San Julián  

Es seguramente el puerto más pintoresco de la costa. Su entrada es difícil y el viajero que apoyado en la borda del barco que lo conduce, sigue con atención las maniobras que éste realiza antes de echar el ancla, experimentará emociones difíciles de olvidar. Hay un momento en que el buque enfila recta y rápidamente hacia la costa y tan cerca llega su proa, que parece que fuera a embarrancar sobre ella.

Faltan muy pocos metros y sin embargo el rumbo no cambia y el pasajero siente que su corazón se le ha ido a los talones. Para su criterio ya no hay tiempo ni espacio para realizar el viraje salvador que evite la catástrofe inminente. Pero en ese mismo instante el timón entra en acción y la proa que ya casi ha rozado los guijarros de la playa, se aparta de ella rápidamente, enfila otra baliza y el barco, obediente, corre sin novedad hacia su fondeadero.

El panorama que se puede gozar desde a bordo a la entrada de San Julián es realmente encantador. Se ve una sucesión de colinas lejanas esfumadas por la bruma y que dan al valle que circundan una espléndida perspectiva. Esas son en realidad de poca elevación, pero parecen a la distancia altas montañas cuyos picos dominantes se perdieran entre las nubes. De esos picos sobresalen dos o tres de forma cónica que recortan el horizonte violentamente y que contribuyen a hacer más perfecta la ilusión de estar contemplando los primeros contrafuertes de la cordillera...

La población de San Julián se destaca con sus casas de paredes de colores claros y techos pintados al miño, sobre el fondo gris oscuro que le brinda la naturaleza. Desde el primer instante la impresión es amable y si es verdad que al desembarcar podrá constatarse que las características de la población son las mismas que los demás pueblos patagónicos, como el ánimo está favorablemente impresionado no sería extraño que se llegara a encontrarle algo característico y por ende interesante. Muchos viajeros han experimentado esa misma impresión y como hacemos más que un libro, una crónica, a fuerza de buenos cronistas debemos dejar constancia de ella.

Sería redundante hablar aquí de la edificación, del movimiento comercial y de otros detalles que hemos mencionado al referirnos a Santa Cruz y Gallegos. San Julián como puerto sirve una zona del territorio, cuya importancia no desmerece a las de aquéllos y por lo tanto es natural que las casas de comercio locales abunden y que las instituciones que han extendido sus negocios por todo el territorio hayan también establecido allí sucursales y agencias.

La población a que nos referimos está iluminada a luz eléctrica y cuenta también con una vasta red telefónica, urbana y rural.

Entre los edificios con que cuenta se destacan el del Banco de la Nación, la casa habitación del Dr. Luxardo y el de la Sociedad Española de Socorros Mútuos.

Como en todos los puertos de la costa la colonia extranjera está en mayoría y ella cuenta con locales donde sus miembros se reunen para pasar en amable esparcimiento las largas noches invernales. Los británicos se congregan en el Hotel Miramar, del que han hecho su club y los de otras nacionalidades en el Hotel Aguila, que cuenta con un biógrafo anexo al que concurre toda la población.

A poca distancia de la ciudad se encuentran las ruinas de la fundación española llamada "Nueva colonia Florida Blanca" y a la cual nos hemos referido en otra sección de este libro. Esas ruinas son interesantes porque aun conservan rastros de la forma en que se trazaban los poblados que debían ser núcleo alrededor del cual surgirían las nuevas colonias hispanas. En esas ruinas existían materiales de construcción de un valor histórico inapreciable; pero una Comisión de fomento acometió un día la tarea de hacer excavaciones para sacar a la luz los tesoros que se sospechaba existían allí, más como sus miembros carecían de los conocimientos necesarios para realizar la obra, no sólo desaparecieron los pretendidos tesoros, sino que también borraron las huellas que hubieran hecho interesantes esas ruinas para los investigadores.

A la entrada de la bahía de San Julián se halla la isla "Justicia", que fue donde Magallanes hizo ejecutar a Luis de Mendoza y numerosos compañeros que se habían sublevado para volver a España.

 
 

 Fuente: «La Patagonia Argentina», pp.255-256