MODERN VERSION
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Descargo
Preguntado por el descargo de su vida dijo que: nació no sabe si en Taistoc [Tavistock]
o a una milla de allí en casa de sus padres y de seis meses le llevaron
a casa de su abuela Margaret y allí se crió hasta los ocho años y después
estuvo en casa de la dicha su madre como año y medio después siendo de
edad de diez años le llevó consigo al dicho capitán Francisco su primo
y siempre anduvo con él y le servía de paje y fue con él a un
viaje a Irlanda, y después siendo este confesante de catorce
o quince años vino con el dicho capitán Francisco en un viaje que salieron
de Inglaterra del Puerto de Plemu [
Plymouth] cuatro navíos y un
patache pequeño de diecisiete toneladas y el dicho Capitán
Francisco era general de ellos, y venían por capitanes de los dos navíos
de Armada Joan Huinter [John Winter] que era el Almirante y Juan [John] Thomas
capitán y el dicho navío era de bastimentos y no traía capitán
mas de que el más principal de los que venían en él se llamaba Juan gesta [John Chester]
y el patache venía también sin gente de guerra, y todos los
dichos navíos traían de gente de guerra y marineros ciento
cuarenta hombres, y la capitana traía dieciocho piezas
de artillería y el Almirante dieciséis, y el otro navío de Armada
traía dieciséis y el de Bastimentos cinco piezas, y el patache
traía algunos versos [¿?] y traían todo género de armas y cuatro
o cinco diferencias de fuego que eran unas balas para arrojar
a mano con unos clavos para que se clavasen donde cayesen flechas
para quemar las velas y para hinchar en los navíos para quemarlos
y piezas de fuego y otras suertes que no sabe este confesante
que mixturas traían más de que eran de pólvora y se hicieron
algunas antes de que salieran de Inglaterra, y otras hicieron los
lombarderos en el navío, y que de las armas que más usaban
eran los arcabuces, y que esta armada fue procurada por el
capitán Franco no sabe por quién mandado, y salieron de Plemu [Plymouth]
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por fin de diciembre y este confesante iba en la capitana sirviendo de paje
al dicho capitán Francisco y entiende este confesante que cuando salieron
de Inglaterra no había dos hombres en la armada que supiesen dónde
iban ni este confesante lo supo; y la primera Tierra que reconocieron
fue una isla pequeña junto a Berbería llamada gomodoro [
Mogador] y allí
tomaron tierra; y de madera labrada que traían de Inglaterra
hicieron una pinaza que los españoles llaman lancha y que tuvieron
en hacerla nueve días al cabo de los cuales se embarcaron y fueron
a
Cabo Verde, a una isla llamada isla de Mayo, y allí tomaron
agua y algunas cabras que hallaron; y que la dicha isla
era poblada de portugueses y estuvieron allí un día o dos, y sin tomar
otro puerto fueron al
Río de la Plata y en el camino toparon un
navío de portugueses que estaba en calma y sin que se defendiese
le tomaron, y había en él como treinta o cuarenta hombres pasajeros
y mercaderes y marineros y les tomaron el navío y la hacienda
y al piloto de él, que se llamaba Silvestre [Nunho da Silva], y era portugués y para en qué
se fuesen los dichos portugueses les dio la dicha lancha, y el capitán
Francisco entró en el dicho navío portugués con el dicho piloto
portugués y otra gente y se fue en el dicho navío hasta el Río de
la Plata y surgieron en el cabo de Santa María en la Tierra Firme
y estuvieron allí tres días tomando agua y leña y no había otra
cosa, que era despoblado, y llegaron a un puerto llamado
Bahía de
Lobos, que estará como cien leguas antes del estrecho, y allí deshicieron
el navío de bastimentos que llevaban, y tomaron parte de la
madera de él para el fuego que hacía mucho frío y el capitán
Francisco le puso el nombre de Bahía de Lobos porque en ella había muchos
lobos; y estuvieron allí un mes haciendo carnaje de lobos, y comían de
los mismos lobos, y tomaron agua de un arroyo que por allí venía
por entre dos cerros, y salía el dicho arroyo de una laguna que
estaba a una milla de allí, en la cual había cantidad y diversidad
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de patos [pingüinos], y un día parecieron allí cerca como sesenta indios desnudos,
aunque algunos traían como medias camisetas vestidas, que parecían
de pluma, y arcos y flechas y se llegaron donde estaban los ingleses
y hablaron y todo el día y la noche estuvieron cantando y bailando
y los dichos indios no dieron ni ofrecieron nada a los ingleses y recibieron
de ellos carne de lobos, y la comieron casi cruda, y para tomarla
volvían el brazo y mano hacia atrás todo lo que podían, y de esta manera
tomaban lo que les daban, y volvieron otros dos o tres días, y de noche hacían
fuego en un corro, y era gente mediana estatura, sin barbas, el cabello
largo sobre los hombros, y no entendieron nada de lo que hablaban y últimamente
vinieron tres indios, y estando el capitán Francisco descuidado
uno de los dichos indios le arrebató el bonete de la cabeza, y se fueron
huyendo y queriéndole tirar un inglés le mandó el capitán que no
matase por un bonete a un hombre, sino que, si le cogiesen, le azotasen, y tornándose
a llegar cerca, arremetió a prenderle un irlandés y le asió de
una manta de pellejos que llevaba y se le quedó un pedazo en la mano
y diciendo el indio por señas que porqué le habían hecho aquello
y respondiéndole por señas que por haber quitado el bonete, el indio
se dio a si propio [a él mismo] con la punta de la flecha en las piernas hasta que
se sacó sangre, entendiendo los ingleses que hacía aquello como para
satisfacerles de lo que había hecho. y que el dicho capitán Francisco ya venía
en su navío capitana desde el Río de la Plata y el piloto portugués
se iba en su navío, y con esto salieron de la dicha Bahía de Lobos.
Y llegando aquí por ser tarde, dada la hora, cesó la audiencia y el
reo fue mandado volver a su cárcel, pasó ante mí, Gerónimo de Eugui, secretario
Audiencia
En la ciudad de los Reyes a ocho días del mes de enero de mil quinientos y o
chenta y siete años el señor licenciado Antonio Gutiérrez de Ulloa
estando en su audiencia de la tarde mandó traer a ella de las dichas cárceles
al dicho
Joan Drac [John Drake] y estando presente, le fue dicho que so cargo de su Juramento diga verdad
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y prosiga en lo que iba diciendo esta mañana del discurso de su vida.
Dijo que desde la Bahía de Lobos que está a cuarenta y ocho grados fueron
al Puerto de
San Julián que está en cuarenta y nueve grados, y le llamó así
Magalllanes, según consta de la carta, y es puerto despoblado y peligroso al entrar
por unos bajos que tiene, y después allá dentro es muy bueno; y allí estuvieron
a lo que oyó decir después cuando de ello trataban — que habían estado en este
puerto mes y medio, y yendo el capitán Francisco y otros, en un batel bajando
el Puerto, que era grande, en busca de agua y no hallándola parecieron
en tierra tres gigantes mozos, que los dos traían arcos y flechas
y otro venía sin armas, que era mozo muchacho [joven] y estuvieron hablando por
señas con ellos, e hicieron que un inglés tirase con el arco que llevaba,
y parece que los dichos gigantes se espantaron que un hombre pequeño tirase
tanto, y también tiraron los dichos gigantes; y habiendo llegado allí
un gigante viejo habló a los otros gigantes, como enojado, y azotaba
un perro pequeño que traía consigo, para que mordiese al capitán Francisco
y habiéndose quebrado la cuerda del arco se venían, y uno de los gigantes
le dio un flechazo por la espalda, que le salió a un brazo
y al sgto [¿sargento?], que era flamenco, le dieron otro flechazo por los pechos el que
cayó luego muerto, y al del primer flechazo le dieron luego otro por
los pechos, de que murió después; y el capitán Francisco dio un arcabuzazo
a uno de los dichos gigantes, del que le vieron caer muerto
y con esto se retiraron al navío — y de allí vieron después tres o cuatro
gigantes juntos, y algunas veces dos, y estando en este puerto el dicho
capitán Francisco mandó degollar a un caballero inglés, llamado Tomás [Thomas Doughty]
dícese porque amotinaba a la gente, y después dejando el navío portugués
en el dicho puerto, deshaciendo parte de él para leña entrando el
Piloto portugués en la Capitana se fueron con tres navíos, y sin
parar fueron costeando hasta
el estrecho que está en cincuenta y dos grados;
y al principio de él halló tres islas pequeñas y en ella surgió, y la
llamó
Isabel — y allí hallaron muchos patos sin pluma [pingüinos] que no
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vuelan, aunque huyen caminando por tierra todo lo que pueden —
aun que los alcanzan los hombres, y crían debajo de tierra en cuevas;
y de los patos hicieron matalotaje en siete días que allí estuvieron
y de allí, pasaron adelante, y como nueve o diez leguas que sería
al medio del estrecho hallaron otra isla, a la cual arribaron
porque el viento no los dejaba pasar adelante — que era norte —
y así, el capitán Francisco, a aquel paraje [llamó] cabo contrario y estuvieron
quince días procurando pasar, y al cabo de ellos volvió el viento
sur, que era bueno, y pasaron; y en estos días vieron fuegos
de una parte y otra del estrecho, y había diversos pareceres sobre
si la tierra que está de aquella parte del estrecho que llaman
incógnita era isla o tierra firme, y más adelante hallaron
que hacía por entrambas partes espacio de media legua y eran
muy hondas, que aunque echaban la sonda no hallaban suelo
y cerca de aquella isla en la tierra incógnita surgieron
en una bahía pequeña donde tomaron agua y leña;
y desde allí, fueron navegando y no hallaron isla alguna
hasta el mar del sur, y el dicho estrecho de allí adelante seria
de tres leguas, por lo más angosto, y de seis, por lo más ancho;
y en aquella isla, que estaba en medio, hallaron dos canoas
y habiendo tomado una, vinieron de la tierra unos
indios pequeños y desnudos, y ellos ofrecieron al capitán Francisco,
carne de lobo — y les devolvieron la canoa, y no tomaron la carne
por no ser buena; y todos tres navíos salieron al mar del
sur — y la tierra del estrecho, desde mediado de él, hacia la mar del
norte, es todo tierra baja y llana por algunas partes, y lo demás
hacia el sur, es tierra muy alta y montañosa, sujeta a vientos
y tormentas, y toda tierra muy fría — y salieron al
mar del sur y se metieron cincuenta leguas a la mar
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donde hallaron grandes tormentas, y huyendo de ellas volvieron
a reconocer la tierra del estrecho; y una noche habiendo estado todos tres
navíos, uno de ellos, del que era capitán Juan [John] Thomas, no apareció a la
mañana, ni más pareció, ni supieron si se perdió, ni que se hizo — y habiendo
andado por allí algunos días con las dichas tormentas, el dicho navío,
que era el Almirante, dijo que no quería seguir al general, y se
tornó a entrar por el estrecho, y no le vieron más; y estando solo
el capitán Francisco con su nao, pasó de aquella parte del estrecho — el
cual, por el sur, está en cincuenta y tres grados, y por la del norte, en cincuenta
y dos, o en cincuenta y dos y medio, hacia la tierra incognita;
y tomó puerto en cincuenta y cuatro grados, detrás de una isla,
y los vientos, que eran muchos, los echaron de allí y surgieron en
otro Puerto, en una isla donde tomaron agua y leña, y hallaron
muchas yerbas, las cuales cocían para comer, y una de
las dichas yerbas, por haber oído el capitán Francisco que era medicinal
hizo sacar mucho zumo de las hojas de ella, y la daba
en vino a los enfermos que casi lo estaban todos, con las piernas
hinchadas y las encías, y todos sanaron de aquella enfermedad
excepto dos, que después murieron; estando surtos y en este puerto
les dio una grande tormenta que les quebró un cable y le perdieron
con él una ancla y se fueron en cincuenta y seis grados donde
hallaron una isla muy buena donde surgieron y tomaron agua y
leña y algunas yerbas que conocían, y allí hallaron unas canoas
sin gente, y volviéndose de allí, en cincuenta y cinco grados, hallaron
una isla, toda cubierta de patos, y se proveyeron de carne de ellos
y teniendo buen viento recio, vinieron sin tomar tierra, ni verla
hasta la isla de la Mocha en Chile, que está en treinta y ocho
grados, y antes de tomarla, teniendo mucha tormenta, no viendo
tierra en muchos días, tuvieron sospecha si andando entre aquellas
islas del estrecho se habían tornado a la mar del Norte
hasta que vieron la dicha isla de la Mocha. ...
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