Banco Anglo Sud Americano
su acción en el territorio
 

Esta institución bancaria y las casas de las firmas José Menéndez y Braun y Blanchard, hoy Sociedad Anónima Importadora y Exportadora de la Patagonia, han sido los factores más eficaces del progreso de Santa Cruz. Cuando se hace la historia del proceso evolutivo de ese territorio hay que referirse forzosamente a ellas, ya que su acción propulsora lo determinó en parte y luego apresuró su desenvolvimiento.

El Banco Anglo Sud Americano, poderosa institución británica con ramificaciones en todas partes del mundo, ha desenvuelto con preferencia sus actividades en los países de la América del Sud y es indudable que su gestión ha contribuído en forma ponderable a su progreso económico. Naciones nuevas, con un inmenso porvenir, pero sin medios, algunas de ellas, para explotar las riquezas que atesoran, no podrían salir de su situación de aislamiento económico, si el capital extranjero no viniese en su ayuda. Pero su auxilio para que resulte eficaz debe ofrecerse en forma liberal y bajo condiciones que hagan posible la transformación y como resultado la extracción de 1as referidas riquezas, es decir, vincular el capital ofrecido con la obra a realizarse, de manera que los reembolsos estén en relación con las distintas etapas del proceso evolutivo. Ofrecer dinero para poblar tierras vírgenes o instalar industrias en ellas imponiendo plazos y otras condiciones que no contemplen la situación del poblador o el industrial — generalmente un trabajador sin capital propio — que va desarrollando su labor progresivamente y de acuerdo con mil factores concurrentes que obstan a un resultado rápido o inmediato, es lo mismo que sembrar para perder luego la cosecha, por haber apresurado su recolección.

Verdad es que para operar en la forma a que hacemos referencia, se requiere poseer una gran potencialidad financiera y sobre todo una absoluta confianza en el país o región en el que se van a imponer esos capitales.

El Banco Anglo Sud Americano cuando se instaló en la Patagonia, tenía esa potencialidad y tenía también una fe inquebrantable en el porvenir de la zona que iba a beneficiar. Por eso ha sido tan eficaz su gestión para el progreso del Sud y también para sus propios intereses.

Cuando el general Julio A. Roca visitó en 1899 el territorio de Santa Cruz, prometió a los pobladores, entre otras cosas, la instalación de una sucursal bancaria, para lo cual haría a su regreso a la capital federal, todas las gestiones que fueran necesarias. Algún tiempo después se supo que el Banco de Tarapacá y Argentina (hoy Anglo Sud Americano) estaba dispuesto a hacer funcionar una filial en Río Gallegos. La promesa del general Roca quedaba cumplida. La sucursal se instaló en una casucha — no había mejores en aquella época — situada en la esquina de las que hoy son las calles Roca y Chacabuco e inició de inmediato sus operaciones.

Como es natural, los pobladores respondieron en masa y al poco tiempo los depósitos de la sucursal llegaban a una suma considerable. Pero el territorio estaba recién en los comienzos de su evolución. Había ansias de trabajo, fe en el porvenir y voluntad inquebrantable de triunfar; pero faltaban muchas cosas indispensables y sobre todo dinero para procurárselas. El Banco respondió al reclamo y con una liberalidad tanto más grande cuanto que las garantías eran por demás precarias, abrió sus cajas y proporcionó a los pobladores los fondos que necesitaban para establecer o intensificar su industria. Como era natural, esos capitales nuevos incorporados a la economía del territorio, fueron un tonificante de energías para los hacendados y un factor decisivo para la prosperidad de la región. Además, las condiciones en que esos recursos eran acordados, facilitaban la gestión de los estancieros que, sin apremios extemporáneos, trabajaban tranquilos en sus establecimientos, a los que, mediante el crédito, iban dotando de todos los elementos necesarios a su eficaz explotación.

Pasaron pocos años y el Banco había llegado a ser una institución indispensable en la región. Su gestión había sido tan amplia que la institución estaba ligada íntimamente con todos los negocios que en el territorio se desarrollaban. La sucursal de Gallegos no bastaba y entonces se decidió a establecer otras en distintos puntos de la costa de Santa Cruz. — Deseado, San Julián, Santa Cruz, contaron también con filiales del Banco, las que desarrollaron en sus respectivas zonas de influencia la misma acción liberal y progresista que le había tocado en suerte iniciar a la de Gallegos. No hay duda y así lo reconocen unánimemente todos los que están enterados de las cosas del territorio, que sin la ayuda del Banco Anglo Sud Americano, la evolución de esa zona del país, por lo menos, se hubiese retardado en muchos años. Es que su forma de operar estaba de acuerdo con las características de la plaza y sobre todo constituía un poderoso aliciente para los hombres de buena voluntad que ambicionaban transformarse en pobladores pero que carecían de medios para iniciar sus tareas. A esos, el criterio liberal del Banco fué lo que los impulsó a la labor, los sostuvo mientras ella se realizaba y los hizo ampliarla cuando el triunfo estaba ya casi asegurado.

No hay poblador de Santa Cruz que no haya tenido relaciones con el Banco Anglo Sud Americano. En sus libros está escrita la historia de los que fueron propulsores decisivos del progreso de ese territorio. Sus columnas de guarismos, en su muda elocuencia, dicen de luchas, reveses, esperanzas que derrumba la mala suerte y que resurgen más poderosas cuando con los recursos para la nueva tentativa se acompaña la palabra de aliento que tonifica la voluntad y pone en tensión el músculo. Esas columnas, para decirlo de una vez, constituyen el mejor testimonio de lo que hizo el Banco para el progreso de Santa Cruz y el bienestar de sus pobladores. El Banco Anglo y la firma José Menéndez formaron una plaza comercial de intenso movimiento en lo que era un desierto sin perspectiva alguna para el porvenir y como en la tarea pusieran fe, amplio criterio y pleno conocimiento de sus recursos y necesidades, alcanzaron el triunfo que perseguían y con él la consideración y la gratitud del país, una de cuyas zonas contribuyeron a poblar y a colonizar. Otras instituciones bancarias y de crédito se instalaron más tarde en el territorio y algunas de ellas siguieron las huellas que marcaran las primitivas; pero el prestigio de éstas se conserva incólume, ya que a través del tiempo se tiene una visión más clara de la obra que realizaron en favor del progreso patagónico. "Sin el Banco Anglo y sin Menéndez, no se hubiese hecho la Patagonia actual", dicen los viejos pobladores.

 
 

 Fuente: «La Patagonia Argentina», pp.156-158