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Biblioteca Patagónica

Tres capitanes de barcos loberos entrevistados en las islas Malvinas (1789-90)
Informe del virrey español con testimonios de los capitanes
 

Información recibida del virrey, Nicolás de Arredondo (1790)

El Virrey de Buenos Aires instruye con documentos de las arribadas que hicieron a la Isla de la Soledad de Malvinas la balandra inglesa, la Audaz, y la goleta americana, la Peregrina, en solicitud de auxilios; y de las noticias adquiridas con este motivo acerca de la existencia de la Nueva Irlanda, cuyo descubrimiento medita.


Excelentísimo Señor.

En oficio de 1º de julio de 1788, Nº 120, dio cuenta con documentos, mi inmediato Antecesor a esa vía reservada de haber arribado a Nuestra Isla de la Soledad de Malvinas, en 17 de mayo de '87, la balandra inglesa La Audaz [Audacious, Ed.], su capitán Juan Loveday, que habiendo salido de Londres con pasaporte del Almirantazgo en 17 de junio del año próximo pasado volvió a arribar a aquella isla la misma balandra, a causa de faltarle víveres y estarse yendo a pique por la mucha agua que hacía - y socorrida de ellos y recorrida en lo indispensable para navegar, salió al parecer para el Jeneyro [sic - Río de Janeiro, Ed.], dejando satisfecho el importe de todo en quince pipas de aceite de a siete y medio barriles.

Por la declaración que se le recibió al citado capitán de este buque, y de que incluyo copia, nº 1º, resulta que, sin embargo, de aquella amistosa reconvención que se le hizo el año de '87, sobre su ida a aquellos mares y costas, aun subsistió en ellos continuando su pesca, y esperando que el dueño le enviase, como habían contratado, los víveres necesarios para verificarlo (por cuya falta se había mantenido con su tripulación algunos meses de lenguas de lobos marinos) [Eran probablemente caracoles de mar, del género Trochus. Ed.], y que contestando la intimación que se le hizo con arreglo a las actuales órdenes para su separación de estos mares, alegó lo referido, ofreciendo dirigirse al Jeneyro [sic - Río de Janeiro, Ed.], y a regresar de allí a Londres.

Asimismo, consta las embarcaciones que encontró por estos mismos mares y haber arribado a hacer aguada en Puerto Egmon[t] dos inglesas que regresaban a Londres, desde Nueva Irlanda, a donde habían conducido familias, oficialidad y tropa, y desde la isla de Santa Elena algunos víveres, lo que confirma, en algún modo, las noticias tenidas por diversos conductos de la existencia de aquel establecimiento, y hacen más necesario los reconocimientos que medito para su descubrimiento en los términos de que doy cuenta a V.E., en Oficio Nº 4.

El día 7 de febrero último arribó a la misma Isla de la Soledad, la goleta americana, la Peregrina [Pilgrim, Ed.], su capitán Juan Palmer, que habiendo salido de Nueva Yorch [sic - York, Ed.] con pasaporte para la Isla de la Madera, se hizo a la vela de ella, con permiso del enviado por el Congreso de las Provincias Unidas [Estados Unidos, Ed.], para seguir viaje a las Islas de Cabo Verde, a las de Falklands (que son las Malvinas) y Cantón, según resulta de las dos adjuntas copias de dichos pasaportes, números 2 y 3.

Por las copias números 4 y 5 de las declaraciones recibidas a dicho capitán y su compañero Jorge Brigth [sic - George Bright, Ed.], que llegó en la misma goleta, y lo es del bergantín Bethoy [sic - Betsy, Ed.), que quedó en la isla de Falklands, resulta que el motivo de esta arribada fue el de pedir un ancla, respecto a no haberle quedado más de un anclote: que, cuando estuvo esta goleta en las citadas Islas de Cabo Verde, se hallaba en ellas otra embarcación que conducía doscientas mujeres para la isla de los Estados o Nueva Irlanda: que otra que arribó allí procedente del cabo de Buena Esperanza dio noticia de estarse padeciendo en la misma Nueva Irlanda, una gran escasez de víveres: que dos fragatas inglesas, la Southmton [sic - Southhampton, Ed.], y la Jackcal [sic - Jackal, Ed.], parece tenían orden de llevarse prisionero al comandante de nuestra Isla de la Soledad, si lo hallasen fuera de los límites de ella, por haber echado de Puerto Deseado, a una fragata y un bergantín de la misma nación; y, que advertido el capitán de una de estas fragatas, u otras igualmente inglesas de que no entrase en dicho puerto, por pertenecer a los dominios de España, respondió que nadie podía estorbarle entrar donde mejor le conviniese, y que si alguien lo intentase, obraría según las ordenes que traía.

Asimismo resulta que, aunque el capitán de dicha goleta, Juan Palmer, se hallaba enterado de ser estos mares y costas propias del dominio español, y le instruyó de ello por escrito, el Parlamento de Londres cuando era realista el mismo capitán, se manifestó ignorante de esta privativa pertenencia, su compañero Jorge Brigt [sic - Bright, Ed.], y por el contrario persuadido, por las continuas faenas de aceite que hacen los ingleses y colonos en aquellas islas, a que tenían igual derecho para frecuentarlas todas las naciones de Europa.

A ambos capitanes se les hizo la misma intimación que al referido de la balandra Audaz [Audacious, Ed.], para que se abstengan en lo sucesivo de frecuentar estos mares y costas, y habiendo ofrecido uno y otro no demorar su cumplimiento, como consta por notas en las mismas declaraciones, se les hizo salir con dicha goleta, en 17 del propio febrero. De todo lo cual doy cuenta a V.E., quedando dispuesto a hacer el reconocimiento de Nueva Irlanda, cuando lo permitan las circunstancias, hasta asegurarme de su existencia.

Dios guarde a V.E., m.s. a.s,. Buenos Aires
23 de Septiembre de 1790.

Excelentísimo Señor

Nicolás de Arredondo

Excelentísimo Señor Conde del Campo de Alange