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CAPITULO IV
LA SOCIEDAD COMPLETA SU ORGANIZACIÓN
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Instalados ya los elementos necesarios para los primeros trabajos en la Estancia
"Caleta Josefina", en Febrero de 1894 la Sociedad procedió
a contratar como Administrador de la misma a don Alejandro A. Cameron, cuyo
nombre se recuerda en la historia de la Sociedad como el de uno de sus más
eficientes colaboradores.
Era el señor Cameron un ciudadano neozelandés, de gran experiencia y sobresalientes condiciones para la tarea de que iba a encargarse. Desde la niñez había aprendido en su tierra natal todo lo relacionado con la crianza de los lanares y con las industrias que de ella derivan y, además, poseía recio carácter y práctico espíritu de organización.
Desde un comienzo debió la Sociedad tomar medidas de vigilancia para evitar las depredaciones de los indios Onas, que recorrían la comarca acompañados de sus perros salvajes, robando y matando los lanares. En los primeros años las pérdidas por este concepto subían de diez por ciento del total de las majadas.
Del peligro que los Onas representaban hablan con claridad los juicios vertidos por el naturalista Darwin, en su viaje con la expedición Fitz Roy, y por el Capitán Ramón Serrano Montaner en su libro "Derrotero del Estrecho de Magallanes", publicado en 1891, quienes subrayan la ferocidad de estas tribus.
Al mismo tiempo que se establecía la vigilancia indicada, la Sociedad prestó también ayuda a loables iniciativas destinadas a civilizar a los indígenas; y a tal efecto contribuyó en diversas oportunidades y formas a la obra de la Misión Salesiana, dirigida en aquel entonces por Monseñor Fagnano, apóstol de la civilización de los Onas, como también apoyó con sus elementos y recursos los esfuerzos que en el mismo sentido hacía la Patagonian Missionary Society.
Mientras tanto la explotación de "Caleta Josefina", bajo la dirección del señor Cameron, había ido normalizándose y haciéndose cada vez más sólida y provechosa.
Esto animó al Directorio de la Sociedad para iniciar la instalación de la segunda Estancia, que se denominó "San Sebastián", y cuya Administración se encomendó al señor Norman G. Wood.
La medida en cuestión fue muy discutida; y aún algunos años más tarde, hombres conocedores de la región magallánica, como el accionista señor Cruz Daniel Ramírez, criticaron esta iniciativa, demostrando así que en el propio seno de la Sociedad no todos compartían la fe y la resolución de los principales mentores y guías.
La nueva Estancia quedó formada por los terrenos comprendidos entre la Estancia "Caleta Josefina" y el límite fronterizo con la República Argentina.
En la formación de dicha Estancia se presentaron contratiempos y obstáculos que hicieron pensar en su similitud de destinos con "Caleta Josefina". También un naufragio estuvo vinculado a los orígenes de "San Sebastián".
La Administración había fletado la goleta "Julieta", con el objeto de transportar en ella los materiales requeridos para terminar las construcciones que eran necesarias en "San Sebastián", y una de esas violentas tempestades, tan comunes en la región, sorprendió al barco precisamente en la rada de la bahía de San Sebastián. Por muchos esfuerzos que se hicieron, la furia de los elementos pudo más que la energía de los tripulantes, y los embates de las olas dieron pronto cuenta de la embarcación, sepultándola en sus aguas con el valioso cargamento destinado a la Estancia.
Este nuevo golpe no desalentó a los hombres que administraban la Sociedad. Tenían ya la experiencia del desastre de la goleta "Express", que tanto afectó la instalación de la Estancia "Caleta Josefina". Sabían que la decisión y la constancia, el ánimo viril, en una palabra, podían más que los obstáculos de la naturaleza.
Fueron, pues, traídos nuevos elementos y al poco tiempo la Estancia "San Sebastián" iniciaba sus actividades con la primera dotación de animales y con los trabajos que después dieron tan espléndidos frutos.
Bajo el impulso y la dirección de sus organizadores, la Sociedad fue progresando, con el visible aumento de sus dotaciones de animales, con el crecimiento de su capital y con la obtención de los primeros beneficios.
En 30 de Junio de 1895, el capital social era solamente de $350.000, suscrito como ya se ha dicho por un pequeño grupo de accionistas. En 30 de Junio de 1896 el capital pagado alcanzaba ya a $587.500 y el balance de fines del año indicaba que los animales lanares, base de la explotación, sumaban más de 45.000 cabezas.
Por ese entonces, el peligro de las depredaciones de los indios iba disminuyendo, ya que, junto con la acción de las misiones, y en especial de la de Monseñor Fagnano, se sentía la obra de la autoridad chilena y de la argentina, las cuales apostaban fuerzas en el territorio.
El ritmo rápido de los trabajos hizo que en 1897 estuviesen terminadas las obras de instalación definitiva de las Estancias de "Caleta Josefina" y de "San Sebastián".
Hasta entonces la Sociedad había acostumbrado a sus accionistas a una Memoria anual, en la que se consignaban las cifras de existencias de animales y algunos datos globales de los gastos, todo lo cual servía para que los interesados pudiesen formarse una idea del crecimiento de la empresa.
No obstante, nada de ello era todavía un Balance propiamente tal, capaz de indicar utilidades, o sea de marcar el momento en que los accionistas podían recibir una compensación de su confianza y de su espíritu de sacrificio.
En el ejercicio cerrado al 30 de Junio de 1897, se hizo por vez primera un Balance de Ganancias y Pérdidas. Dicho Balance, después de señalar el crecimiento seguro de la Sociedad, comunicaba a los accionistas que se había obtenido la primera utilidad. "La ganancia neta", decía la Memoria, "llega a la cifra de $65.229.20, resultado visiblemente satisfactorio si se atiende a que una parte considerable de los animales fue comprada en moneda esterlina, cuando el cambio sobre Londres fluctuaba entre 12 y 13 peniques por peso. Es acertado tener presente, además, que en esa cuenta se imputa a Ganancias y Pérdidas todos los gastos ocurridos desde Septiembre de 1893 hasta el 30 de Junio de 1897, incluyendo gastos de instalación, transporte de animales a las Estancias y castigo de 10% sobre el costo de los utensilios de explotación, siendo el importe total la suma de $288.937.34".
El capital pagado ascendía en aquel momento a $712.500, y la existencia de animales, muy superior a la anotada en el Balance del año anterior, indicaba una dotación de cerca de 72.000 lanares.
Los accionistas recibieron, como ya se ha dicho, un primer dividendo de $20 por acción de un valor unitario de $500, después de cuatro años de iniciada la explotación del negocio.
Desde este momento, la Sociedad entra ya en el camino amplio y seguro de la prosperidad.
El Balance de 1898 acusa una existencia de 102.334 lanares, más 2.554 vacunos y 844 caballares. La ganancia líquida es mayor que la del año precedente, pues alcanza a $81.149.73, por lo cual se reparte a los accionistas un dividendo de $30 por acción.
La curva de ascenso no se detiene aquí. En 1899 la existencia o dotación de lanares es ya de 139.597, los vacunos suman 3.234, y los caballares son 997. La utilidad líquida del año comparada con la del anterior se triplica, pues llega a $255.724.03, en vista de lo cual se reparte a los accionistas un dividendo de $50 que alcanza a un 10% del valor nominal de cada acción.
Al año siguiente, en 1900, el Balance demuestra una existencia de 166.881 lanares, de 3.454 vacunos y de 1.155 caballares. El capital pagado que en el próximo Balance alcanzará el total del capital autorizado, es ya de $1.062.500. La utilidad líquida en el ejercicio llega a $312.378.99 y el dividendo que reciben los accionistas es de $75 por acción.
Al presentarse el Balance correspondiente al año 1901, la Sociedad se encuentra en plena madurez. El capital autorizado, fijado por el contrato social en $1.250.000, ha sido totalmente cubierto. Los animales lanares suman entonces 216.041, en tanto que los vacunos son 4.577 y los caballares 1.376. Sin embargo, la utilidad es bastante inferior a la registrada en el Balance del 30 de Junio de 1900, debido a la gran baja que experimentó el precio de la lana, la cual tuvo que ser vendida a 3½ peniques la libra.
La experiencia adquirida por la Sociedad, a lo largo de estos primeros años, ha demostrado las inmensas posibilidades del negocio. La explotación de las Estancias, hecha en forma inteligente y esforzada, indica que el horizonte es muy amplio y que lo realizado en "Caleta Josefina" y en "San Sebastián" puede extenderse a otros puntos de Tierra del Fuego.
Todo ello exige mayor capital. La previsión de los fundadores en el año 1893, estimada entonces ambiciosa al iniciar esta Sociedad con un capital de poco más de $1.000.000, ha demostrado ser justa, pero en todo caso inferior a las perspectivas y a la magnitud de la empresa.
El Directorio de la Sociedad lo declaró así al presentar el Balance de 30 de Junio de 1901. En esa época, conocido por los capitalistas del país y aún del extranjero el brillante desarrollo y el gran porvenir del negocio, empezó a demostrarse la confianza general en la facilidad con que se obtuvieron los sucesivos aumentos del capital social.
El primer proyecto de aumentar el capital y de reformar los Estatutos es llevado ante la Junta General Extraordinaria de Accionistas y en ella se aprueba capitalizar, desde luego, las reservas hechas en años anteriores y toda la utilidad obtenida en el Balance de ese año. De este modo se alcanza a un capital pagado de $1.625.000, autorizando además el aumento futuro de dicho capital hasta la suma de $5.000.000. El destino de esos capitales, como dirán los nuevos Estatutos será "con el objeto de comprar tierras, construir edificios, instalar máquinas o ejecutar otras obras necesarias a la explotación, aumentar las existencias de animales y capitalizar la multiplicación de éstos".
Dentro de las reformas indicadas, que señalan la preparación de la nueva etapa, se incluye la división de las acciones, transformando una acción primitiva de $500 pagados, en diez acciones de valor unitario da $50 pagado, cada una.
Esto dará, sin duda, más flexibilidad a la acción, para atraer mayor número de accionistas y obtener, así, rápidamente los grandes capitales que el negocio exige.
También el año 1901 señala la ampliación de las actividades de la Sociedad, con la instalación de una Grasería en la Estancia "Caleta Josefina", en el sitio denominado Río Mc Clelland.
Según se ha dicho, la explotación de las Estancias había alcanzado límites considerables y la Sociedad contaba con una apreciable dotación de animales, entre los cuales muchos dejaban de servir para la producción de lana, por lo que debían ser eliminados.
Desperdiciar esos animales era antieconómico y ya la Sociedad había estado considerando la necesidad de organizar dentro de la empresa otras actividades hacia las cuales derivar el excedente de lanares. La grasería ofrecía esta posibilidad, y la idea de industrializar dichos animales fue de inmediato acogida por la Sociedad.
En sesión de Directorio celebrada el 20 de Junio de 1901, se tomó el acuerdo correspondiente, el que se llevó a la práctica con toda celeridad.
La capacidad de la grasería permitió beneficiar e industrializar hasta 40.000 animales lanares, resultado que abría un nuevo horizonte a las florecientes actividades de la Sociedad.