse con carne de guanaco y porotos.
Hoy, al pie de esos mismos árboles que ellos mismos plantaron, duermen el sueño eterno los esposos Felton, dejando para propios y extraños el recuerdo de una vida ejemplar en la que muchos debieran inspirarse.
Fuente: «La Patagonia Argentina», pp.128-129