Un Matelot presentant a une Femme Patagonne un morceau de Biscuit pour son Enfant (Paris,1767) | Presenta un Marinero Inglés a la Muger de un Gigante Patagon un pedazo de bizcocho para su Niño (Madrid,1769) |
Desde que los primeros europeos atravesaron el Estrecho de Magallanes en 1520, se han recibido noticias sobre los altos y robustos habitantes de la costa atlántica sur y la parte nororiental del estrecho, actualmente denominados "Aónikenk". Las apreciaciones sobre su tamaño variaba, pero en general se decía que eran bastante más altos que los europeos, a veces, muchísimo más. El cronista de Hernando de Magallanes, Antonio Pigafetta describe lo siguiente: [Pinkerton, 1812, pp. 314, 316]
y, luego:
Narraciones como éstas fascinaron al público europeo, y muchos llegaron a creer en la existencia real de gigantes en la Patagonia. Después de todo, ya se conocían monstruos y gigantes literarios, desde los clásicos Goliat y Polifemo, hasta los más "modernos" como Gargantúa y Pantagruel, y los de Brobdingnag, que encontrara Gulliver en sus viajes. El catedrático Percy Adams en su concienzudo estudio del mito patagónico [Adams, 1962, capítulo 2], expone como en Gran Bretaña del siglo XVIII, esta fascinación fue utilizada para crear un sentimiento de "pasión por gigantes" y, provocó un engaño mayúsculo, irresponsable y para provecho de sus autores.
Con el aumento del número de viajes desde Europa, aumentó también la cantidad de narraciones sobre tierras extranjeras que se publicaban y que eran leídas por un público cada vez más alfabetizado. Una muestra es el recuento de un viaje alrededor del mundo (1766-1769) hecho por Bougainville (ver un extracto en este sitio). Dos años antes de esta circumnavegación francesa, Bougainville había fundado una colonia en las islas que llamó Malvinas, acompañado por el Abate Pernety, que era también un gran naturalista. Una vez de vuelta en Europa en 1764, el abate decidió publicar sus impresiones de viaje, describiendo e ilustrando lo que había visto. Esta tarea era de gran magnitud, y la publicación no se logró hasta 1769.
Mientras tanto, en el verano de 1766, la prensa londinense difundió unas sensacionales noticias: los gigantes patagónicos realmente existían. La evidencia emanaba de un informe anónimo de un oficial de la Marina británica, de regreso reciente de un viaje alrededor del mundo, en el barco "Dolphin", bajo el mando del Comodoro John Byron. El interés en el tema aumentó, y prontamente se publicó un libro de autor "anónimo". En su Prefacio dice claramente: [Anonymous, 1768, Prefacio, 2a página]
Ergo, las antiguas historias de gigantes patagónicos eran verdaderas. Para eliminar cualquier duda en la mente de los lectores la imaginativa ilustración de la portada (arriba) visualizaba la idea.
Estas afirmaciones causaron impacto internacional y, rápidamente, aparecieron traducciones del libro en París, Madrid y Florencia. Las opiniones, tanto científicas como populares, estaban divididas: algunos ridiculizaban la idea; mientras que otros, más crédulos, estaban convencidos. Sea como sea, el libro anónimo se vendió bien. Otras publicaciones sobre Patagonia también tuvieron buena acogida, entre ellas, la obra de Byron sobre el desastre del Wager (1741).
No es para sorprenderse que el abate Pernety haya prestado atención a todo esto; lo controvertido del tema, probablemente, lo llevó a agregar, a su propia obra, los informes de dos capitanes de Bougainville, (Duclos-Guyot y Giraudais). Era lo lógico: ambos capitanes habían estado, no hacía mucho (1766), en contacto con los patagones, y los habían tratado de cerca por varias semanas, mientras los franceses trabajaban en el estrecho de Magallanes recolectando madera para Malvinas. Es interesante notar que el abate nunca vio personalmente a los Aónikenk.
Patagones (Pernety, Berlín,1769) | Patagones (Pernety, Londres,1771) |
El abate Pernety parece convencido de la verdad de la reciente publicación inglesa de autor anónimo. En el Prefacio de su propio libro impreso en Berlín (1769), él citó la sección donde los hombres de Byron ven a los nativos por primera vez: [texto original]
Ils aperçurent sur le rivage, des hommes d'une taille prodigieuse … Leur grandeur est si extraordinaire, que même assis ils étaient encore presque aussi hauts que le Commodore debout … Leur taille moyenne parut être d'environ huit pieds, & la plus haut de neuf pieds & plus.
Además, el abate Pernety criticaba a aquéllos que, por vanidad u orgullo, no querían aceptar esta reciente evidencia de la existencia de los gigantes. Ahora otra ilustración se agregaba a sus esbozos científicos: la de una familia de gigantes patagónicos en presencia de un diminuto oficial en uniforme (arriba, izquierda).
Cuando Pernety explicaba la razón para incluir los relatos de los capitanes franceses, hacía hincapié en que sus relatos serían más exactos, puesto que ellos habían pasado más tiempo, que los ingleses, con los patagones. Sin embargo, la opinión a favor de la existencia de tamaños gigantes adoptada por Pernety, no se ve sustentada por los textos de los capitanes. Dos cortos ejemplos dicen:
La edición impresa en París (1770) del libro del Abate incluye la misma cita del libro Anónimo que había usado en la edición de Berlín (1769). Para agregarle "caché", esta vez se cuenta también el siguiente episodio que, según él dice no aparecía en la traducción al francés del libro Anónimo: [texto original]
Les femmes des Patagons caressèrent aussi le Commodore Byron; mais les politesses qu'elles lui firent essuyer, furent encore plus expressives; elles badinèrent, dit l'Historien Anglais, si sérieusement avec moi, que j'eus beaucoup de peine a m'en débarrasser.
El libro presenta una larga Introducción. Uno de los temas principales trata sobre el tamaño de los seres humanos en general, y el de los patagones, en particular. El autor parecía reconocer el derecho a disentir: [texto original]
Je ne cherche a en imposer a personne; je sais que la plupart des Voyageurs qui traversèrent le détroit de Magellan dans le dix-septième siècle, ne virent dans la Patagonie que des hommes d'une taille ordinaire; ils en conclurent alors que leurs prédécesseurs avaient été des fourbes ou des visionnaires; les Sceptiques s'empressèrent d'adopter une opinion qui les dispensait d'être crédules, & l'existence des Géants fut bientôt mise au rang des "mensonges imprimés".
No obstante, sus comentarios finales demuestran que aceptaba lo contenido en el informe inglés de la expedición de Byron: [texto original]
Un Géant sur-tout ne fut jamais un monstre; la taille du Patagon, plus élevée du double que la nôtre; le volume de son corps huit fois plus considérable, n'occasionnent aucun désordre dans son économie organique. Qu'un homme de dix pieds s'unisse a une femme de même taille, voilà un peuple, & la nature est justifiée.
La creencia ciega triunfaba sobre la razón: el autor simplemente no tomaba en cuenta la evidencia presencial de los capitanes franceses Duclos-Guyot and Giraudais.
La traducción al inglés del libro de Pernety, publicada en 1771, perpetuaba el mito al repetir la redacción de la versión de 1769. Además, incluía una nueva ilustración, aún más exagerada que la anterior. [Pernety, 1771, entre pp. 272-273]
La versión oficial del viaje de Byron fue publicada finalmente hacia 1773. Para ese entonces, emergía un panorama un poco más creíble: se moderó la idea de gigantismo, anteriormente promovida por ilustraciones como las aquí presentadas. Sin embargo, persistía la percepción de la altura fuera de lo común de los Aónikenk. Así tenemos: [texto original]
Altos, sí; pero no, gigantes. Era hora de achicar el mito y dejarlo de lado. Por más de un siglo, medidas posteriores de los Aónikenk arrojaron en promedio alturas de 6 piés (1.83m) para varones, y de 5½ piés (1.68m) para mujeres – planilla [Martinic, 1995, p. 41]
¿A qué se debió entonces la continuada exageración? Quizá fuera una combinación de factores sicológicos - vestimenta, preconceptos superstición o temor - añadido al menor tamaño de los europeos antiguos. Ahora que, lamentablemente, los Aónikenk están extinguidos, sólo podemos saber más con la ayuda de historiadores y arqueólogos.
En cuanto a la información contradictoria presentada en el libro del Abate Pernety, nunca sabremos bien: ¿fue su creencia en la existencia de gigantes más fuerte que los datos de primera mano que le fueron presentados?, o ¿somos testigos de una astuta técnica de mercadeo ya en el siglo XVIII, destinada a vender más libros? Decida el lector.
Duncan S. Campbell y Gladys Grace P.
Primera edición, julio 2012