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Materiales Históricos de la Patagonia Austral
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Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego, 1893-1943
Historia autorizada de los primeros 50 años, por Fernando Durán
Capítulo: 

CAPITULO XI

APORTE DE LA SOCIEDAD AL PAIS Y A LA REGION MAGALLANICA

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El gran esfuerzo realizado por la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego a través de sus cincuenta años de existencia, ha llegado a su culminación.

Si queremos comprender el secreto de su éxito y de su prosperidad, tendremos que reconocer que él se debe a la alianza de dos factores difíciles de reunir en una sola entidad: la audacia extraordinaria de los creadores y la magnífica prudencia y tino de quienes continuaron su obra.

El ímpetu aventurero de quienes dieron los primeros pasos y forjaron las primeras líneas de la construcción, encontró en quienes recibieron este esbozo un espíritu de clara comprensión y de prolijo resguardo de lo que se les entregaba.

De allí que la línea mostrada por estos cincuenta años de vida sea como un solo trazo nítido y continuo, en que no se advierten ni la interrupción ni el descenso.

La importancia económica de la empresa nos la muestran numerosos elementos que por sí solos la dejan en evidencia.

La extensión de terrenos explotados por la Sociedad alcanza actualmente, en su conjunto, a la cantidad de 1.813.786.24 hectáreas, subdivididas en campos propios y en campos arrendados, y ubicadas tanto en territorio chileno como en territorio argentino.

Los campos propios ubicados en Chile suman 792.439.81 hectáreas. De éstas, 377.431.30 hectáreas, que forman las Estancias de Oazy Harbour y de Punta Delgada, sumadas a las 40 hectáreas de la Hijuela de Puerto Toro, se encuentran situadas en el Departamento de Magallanes. En el Departamento de Última Esperanza cuenta con 410.675.85, de las cuales, 410.575.85 pertenecen a las Estancias de Cerro Castillo, Cerro Guido y Bories, 25 a la Hijuela de Puerto Prat y 75 a las Hijuelas del Frigorífico Bories. Finalmente, en el Departamento de Tierra del Fuego es dueña de las 4.292.66 hectáreas restantes.

Los campos propios ubicados en territorio argentino ocupan una superficie de 313.961.43 hectáreas.

Al lado de estos terrenos propios, la Sociedad también trabaja campos arrendados, que suman, según tenemos visto, 707.385 hectáreas, ubicadas en su totalidad en territorio chileno. El arrendamiento de estos campos se extiende hasta el año 1957 y las rentas respectivas fueron pagadas anticipadamente en el año 1938.

Esta última circunstancia habla muy en alto de la solidez de la empresa y de la previsión de sus dirigentes, puesto que los pagos anticipados de los arriendos hechos en virtud de las renovaciones de contratos de 1924 y 1938, representaron un desembolso líquido de £1.903.902.14.10 en un lapso de catorce años. Todas estas ingentes sumas fueron pagadas con las reservas oportunamente hechas para ello, sin apelar al crédito ni gravar a los accionistas.

Toda la considerable extensión de campos propios y arrendados, superior en conjunto a 1.800.000 hectáreas, se halla revestida de las instalaciones más modernas y completas que requiere la ganadería. La Sociedad no distingue para ello entre los terrenos de su dominio y los pertenecientes al Fisco. En unos y otros ha construido edificios y montado costosas instalaciones, invirtiendo en ello sumas de consideración.

Bajo este aspecto nada ha sido descuidado, velándose con igual prolijidad por la cómoda situación del empleado y del obrero y por la sana instalación de la industria.

Los empleados se hallan bien remunerados y están protegidos contra las contingencias del porvenir, mediante un régimen de jubilación que les asegura un justo descanso. Este beneficio, que hoy es todavía una aspiración del gremio de empleados, se encuentra establecido en la Sociedad desde 1938, habiendo contribuido la empresa a la formación del respectivo Fondo inicial con la suma de $10.800.000. Tanto la Sociedad como los empleados efectúan mensualmente en la Caja de Jubilación imposiciones proporcionadas a los sueldos del personal.

Las Estancias disponen de excelentes viviendas y ofrecen a sus habitantes todos los recursos que se necesitan en aquellas distantes y solitarias regiones. Los obreros cuentan además, con departamentos adecuados para su descanso, así como con pulperías que les proporcionan principalmente artículos de vestir a precios de costo y, en muchos casos, aun a precios inferiores al costo. La alimentación es procurada en forma sana y abundante por la Sociedad sin costo alguno para los empleados y obreros.

Los salarios que se pagan en las faenas son excelentes, con la característica especial exigida por la región, de proveer aún para las necesidades de aquellos que cesan en las faenas durante parte del año.

Ya sabemos que la explotación ganadera en aquellas regiones australes sólo puede realizarse en determinada época del año, o sea, desde fines de primavera a comienzos del otoño. Transcurrido el invierno, comiénzase la reparación de los caminos que las nevadas han destruido, para emprender después la marca de los corderos y concluir por esquilar y bañar los lanares, faena esta última que dura de seis a ocho semanas.

La explotación de las Estancias se distingue, como ya hemos dicho en otros capítulos, por la atención que se presta a la selección de los reproductores y ovejas para conservar la elevada calidad de sus lanas, prestigiadas en los mercados más exigentes del mundo entero.

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El cuidado de los lanares es un problema que reclama un celo extraordinario. Para que estos no decaigan ni en la calidad de las lanas, ni en el grado de su rendimiento, es preciso adoptar muchas medidas eugenésicas. La renovación de la sangre en las majadas obliga a mantener planteles de lanares finos, destinados a la reproducción.

La raza escogida para los campos de la Sociedad es la Corriedale. En dos Estancias existen, planteles de animales de pedigree registrados oficialmente. Estos planteles están formados a base de animales seleccionados que se importan periódicamente de las cabañas más renombradas de Nueva Zelanda.

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Se han mantenido también por muchos años en las mismas dos Estancias planteles de animales de pedigree de la raza Romney Marsh, antes empleados en la producción de corderos para los frigoríficos. Estos planteles han sido también formados con lanares traídos de Nueva Zelanda y de Gran Bretaña. Hoy día la raza Romney Marsh se emplea en una escala muy reducida en las majadas de la Sociedad.

A la fecha del último Balance de la Sociedad, cerrado el 30 de Junio del presente año, las Cabañas de ésta registraban una dotación de 3.041 lanares finos entre los cuales se cuentan 768 carneros y 1.303 ovejas.

Estas medidas explican el extraordinario incremento de los lanares en las Estancias de la Sociedad y el magnífico pie en que se encuentran. Las 7.600 cabezas que se indicaban en el primer Balance del año 1894, eran cuatro años después más de 100.000. Diez años más tarde, en 1908, alcanzaban muy cerca del millón. Desde 1910 hacia adelante, la existencia de lanares sobrepasaba el millón doscientas mil cabezas, cifra que, con ligeras variaciones, se mantiene hasta la actualidad.

La parición de corderos acusa la misma impresionante progresión. En la temporada de 1894-1895, los corderos nacidos fueron sólo 6.530, y ya diez años después excedían de los 100.000, para bordear a los veinte años la cifra de 500.000. La parición media por año que es de 94.67% alcanza normalmente a esta última cantidad.

En cuanto a la producción de lana, puede decirse que ningún índice señala mejor la celosa administración de los intereses sociales. En el primer año de existencia de la Sociedad, esta produjo, sobre un total de 6.930 animales esquilados, 40.151 libras de lana, lo que daba un promedio de 5.79 libras por animal. Diez años más tarde, la producción, era de 2.939.850 libras de lana, sobre un total de animales esquilados ascendente a 420.204, lo que hacía subir el promedio por animal a 6.99 libras. Otros diez años después, la producción arrojaba, sobre 1.163.968 animales esquilados, 8.792.365 libras de lana, lo que acusa un término medio por animal de 7.55 libras. Otros diez años más tarde, en el período de 1924-1925, los animales esquilados eran 1.213.178 y las libras de lana obtenidas 10.027.105, lo que hacía subir el promedio por animal a la cantidad de 8.26 libras. En el período 1934-1935, los animales esquilados eran ya 1.293.873, las libras de lana obtenidas 11.242.143 y el promedio de rendimiento por animal alcanzaba a 8.69 libras. Finalmente, en el período 1942-1943, sobre un total de animales esquilados ascendente a 1.154.728, las libras de lana obtenidas eran de 11.490.695, elevando el promedio de rendimiento por animal a la excelente cifra de 9.95 libras. Al consignar estas últimas cantidades es preciso advertir que en 1938 la Sociedad devolvió al Fisco 242.615 hectáreas de espléndidos terrenos, lo que representó para la misma una disminución de 190.000 lanares aproximadamente.

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La producción de lana de los campos de la Sociedad es exportada a los mercados británicos y estadounidenses, en los cuales goza de gran demanda. Por este medio, las exportaciones aludidas proveen al país de una importante suma de divisas, cuya influencia en el comercio exterior nacional no puede desconocerse. En efecto, la Sociedad obtiene alrededor de 3.500.000 dólares, por el concepto de sus exportaciones de lanas y cueros lanares, valores que circulan dentro de nuestra economía. Además ingresan al país alrededor de 90.000 libras esterlinas anuales por exportaciones de carnes congeladas y menudencias a Inglaterra.

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Otro rubro digno de mención en las actividades de la Sociedad es el relativo a la frigorización de carnes, que se hace en el Frigorífico Bories.

El Frigorífico en cuestión fue construido por la Sociedad en el año 1913 e instalado definitivamente en el año siguiente. Sus actividades quedaron iniciadas en Febrero de 1915, distribuidas en los Departamentos de Congelación, Grasería, Curtiduría de Cueros y Fábrica de carnes en conserva. A estas faenas se agregó en 1923 una Sección de Lavadero de Lanas, destinada al tratamiento de las clases inferiores de la lana denominada de pedazos.

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Desgraciadamente en el año 1919 un incendio destruyó la Grasería, la Curtiduría y la Fábrica de conservas del establecimiento, de las cuales sólo fueron reconstruidas las dos primeras. Un nuevo incendio producido en 1932 destruyó esta vez la Curtiduría y el Lavadero, departamentos que fueron definitivamente abandonados, reemplazándose la Curtiduría por un Secadero de cueros.

La importancia de estos Departamentos es muy grande porque, como queda dicho en otro lugar, en ellos se aprovecha el excedente de los animales que no admite la dotación normal de los campos.

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Analizando las cifras de la explotación del Frigorífico Bories, se tiene una impresión aproximada de la gigantesca producción de la Sociedad. Si tomamos los últimos once años, o sea, desde el Balance al 30 de Junio de 1932 al de igual fecha de 1942, advertimos que durante este período los lanares beneficiados han sido 2.276.005, y que de éstos se han congelado 1.841.396, recibiendo el resto diferentes destinos. Las toneladas de carne congelada así producidas, alcanzan en el mismo período a 35.821, en tanto que los cueros obtenidos representan 8.503.813 libras de cueros de ovejunos y 4.046.061 libras de cueros de corderos.

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La Grasería, por su parte, ha producido en esos mismos once años, un total de 7.290.855 kilos de sebo y un total de 110.805 kilos de aceite de patas. En cuanto a las tripas, la producción de ese período acusa 1.453.877 tripales de lanares y 821.995 tripales de corderos.

Basta examinar estas cantidades para advertir la contribución importantísima que la Sociedad presta a nuestro consumo y exportación de carnes y el aporte que ofrece a diversos útiles rubros industriales.

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Así tenemos que la producción de carne congelada del Frigorífico Bories calculada sobre 1.841.396 animales en los últimos once años, fluctúa anualmente alrededor de las 3.300 toneladas. De esta cantidad se exportan más o menos 2.000 toneladas a Gran Bretaña y el resto, se vende en el Centro y en el Norte del país, no sin antes haber abastecido el consumo local y regiones vecinas y de haber cubierto las necesidades de la Sociedad para la alimentación de sus obreros y empleados.

Para dar una idea de la contribución de la Sociedad al mercado de carnes frigorizadas, es suficiente con señalar el número de animales llevados por ella a los Frigoríficos en la temporada del año 1942-1943. Los cinco Frigoríficos existentes en el Territorio de Magallanes beneficiaron en ese período un total de 1.026.003 animales ovinos, de los cuales 219.590 fueron tratados en el Frigorífico Bories, lo que asigna a éste un aporte de producción igual al 21 ½% de la industria frigorífica del país.

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Junto a estas cifras deben también mencionarse las cantidades que la industria invierte en proveer a la población obrera de la región, de carne barata para su alimentación. Desde hace veinticinco años más o menos, la Sociedad vende a los obreros del Frigorífico Bories, carne congelada a $0.40 el kilo, precio que sube en $0.10 para las carnes frescas. Al efectuar estas operaciones la Compañía pierde sumas considerables, puesto que las carnes vendidas a esos precios deben ser beneficiadas y sujetas a todas las manipulaciones que experimentan las carnes vendidas en otros mercados, sin que sea posible recuperar los costos respecto de ellas. La pérdida sufrida por la Sociedad por este concepto en el ejercido 1942-1943, ascendió a $400.000, suma con que ha contribuido directamente a mantener el bajo precio de este artículo para el consumo popular de la región favorecida.

Otro capítulo importantísimo de la contribución de la Sociedad a las necesidades obreras de Magallanes, es el de las raciones que suministra constantemente a los obreros que, sin trabajo, peregrinan durante el invierno de una a otra Estancia. Estos trabajadores quedan transitoriamente sin ocupación, por la índole de las faenas ganaderas, antes anotada. Pues bien, las raciones alimenticias donadas por la Sociedad a esos operarios durante el año 1942-1943, ascendieron a la cantidad de $587.301.76, suma que se gasta a fondo perdido, para el sustento obrero, sin que a cambio de él se obtenga producción alguna del trabajador.

A todos estos sacrificios que la Sociedad realiza en beneficio de la región cuya prosperidad ha labrado, debe agregarse todavía la contribución de $500.000 anuales, que durante veinte años deberá aportar para el financiamiento de la Empresa Naviera de los Ferrocarriles del Estado, y cuya mención hicimos en el capítulo precedente.

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No obstante la considerable importancia que la industria ganadera actual tiene dentro de la economía nacional, y cuya mejor demostración se encuentra en las cifras antes indicadas, suele escucharse la afirmación de que aquella no ha contribuido a la prosperidad austral en toda la amplitud en que podría hacerlo.

Sin embargo, una ligera consideración de lo que es y lo que era el territorio magallánico antes y después del establecimiento de estas Sociedades, demuestra elocuentemente que ninguna región del país ha prosperado tan rápida y seguramente como ella.

La ocupación del territorio magallánico por el Gobierno chileno data sólo de un siglo, pues ella se efectuó el 21 de Septiembre de 1843, hace justamente cien años, bajo la Presidencia del General Bulnes.

Diez años después de aquel acontecimiento la región sólo contaba con 153 habitantes, los que en 1865 apenas llegaban a 195. En 1875 el número había aumentado a 1.144, en 1885 era todavía de 2.085, todo ello debido a la guarnición militar creada en esos lugares, y en el decenio siguiente, o sea, en 1895, comienzo de las explotaciones ganaderas, se fijaba ya en 5.170 habitantes. En 1907, época de intensificación de estas empresas la población había subido a 17.143 personas. En 1920 era de 28.860 habitantes, en 1930 de 37.914 y, en fin, en 1940 alcanzaba ya a 48.313. Es decir, que en los cuarenta y cinco años que van desde 1895 a 1940, período en el cual precisamente nace y se desarrolla la ganadería, la población magallánica aumenta casi diez veces su número.

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Ahora, si comparamos estas cifras con las de Antofagasta, por ejemplo, tenemos que esta provincia que contaba con 44.085 habitantes en 1895, llega en 1920, época del apogeo salitrero, a sólo 172.330 habitantes, o sea, cuadruplica apenas su población. La cifra actual ha descendido en el año 1940 a 145.147 habitantes. Extendiendo la comparación a otras provincias, el resultado es mucho más elocuente. Atacama, que tenía 59.713 habitantes en 1895, llegó a sólo 84.312 en 1940 y hasta el año 1930 nunca pasó de 64.000 habitantes. Valparaíso tenía en 1895 poco más de 221.000 habitantes, y en 1940 sólo había llegado a 425.000, duplicándose escasamente. Por último, Santiago, la provincia que sin duda ha crecido más en el país, ha pasado entre 1895 y 1940 de 442.536 habitantes a 1.216.717, o sea, sólo se ha triplicado.

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Por otra parte, examinando el crecimiento vegetativo de las provincias nacionales, se tiene que la región magallánica es una de las que lo registra más alto. En efecto, este crecimiento que es, estadísticamente hablando, el saldo favorable de población que resulta al restar el coeficiente de mortalidad del de natalidad, alcanza en Magallanes el índice 13,3 y en Aysén el de 24,7, en tanto que en Tarapacá es sólo de 6,7; en Valparaíso, de 10,1; en Santiago, de 10; en Curicó y Talca de poco más de 9; y en Cautín y Valdivia sólo de 10.

Digno de ser tomado en cuenta es, también, el aspecto sanitario de la población, en cuyos índices se refleja elocuentemente la condición de vida de los habitantes de la región.

En la Memoria del Servicio Provincial de Sanidad de Magallanes, correspondiente al año 1942, encontramos algunas cifras de sumo interés. La tasa de crecimiento de la población ha sido, según esos datos, en los últimos diez años, de 27 personas por cada 100 habitantes, tasa la más alta del país, según ya tuvimos ocasión de ver al describir el aumento de habitantes en dicha región. Si bien la natalidad no ofrece observaciones especiales, los índices relativos a la nupcialidad y a la mortalidad deben ser subrayados. En efecto, la nupcialidad llega en Magallanes, en el periodo descrito, al 9.4 por mil de los habitantes, cifra que es también la más alta de Chile. La mortalidad general, en cambio, llega a una tasa de 14.5 por mil, siendo, en consecuencia, la más baja del país desde hace cuatro años. Finalmente, la mortalidad infantil es también, desde hace varios años, la más baja de la nación, habiendo alcanzado en 1942 a 105.7 por mil.

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Semejantes cifras son el mejor argumento en pro de las favorables condiciones de los habitantes de la región, pues demuestran que en Magallanes el standard de vida medio es el mejor del país, ya que permite a sus pobladores llevar una existencia que se halla más resguardada que en el Norte y en el Centro contra los factores adversos a la salud.

El avalúo territorial de la provincia de Magallanes es otra comprobación del valioso aporte que han prestado sus industrias ganaderas al progreso y aumento de la riqueza nacional. En 1909 dicha provincia exhibía un avalúo total de $65.067.616, el cual llegaba en 1942 a la cantidad de $1.210.753.500, esto es, a un valor casi veinte veces superior.

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En el mismo período, la provincia de Valparaíso, no obstante sus condiciones privilegiadas y su mayor variedad de producción, sólo ha aumentado un poco más de 9 veces su valor, pasando de los $370.602.073, en que estaba avaluada en 1909 a $3.356.312.100, en que fue estimada en el año 1942. La provincia de Antofagasta, avaluada en 1909 en $199.427.625, obtuvo en 1942 un avalúo de $2.379.794.900, lo que representa un aumento de doce veces el primitivo valor. La provincia de Concepción, avaluada en 1909 en $141.519.919, aumentó su avalúo en 1942 a $1.375.121.500, lo que significa un mayor valor de sólo nueve veces el primitivo.

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Para poder encontrar un punto de comparación al enorme incremento de la riqueza magallánica, sería preciso comparar a esta última región con la provincia de Santiago, pues la última ha aumentado también su valor en el mismo período, alrededor de veinte veces, subiendo de los $629.277.348 en que estaba avaluada en 1909 a los $13.254.833.600 en que fue estimada en 1942.

Cotejando el valor actual de Magallanes con el del resto de las provincias del país, nos encontramos con que aquella región vale aproximadamente tanto como toda Concepción, estimada en $1.375.121.500; como un tercio de Valparaíso, estimado en $3.356.312.100; como el doble de Coquimbo, estimada en $666.630.700; como todas las provincias de Talca, Curicó y Maule, estimadas conjuntamente en $1.275.886.200, y como Valdivia y Osorno juntas, que sólo la exceden en algo más de $100.000.000, pues se hallan avaluadas en $1.376.737.200.

Cifras tan categóricas y elocuentes como las acabadas de citar, indican cuan honda y decisiva ha sido la influencia de la industria ganadera en el acrecentamiento de la riqueza nacional y cuan potente la obra realizada por ella en los que hace cincuenta años sólo eran yermos áridos en que se desconocía la civilización y apenas si se aventuraban audaces expedicionarios.

En esa influencia, el rango preponderante corresponde a la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego, primera creación de la industria ganadera y la más sólida e importante de las empresas de este orden en nuestro país.

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