Este puerto debe su nombre a Thomás Cavendish,
que tocó en él en 1567 y lo denominó así
porque uno de los barcos de su expedición se llamaba "Desire".
En 1670 tomó posesión de él Sir
John Narbarough y el 23 de Mayo de 1780 hizo lo mismo en nombre del
rey de España, Don Antonio Biedma, que fundó allí
una colonia. La vida de ésta fue muy precaria y corrió
la misma suerte de todas las establecidas en la costa patagónica,
las cuales, por consejo del virrey Vértiz y a causa de los gastos
crecidos que demandaba su conservación, fueron despobladas.
La población que nos ocupa está situada
al lado de la bahía Deseado, formada por el mar al penetrar en
el territorio y no por el río como se cree generalmente. Este
pierde gran parte de sus aguas entre los arenales que cruza cerca de
la costa, desagotando el resto de su caudal en el "fjord"
que se interna unas 22 millas.
El aspecto de la ciudad es pintoresco en sumo grado por
las continuas ondulaciones de su suelo y las altas barrancas en general
de naturaleza tobífera que le forman un antemural.
Los buques fondean como a 500 metros del desembarcadero,
a distancia prudencial del peñón que sirvió de
tumba a la "Magallanes", cuyo casco aun se puede ver durante
las horas de la bajamar. En la "Piedra del diablo" hay una
baliza. Más allá se abre la segunda bahía llamada
Pereira, en memoria del malogrado oficial de ese nombre, que pereció
ahogado allí mismo en cumplimiento de su deber.
En la costa hay una enorme cantidad de mejillones que
podrían fácilmente explotarse y constituir una industria
de seguro porvenir.
La población de Deseado está alejada de
la playa, si bien en las inmediaciones de ésta la firmas principales
que actúan en la plaza han instalado depósitos y almacenes,
Al contrario de lo que sucede en otros puertos, en éste la edificación
se ha dispersado en una gran extensión, de manera que el núcleo
central es muy reducido. Saliendo de él se encuentra entre casa
y casa trechos baldíos más o menos grandes, que contribuyen
a que la impresión que se recibe de la ciudad sea más
bien poco grata.
Como ya se ha dicho en otra sección de este libro
en Deseado hay pórfido cuarcítico en cantidad y los habitantes
lo han utilizado para levantar sus viviendas. Estas casas de piedra
son tal vez las más bonitas que hemos visto en los puertos patagónicos.
El edificio de la estación del ferrocarril es realmente monumental
y el viajero que visita por primera vez la costa al contemplarlo no
podrá menos que admirar la elegancia de sus líneas y la
belleza del conjunto.
Deseado es cabeza de la línea ferroviaria del
Estado que va a Colonia Las Heras y con el tiempo llegará al
lago Buenos Aires. Por lo menos éste era el primitivo proyecto.
Como la zona de influencia de este puerto es relativamente
pobre, su movimiento comercial no es tan intenso como el de los otros
del territorio, pero a pesar de ello las instituciones y firmas que
desarrollan sus actividades en la Patagonia tienen allí establecidas
sucursales perfectamente surtidas. La ciudad cuenta con buenos hoteles,
el principal de los cuales es el Argentino; un cinematógrafo
y varios bars y confiterías.
Frente a Deseado se halla el puerto Jenkins, cuyos caseríos
se divisan desde las alturas de la ciudad. Lo formó el señor
William Jenkins, uno de los más antiguos pobladores del territorio,
para dar cómoda salida a los productos de su estancia situada
en la bahía del Oso Martino. El señor Jenkins falleció
hace dos años después de ver que su fortuna amasada a
fuerza de fatigas y sudores, se le iba escapando de las manos para ir
a parar a las de curiales y aventureros que habían caído
sobre ella y la vejez de su poseedor, como voraces aves de rapiña...
Cuando se conoce la historia del señor Jenkins el ánimo
no puede substraer a una impresión de intensa tristeza y espontáneamente
surge de los labios la protesta airada contra esos elementos sin honor
y conciencia, por desgracia nativos en su mayoría, que van a
los territorios para desacreditar con sus procedimientos el alma nacional
y explotar en su provecho la ignorancia o la pusilanimidad del poblador
extranjero a fin de sacarle la fortuna que ellos fueron incapaces de
forjar, olvidando que al conquistar su bienestar personal esos "pioneers"
hicieron a la vez la de la Patria que vio nacer a esos audaces y cuya
ciudadanía estos invocan sólo para ejercer la maniobra
dolosa o el cohecho, en perjuicio de los que contribuyeron a poblar
sus desiertos y a arrancar de las entrañas de su suelo los tesoros
que escondía.
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