Barraca Amberense de G. y C. Kreglinger  

Esta casa fue fundada por Jorge y Cristian Kreglinger en el año 1797, según consta en los documentos que existen en los archivos de la actual razón social. Los fundadores eran originarios del ducado de Baden.

Al principio las actividades de la casa estuvieron limitadas a la importación de café y tabacos; pero desde el año 1865 sus negocios se dirigieron sobre los mercados productores de lanas y de cueros, sobre todo la Argentina y Australia.

Cuando la firma que nos ocupa instaló sucursales en Santa Cruz su influencia se dejó sentir de inmediato sobre el mercado que adquirió confianza y estabilidad. Los productores podían vender su lana en el mismo territorio, haciéndose pronto de recursos, y suprimiendo el enervamiento que, cuando enviaban los productos a Europa, sufrían sus ánimos hasta el momento de la venta, como consecuencia de las demoras y de las continuas fluctuaciones de precios.

Además, la firma G. y C. Kreglinger al actuar en la región radicaba en ella cuantiosos capitales, los cuales no podían menos que influir sobre su progreso y adelanto. La trama complicada de sus negocios debió forzosamente vincularla a los pobladores santacruceños, y de ésta vinculación resultó una mayor actividad y fomento en general.

Si se agrega que la Barraca Amberense no negocia solamente en lanas, sino que también tiene almacenes bien provistos de víveres e implementos de trabajo indispensables para el hacendado, se colegirá que su influencia tiene que haber sido muy eficaz sobre la vida económica del territorio.

El crédito ha sido la causa determinante de la colonización del territorio y sin él, no hubiese llegado en tan corto tiempo, para no decir nunca, al estado de prosperidad en que hoy se encuentra. Todas las instituciones que facilitaron capitales a los hacendados para poblar sus campos primero y para mejorar sus instalaciones y refinar sus majadas después, han sido por esa razón propulsoras decididas de la transformación que se ha operado en el lejano Sud. No nos cansaremos de decirlo: no se pueblan desiertos con restricciones y desconfianzas; las tierras vírgenes para salir de su aislamiento y su improductividad, requieren liberalidad y fe y sin estas condiciones serán inútiles todas las tentativas que en ellas se hagan.

La Barraca Amberense ocupa, como hemos dicho, un lugar destacado entre las instituciones cuya gestión ha influído en el progreso de Santa Cruz y tan es así que los hacendados recuerdan siempre con gratitud su actuación y dispensan a la razón social a que pertenece una confianza invariable y constante.

Sería interesante conocer la cifra de las exportaciones de lana del territorio hechas por intermedio de los señores G. y C. Kreglinger, desde que empezaron a actuar allí, pues con seguridad ella constituiría el mejor testimonio de la actividad que ha desarrollado, como así también de su estrecha vinculación con ese mercado productor. Lamentamos esta omisión que, por carencia de tiempo, no hemos podido subsanar.

La barraca Amberense tiene casas en Río Gallegos, Santa Cruz y Deseado y al frente de ellas se hallan en la actualidad los señores Paúl Raynaud, Mauricio Navaux y Eduardo Agustini respectivamente.

Todas estas sucursales tienen instalaciones cómodas y provistas de todos los elementos necesarios al objeto a que están destinadas. Sus galpones permiten el almacenamiento de grandes cantidades de lanas y cueros y en sus plazoletas se depositan maderas y otros materiales de construcción. Como lo hicimos notar anteriormente, la barraca Amberense tiene constantemente en venta algunos comestibles e implementos de trabajo y también leña, carbón, nafta, kerosén, etc. Es representante exclusivo además de los automóviles "Studebaker".

 
 

 Fuente: «La Patagonia Argentina», pp.175-176