von Heinz << = = Los Antiguos Pobladores del Territorio
Carlos Henstock
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Carlos HenstockEste hombre, verdadero gentleman, se radicó en la Patagonia en el año 1901, instalándose en las inmediaciones del Lago Argentino, al pie del cerro Comisión, sobre el río Centinela, con dos mil animales lanares en sociedad con un señor Young, quedando poco después como único propietario por la venta que de su parte le hizo el referido señor Young.

En el año 1907 el señor Henstock adquirió de don Remigio Ortiz un campo situado sobre el río Calafate y a orillas del Lago Argentino.

El señor Henstock no es precisamente uno de los más antiguos pobladores del territorio de Santa Cruz, pero es una de esas figuras interesantes que se destacan siempre en el conjunto de hombres fuertes y dispuestos a todos los esfuerzos imaginables. De origen anglo sajón, como lo atestigua su apellido, denota de inmediato un don de gentes poco común en los hombres que han pasado los mejores años de su vida en ruda lucha con los elementos. "Mis días más gratos, dice, cuando habla de su radicación en el Lago Argentino, fueron aquellos en que comencé a poblar esos campos, porque constataba que mis esfuerzos eran pródigamente premiados". "Es verdad, agrega, que en esa época sólo contaba con veinticuatro años de edad y que la vida azarosa que debía llevar, cuidando mis animalitos o persiguiendo y matando los leones que en número incontable acechaban mis descuidos para destruir el producto de mi trabajo, sólo representaban para mí uno de los tantos sports a que me había dedicado con anterioridad en mi país".

En 1908, el señor Henstock casó con la señorita Emilia Felton, argentina, hija de don Herbert S. Felton. De esa unión nacieron, en Río Gallegos, dos niños, Francisco y Carlos, que cuentan en la actualidad 13 y 9 años, respectivamente. Desde entonces el señor Henstock ha viajado mucho con su familia por diversas partes del mundo, pero nunca deja de pasar una larga temporada en la Patagonia, pues le tiene demasiado cariño para alejarse por mucho tiempo de ella.

Fuente: «La Patagonia Argentina», p.131