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Biblioteca Patagónica

Expediciones francesas a las Malvinas y al Estrecho de Magallanes, 1764-1766
Personajes principales: Bougainville, Duclos-Guyot, Giraudais y Saint-Simon
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[Traducido del francés : se han agregado anotaciones para la edición web]

Extracto del Diario del Sr. de la Gyraudais, Comandante del Navío de Guerra del Rey "Estrella (Etoile)", yendo de las Islas Malvinas al Estrecho de Magallanes. [Pernety 1769, Tomo 2, pp. 689-704]

Desde el 28 al 29 de abril de 1766. Creo que hay más distancia entre las Islas Malvinas y la Tierra de los Patagones de lo que se indica en los mapas; porque el "Águila (Aigle)" se encontraba, en el viaje anterior, 18 leguas antes del navío, tanto yendo como viniendo del estrecho. Yo pienso que nosotros tendremos esta misma diferencia al tomar tierra, sin haber tenido diferencia desde mi salida, igual que el "Águila", que se encuentra en el mismo punto. Sondeamos varias veces; encontramos 60 brazas, fondo mezclado con un poco de coral blanco, y un pedernal, todo tallado: cosa extraordinaria. /•/ Vi muchas ballenas, disparamos un cañonazo hacia una, que estaba tan cerca del navío, que fue herida, y al sacudirse, salpicaba agua a bordo: después, vi entrañas[?] de ballenas, y una especie de alondras de mar más grandes que lo normal; también, pingüinos, zambullidores, petreles, gaviotas[?] y grandes patos salvajes. Latitud estimada: 51 == 3. Longitud 70 == 27.

/•/ ¿No sería que los tres barcos ingleses del Jefe de Escuadrón Byron, habían usado la misma ruta que el Sr. de la Gyraudais y que alguno de esos tres barcos hubiera dejado caer ese pedernal al mar? Este pedernal encontrado al fondo probaba al menos que el mar no estaba muy agitado.

Del 20 (de abril) al primero de mayo, vimos cormoranes[?], marca segura de que no se está a más de ocho leguas de tierra. La niebla nos impedía de ver más de una media legua; las corrientes nos parecían considerables, y el mar muy blanco, sonaba como [estar] en una balsa. El mar se encontraba cambiado a lo largo de ocho leguas, y más aún a la entrada del estrecho. A las diez, el tiempo despejó, vimos la tierra: distancia 4 leguas. Me encuentro a la avanzada del barco 22 leguas más al oeste y más al sur, 10 leguas 20 minutos. Lo que prueba, según mis observaciones anteriores, que los mapas no muestran suficiente distancia entre las Malvinas y el continente (la "tierra grande").

Del 3 al domingo 4, cambiado de dirección a un lugar de Tierra del Fuego; porque hemos encontrado de repente el mar diferente. Se sondeó y encontramos 28 brazas; fondo de rocas. Es de presumir una mayor profundidad a la distancia de dos cables adelante y a barlovento; pues, vemos el mar quebrarse en la superficie. Estábamos entonces a S 1/4 SO del Cabo Vírgenes. A las 4 horas y media, echamos ancla en una bahía que llamamos "Bahía de la Estrella", a las 14 brazas, fondo de arena fangosa negra. El mar llegaba a los seis piés.

De las 4 a las 5, como a las 4 de la tarde, vimos un fuego en la costa de los patagones. Después de habernos acercado, hemos visto siete hombres con sus caballos. No pudimos distinguir si estaban desnudos o vestidos. Cuando vieron que habíamos ido más allá de sus fogatas, nos siguieron a lo largo de la costa, montados a caballo y seguidos de sus perros. Notando que nosotros continuábamos con nuestra ruta, se pusieron a gritar, pero no pudimos entenderles. El viento y la marea nos eran favorables, perdimos de vista a los patagones y pasamos la primera angostura. Tenía una legua y media de ancho. A eso de las 5 y media, anclamos en la Bahía Boucaut, desde donde observamos Cabo Gregorio a O S O, distante 3 leguas.

Nuestro fondeadero tenía 10 brazas, fondo de arena fangosa con pequeñas conchillas, a bastante distancia de la tierra. No se debe anclar con menos agua, porque en la noche, el mar baja 3 o 4 brazas. Los contornos están bien diseñados en el plan del Sr. de Gennes.

Del lunes 5 al martes 6, vimos un cometa en la noche, su cola estaba al NE a 20 grados sobre el horizonte.

[Bahía Boucaut: primer encuentro]

Del 6 al 7, vimos durante la noche fuegos del lado de los patagones. A las ocho, las fogatas estaban en ángulo hacia nosotros y pudimos ver a los patagones en tierra, usando el catalejo. El "Águila" y yo bajamos nuestras lanchas y enviamos a tierra quince hombres bien armados, incluyendo al Oficial, al lugar donde estaban los salvajes, que eran siete. En su lengua, ellos hicieron un cumplido a nuestra gente. Los nuestros no comprendían nada; pero, creían percibir por sus rostros y su postura, una satisfacción de verlos. Después de los primeros cumplidos, ellos llevaron a nuestra gente a sus fogatas.

Habiendo examinado a los patagones a sus anchas, los encontraron bien altos: el más pequeño era de al menos cinco piés siete pulgadas, y más anchos de hombros que la proporción, lo que los [sic] hacía ver menos grande. Ellos tienen los miembros gruesos y nervudos, la cara grande, la piel curtida, la frente espesa, la nariz aplastada y chata, las mejillas grandes, la boca grande, los dientes bien blancos y bien proporcionados, los cabellos negros y son más robustos que nuestros europeos del mismo tamaño.

Las palabras que ellos pronunciaron son: echouva, chaoa, didon, ahi, ohi, choven, quécallé, machan, naticon, pito. Estas son las únicas que se les oyó decir, mientras nuestra gente se calentaba alrededor del fuego con ellos.

¶ El Sr. de St. Simon, Oficial embarcado con nosotros, a las Islas Malvinas, por orden del Ministro, para llevarles regalos, ha logrado muy bien su comisión. /•/ Les ha dado arpones, rompecabezas, mantas, gorros de lana, pigmento bermellón, y lo que se ha creído podría gustarles más. Han parecido muy apropiados.

/•/ El señor la Ronde de St. Simon nació en Canadá, creció allí y sirvió entre los Salvajes, de los que conoce las costumbres y hábitos. Por eso, en el primer viaje a las Islas Malvinas, le llamábamos en broma "el Salvaje". Medía casi 5 piés diez pulgadas, con ancho de hombros proporcionado.

Ellos se visten con pieles de guanacos, de vicuñas [esto es un misterio: hoy en día la vicuña no habita tierras tan australes. Tampoco aparece nombrada en oros relatos de viajeros. Ed.], y otras, cosidas de forma de mantos cuadrados, que les llegan más abajo de la pantorrilla, cerca de los tobillos. Tienen también una especie de polainas, o botines, o borceguíes hechos de las mismas pieles, con el pelo o lana hacia adentro, igual que las capas, que están muy bien cosidas, en compartimentos simétricos, y pintados en el lado opuesto al de la lana, con figuras azules y rojas, que parecen caracteres chinos, pero son casi todos iguales y separados por líneas derechas que forman cuadrados y rombos. /•/ Ellos tienen unos tipos de sombreros con plumas, como la de nuestros penachos. Algunos de ellos casi parecen sombreros españoles.

/•/ El señor de la Gyraudais recibió como regalo de estos Patagones, cuando los visitó al volver a las Islas Malvinas, muchas de estas capas, algunas de sus mazos, unas hondas armadas con piedras [un tipo de "boleadores", Ed.], collares de conchas de sus mujeres. Se llevaron a Paris, dando una parte al Sr. D'Arboulin, quien hizo presentar algunas al Rey y conservó el resto. Yo las he examinado a voluntad, y aunque mido cinco piés siete pulgadas y un poco, una de estas capas puesta sobre mis espaldas, como la usan los patagones, me llegaba al menos un pié y medio, más abajo de los talones.

Varios de los nuestros fueron de caza un poco más allá y mataron algunas perdices y vieron algunos restos de vicuñas muertas. El terreno que recorrieron está sin cultivar, es estéril y árido. No se ve más que brezos y poco de pasto. Los caballos de los salvajes parecen malos, pero ellos los manejan con mucha destreza. Los patagones hicieron regalos a nuestra gente que volvía de la caza. Eran unas piedras redondas, del tamaño de una bala de cañón de dos libras. Estas se ajustan a una tira de cuero unida y cosida con cuerdas de tripa, trenzada como cuerda. Es como una especie de honda, que usan muy efectivamente para matar los animales de caza. En el otro extremo de donde está la piedra redonda, hay otra piedra, más pequeña, como la mitad de la otra, totalmente recubierta de una especie de vejiga. Ellos mantienen esta piedrita en la mano, después de haber pasado la cuerda entre los dedos; y haciendo un movimiento del brazo, como para la honda, la dejan caer sobre el animal, al que alcanzan y matan a cuatrocientos pasos.

Las mujeres tienen la piel bastante menos curtida. Son bastante blancas; de tamaño proporcionado al de los hombres; vestidas también con una capa, botines y una especie de pequeños delantales que les llegan sólo hasta la mitad de los muslos. Sin duda, se sacan las cejas, pues no tienen ninguna. Se peinan los cabellos hacia adelante: no usan sombreros.

¶ Estos patagones no conocen la pasión de los celos, al menos así se presume por la forma en que se comportan; ya que incitaban a nuestra gente a tocar el pecho de sus mujeres e hijas y les hacían acostarse desordenadamente con ellos y ellas, cuando los pasé a ver al volverme a Malvinas.

Les dimos pan, que comieron; y tabaco para mascar y fumar. Por la manera en que lo usaban, uno se daba cuenta de que no era la primera vez que lo hacían. No quisieron tomar vino. Después de estar unas cinco a seis horas con ellos, se habituaban más. Son bastante curiosos, registraban los bolsillos de nuestra gente; querían ver todo y los examinaban de la cabeza a los piés.

Montamos sus caballos, que tienen brida, silla y estribos. Usan fusta y espuelas; y parecían contentos y satisfechos de vernos montar sus caballos. Cuando hice tirar una salva de cañón para llamar a nuestra gente, no mostraron ni emoción, ni sorpresa. Al dejarlos, dieron muestras de querer que permaneciéramos con ellos; daban a entender por señales que nos darían de comer, aunque no tenían comida allí, había algunos de ellos cazando y no tardarían en volver. Les respondimos igualmente mediante señales que no podíamos quedarnos; que debíamos partir para ir al lugar, que tratábamos de indicarles, esforzándonos también en darles a entender que nos llevaran bueyes y caballos. No sabemos si entendieron o no.

Del 7 al 8, partimos de la Bahía Boucaut, anclamos en Cabo Gregorio y al cazar en el terreno, éste nos pareció igual que el anterior. Después de más o menos una legua, encontramos dos manadas de de 300 o 400 de vicuñas cada una, y no pudimos matar más que una, de un disparo de fusil. Maté también una mofeta [probablemente el 'zorrino' o 'chingue', Conepatus humboldtii, Ed.] que dejé por su mal olor. Le disparé también a un lobo [probablemente el 'zorro magallánico', Pseudalopex culpeus, Ed.]. Pero, todos estos animales son muy salvajes y no permiten que uno se acerque.

Del 8 al 9, a las 6 y media de la mañana, partimos con el mar casi calmo, y el más hermoso cielo del mundo. El Sr. de Gennes marca la segunda angostura, este y oeste del mapamundi, en su plano, pero la marcó dos cuartos demasiado al oeste. Mi consejo sería seguir la costa de los patagones hasta estar al norte y sur de la Isla Santa Isabel, a causa de las corrientes que llevan a las Islas de San Bartolomé y Leones, y sobre los escollos situados al este y oeste de la punta de la Isla San Bartolomé. La ruta que tomamos hasta Cabo Negro fue constantemente bordeando de cerca la Isla Santa Isabel. A mediodía echamos ancla en 8 brazas, fondo de arena fangosa, y mariscos podridos.

[Más adentro del estrecho: cargando madera]

Del viernes 9 al 10, siempre a lo largo de la costa de patagones, una legua y media. Parecía cubierta de malezas y de grupos de árboles. Al regresar el bote, nos dijeron que no la madera no era buena. Estábamos al través en una punta baja, se echó la sonda en 50 brazas. Al minuto después, dimos fondo en 4 brazas, fondo de arena fina: esto nos obligó a seguir de largo.

Del 10 al 11, fuerte viento y niebla con un mar agitado. Como estábamos cerca de la Bahía (Puerto) Hambre, decidí anclar allá; el "Águila" nos siguió. Fue bueno hacerlo. Un cuarto de hora después de haber anclado, no se veía nada a medio cañón y soplaba un viento muy violento.

Del domingo 11 al 12, continúa la niebla y la lluvia. En una vuelta a pie por la Bahía vimos unos lindos bosques y encontramos un río rápido a babor de la entrada. Ensuciaba el mar y lo enturbiaba como un río desbordado por exceso de lluvia.

Hacia el borde del agua había siete u ocho cabañas de salvajes abandonadas no hacía mucho. Hice que se disparara un cañón, y se izara la bandera para tratar de atraer los salvajes de los alrededores.

Del 13 al 14, gran viento, seguido de una tempestad muy violenta, que terminó con una cantidad prodigiosa de lluvia, seguida de nieve y granizo hasta el mediodía, cuando llegó la calma.

Del 16 al 17, encontramos un muy buen bosque, envié a 30 hombres a tierra, con un Oficial, para levantar una carpa y abrir caminos en el bosque.

Desde entonces, siempre ocupados en cortar y embarcar madera, hasta el 17 cuando desamarramos y dejamos al "Águila" para que completara su carga y la llevara con la nuestra a las Islas Malvinas.

[Bahía San Gregorio: segundo encuentro]

Del 29 al 30, a las 10 de la mañana, vimos una fogata en tierra hecha por los salvajes para nosotros. Fuimos hacia ella y vimos hombres y caballos.

Del 30 al 31, nos sorprendió la noche, anclamos a la luz de las dos fogatas hechas por los salvajes, una sobre una montaña, la otra en la costa. Dimos fondo al ancla en 19 brazas, fondo de légamo negro, y pequeñas conchas: a las siete y media de la tarde avistamos la punta del Cabo Gregorio, la que nos marca S 1/4 S O 3 grados O una legua y 1/2.

Al amanecer, los salvajes gritaban para llamar nuestra atención. Envié botes y una chalupa con regalos y a todos bien armados. Yo estaba en tierra y encontré a casi trescientos salvajes, hombres, mujeres y niños. Como no contábamos con encontrar tan gran número fue necesario volver a bordo a buscar otros regalos.

¶ Del 31 al domingo 1 de junio de 1766. El viento alejó el bote de la costa, sin persona adentro, de manera que nuestra gente se inquietó. Los salvajes se dieron cuenta y uno de entre ellos que estaba a caballo, lo espoleó y entró al mar y con él a nado fue a buscar nuestro bote. Lo trajo a bordo y lo dio a nuestra gente.

¿Habríamos hecho nosotros otro tanto por ellos, nosotros que nos preciamos de cortesía, urbanidad, humanidad y beneficencia y que tratamos de salvajes a los patagones?

A las 7 de la mañana, la chalupa llevó a tierra el resto de los regalos que la tormenta nos había impedido de llevar hasta entonces, y trajo de vuelta a los 13 de nuestra gente que habían quedado con los salvajes, desde la mañana de ayer. Nos contaron que estos gigantes patagones les habían tratado educadamente, a su manera, y les habían hecho demostraciones de amistad sincera, hasta de instarlos a acostarse con sus mujeres y sus hijas: que les habían dado carne de guanaco, muchas capas, una especie de hondas, o mazos y las mujeres les dieron sus collares de conchas. Me hicieron un regalo de doce caballos, o jumentos, que no pude conservar por falta de forraje.

La cortesía más molesta para nuestras gentes fue la de acostarse todos revueltos con los patagones, que se ponían de tres o cuatro contra los nuestros para protegerlos del frío; de manera que sus fusiles y otras armas se volvían inútiles. No tendrían otro recurso que sus cuchillos, los que no les hubieran servido para defenderse en caso de necesidad, contra quinientos o seiscientos hombres, mujeres y niños, todos proporcionalmente enormes, por altura y grosor. Cada hombre o mujer tiene uno o dos perros y otros tantos caballos con ellos. Parecen tener un carácter dulce y muy humano. Se podría fácilmente comerciar con ellos por caballos, los que saldrían a buen precio, y los de pieles de vicuñas, cuya lana es tan apreciada y tan cara en Europa; la de guanaco es también excelente, aunque no tan fina.

Del 4 al 5, calculé el punto de mi partida del Estrecho en la latitud 52==45, longitud meridional de Paris 70==37. Latitud observada 51==53. Longitud estimada 69==1. Lo que resulta en que esté más al sur que la observada, y está conforme con mi llegada al Estrecho.

Del 7 al 8, gran viento, lluvia, niebla y el mar horrible, el viento siempre golpeando. Latitud estimada 50==21 observada dudosa 50==7. Longitud 63==5. Variación N E 20==30.

Del domingo 8 al 9, mar recio, lluvia, granizo, nieve y niebla. Avistamos tierra a las 9 sin reconocerla: a mediodía, por las Islas Sébaldes [extremo noroeste del archipiélago de las Malvinas, Ed.] supimos que nos quedaban 10 leguas al S E., de donde tomo mi punto de llegada por la latitud 50==25 y longitud meridiano de París 66.

Me encuentro 35 leguas más al este que el navío, conforme a lo observado. Es necesario que se marque, en los mapas, que la tierra firme está más de 20 leguas muy al este.

Del 13 al 14, avistamos tierra a las 8 de la mañana, que me quedaba desde el S O al E 1/4 S E y creo estar Norte y Sur de la puesta, o del Estrecho.

Del 14 al 15, anclamos en la Bahía de Acaron, de donde habíamos partido.

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