En Santiago de Compostela, donde nació el año 1877, hizo sus primeros estudios, viniendo a América a la edad de once años, trayendo una voluntad a prueba de todos los sacrificios. Las primeras etapas de su vida en la Patagonia fueron durísimas, a base de trabajo y constancia. Pero su honradez acrisolada, su laboriosidad inquebrantable, su aspiración emancipadora, fueron allanándole la senda, iniciando un mejoramiento económico gradual y consolidado.

Muy joven, cuando apenas contaba 16 años, destacado ya por su capacidad en la agitación de los negocios entró como socio en la casa que giraba bajo la firma de don Victoriano Rivera e Iglesias, en el año 1893, y obteniendo, por su reconocida competencia, la dirección de la misma.

Pero su desbordante actividad no se contentó en el límite, para él reducido, de las actividades comerciales.

Con clara visión del gran porvenir de la industria ganadera en aquellas privilegiadas regiones, comenzó a dedicarse a ella.

Su ensayo fue tan feliz que abandonó la vida activa del comercio para dedicar el máximum de sus energías a la cultura pecuaria.

Su contracción y sus grandes conocimientos en todo género de negocios, le condujeron de triunfo en triunfo.

En el año 1906 se fundó la sociedad ganadera Menéndez, Iglesias y Compañía, a cuya prosperidad contribuyó en gran parte.

Diversificando sus incansables actividades, formó parte de otras vanas sociedades industriales, aportando a todas el precioso caudal de su talento y de su experiencia.

Tal es someramente expuesta la personalidad de don Manuel Iglesias a cuya actividad y espíritu de iniciativa deben los territorios de Santa Cruz y de Magallanes gran parte del progreso que han alcanzado.