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Biblioteca Patagónica

Expediciones francesas a las Malvinas y al Estrecho de Magallanes, 1764-1766
Personajes principales: Bougainville, Duclos-Guyot, Giraudais y Saint-Simon
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Encuentros entre franceses y "Patagones" en el Estrecho de Magallanes


En 1765 y 1766, los barcos de Bougainville entraron al estrecho de Magallanes, por la necesidad de proveer madera para la recién establecida colonia francesa en las islas Malvinas. En el curso de estas visitas, encontraron e intercambiaron regalos con nativos pertenecientes, al menos, a dos distintos grupos: aónikenk, en Cabo San Gregorio, costa norte del estrecho, cerca de Segunda Angostura; y, más tarde, kawéskar, más al suroeste, en el llamado Puerto del Hambre, también en la parte continental.

Pensando poder hacer un tratado con los "nuevos vecinos" de la Patagonia, el Ministerio francés envió a Antonio Carlos Denis de Saint-Simon como Capitán Ayudante Mayor de las Colonias. Saint-Simon había nacido en Quebec, y tenía experiencia en el trato con nativos americanos en Acadia (históricamente, esta región incluía parte de las provincias marítimas canadienses). Esto fue de gran ayuda cuando, debido a mal tiempo, Saint-Simon y un grupo de franceses debieron quedarse en tierra, en compañía de una multitud de nativos. link Como muestras de amistad, los barcos franceses llevaban diversas mercaderías, las que incluían armas, herramientas y utensilios, ropa y pigmento colorante rojo; también, comestibles que se ofrecían y eran aceptados. A su vez, los nativos les regalaban capas, armas y collares de conchas; algunos de estos productos llegaron a París, incluso se obsequiaron al Rey mismo. link Un preciado regalo hubo de ser dejado atrás, sin embargo -- doce caballos, imposibles de transportar a bordo.

Aónikenk: Observaciones cerca del Cabo San Gregorio (mayo y junio, 1766)

Los tratos entre franceses y aónikenk, en 1766, eran breves, pero bastante intensas. Cada vez que los barcos se acercaban a la costa oriental del Estrecho, eran vistos y saludados por hombres a caballo, que los invitaban a desembarcar. Era aparente que el grupo tenía experiencia con viajeros europeos: portaban cuchillos y conocían el tabaco; no los asustaban las armas de fuego, y parecían saber palabras en español. link

La actitud de los patagones hacia los franceses era acogedora: en demasía cuando se trataba de contactos personales. Más allá de los objetos (capas, collares, armas), los nativos también ofrecían de buena voluntad a sus mujeres o a sus hijas para la recreación sexual de los visitantes. /1/  link

Una muestra de comportamiento altruista de parte de uno de los nativos llamó la atención de los franceses, cuando vieron que, de propia iniciativa, uno de los jinetes se lanzó al agua con su caballo para rescatar una chalupa que estaba siendo llevada por el mar, desde la playa. link

Kawéskar: Observaciones cerca de Puerto del Hambre (marzo, 1765; mayo a junio, 1766)

En 1765 Bougainville conoció a un pequeño grupo de canoeros en la zona boscosa, como a mitad del Estrecho; éstos le dejaron una impresión favorable. Al año siguiente, la estadía de los franceses fue de varias semanas, lo que dio ocasión a más contactos con los nativos. El acercamiento fue inicialmente tímido, pero a medida que se extendía la generosidad de los franceses, los kawéskar se atrevieron a más para recibir comida y regalos. Les gustaba especialmente comer tocino y cera de velas y beber aceite de focas. A cambio, ellos traían sus obsequios de arcos, flechas y collares de conchas. link

Los franceses invitaron a dos varones jóvenes a quedarse en el barco y viajar por un año. Aunque tenían la aprobación del jefe local, muy luego, los "voluntarios" dieron señales de extrañar su entorno y fueron devueltos a tierra, con gran desilusión del capitán del barco. link  /2/

Durante esas semanas, falleció un miembro del grupo káweskar. Los franceses observaron que, en señal de luto, la mayoría de los hombres dejaron sus cuerpos sin pintar, y otros se pintaron de negro; las mujeres se pintaron con puntos negros, y aparecieron rasguñadas como por espinas. A los tres días, todos se pintaron de negro. link

Penosamente, el contacto más frecuente y prolongado con los indígenas terminó mal -- un patrón que se repetiría más tarde con otros visitantes europeos. Al ver que había bastantes herramientas y leña, los nativos comenzaron a tomarlas para sí. link El comportamiento alcanzó un nivel crítico cuando atacaron a los franceses en su taller: aunque eran menos, los franceses con superior armamento repelieron el ataque, resultando tres nativos muertos, y varios franceses gravemente heridos. link


/1/ Ver, Pernety, 1770, Vol.2, pp. 127-128. Estudios modernos de antropología han mostrado que esta conducta no era única: se practicaba en diversas culturas. Por lo tanto, debe haber sido más común de lo que se cree o de lo que parece al leer informes de viajes, los que probablemente han sufrido de censura, personal u oficial, de acuerdo con la moral de la época. Ver, Martinic, 2008.

/2/ A través de los siglos y de las culturas, el interés por conocer miembros de otras sociedades se manifestaba de la misma manera: llevarlos al lugar de origen del viajero. Diversas expediciones "invitaron" patagones a bordo y los llevaron a diversas partes del mundo, bajo el pretexto de "civilizarlos" o a veces, para exhibirlos.