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Materiales Históricos de la Patagonia Austral
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La Tierra del Fuego i sus Naturales
Memoria del Gobernador de Magallanes, Manuel Señoret, 1896

La Tierra del Fuego i sus naturales

[Se ha mantenido la ortografía original. Ed.]

Mirada la carta jeográfica de la grande isla de Tierra del Fuego se vé que ésta tiene la forma de un triángulo, cuyo vértice está hácia el norte, en latitud de 52° 28'. Su base, casi recta i mui estensa, la constituye el canal de Beagle, que tiene una dirección que corresponde casi en absoluto al paralelo 54° 55'. El lado oriental cae al Atlántico i sigue una direccion mui oblícua hácia el oriente. Es casi recto, salvo la profunda escotadura formada por la bahía San Sebastian. En cambio, su lado occidental presenta las bahías Phillip, Jente Grande, Useless, i Seno del Almirantazgo, que avanza mucho, este último al interior de la isla.

El interior de la isla es montuoso en los bordes occidentales i meridionales; bajo i poco accidentado en el resto.

Las partes cubiertas de montes son a la vez pantanosas, cortadas por profundos valles, numerosos lagos i ríos caudalosos. Pastosas pampas, sin bosque alguno forman lo restante.

Las cordilleras nevadas, continuación de la cadena andina, siguen por la base a poca distancia de la márjen norte del canal Beagle. En la parte occidental hai ramificaciones secundarias de la cadena principal con soluciones de continuidad ocasionadas por el Estrecho de Magallanes i bahia Inútil.

Según cálculos planimétricos groseramente hechos sobre las cartas del Almirantazgo británico, la superficie total de la grande isla de Tierra del Fuego es de cuarenta i ocho mil kilómetros cuadrados, de los cuales veintiocho mil corresponden a la República de Chile.

La línea divisoria de límites, concluida de trazar en el verano de 1894-95, corta la isla segun un meridiano jeográfico i deja del lado chileno la mayor estensión de tierras aptas para la ganadería.

Ha quedado marcada sobre el terreno por veinticinco hitos; el mas setentrional se halla en el Cabo de Espíritu Santo en latitud 52° 40' i lonjitud 68° 36' 38½" O. Greenwich; el último del sur en la cumbre de la sierra que corre en la márjen norte del canal Beagle en latitud 54° 52' 51" sur.

De los dos millones ochocientas mil hectáreas que quedan en territorio chileno, como se ha dicho mas arriba, el Gobierno ha concedido a varios particulares un millon quinientas mil hectáreas. Estas concesiones han sido:

A don José Nogueira al norte del paralelo 53°, trasferida posteriormente con autorizacion suprema, a una sociedad inglesa: la «Tierra del Fuego Sheep farming C°» trescientas setenta mil hectáreas.

Al mismo don José Nogueira, al sur de la anterior i que comprende un millon nueve mil hectáreas, traspasadas posteriormente con autorizacion suprema a la «Sociedad Esplotadora de Tierra del Fuego».

Por fin, la concesión hecha en 1884 a Wehrhahn i Cª en bahía Jente Grande i territorios al sur hasta puerto Porvenir, ciento veintitres mil hectáreas.

Eliminadas estas concesiones puedan, pues, en la parte que a Chile pertenece un millon trescientas mil hectáreas situadas en la rejion sur de la isla, siendo esta parte casi inesplorada.

No obstante, puede adelantarse, sin temor de incurrir en grave inexactitud, que de esa cantidad podrán ser aprovechadas para esplotacion e industrias al ménos trescientas mil hectáreas, correspondiendo el resto a las cordilleras nevadas, cerros áridos i lagunas.

De estas trescientas mil hectárea apénas una mínima cantidad de cincuenta mil a sesenta mil hectáreas serán aptas para la crianza de ganado lanar, i el resto, ricas en bosques i pastos, podrán servir para ganado bovino.

Las concesiones enumeradas anteriormente i ubicadas en la parte chilena, han poblado con sus instalaciones i majadas toda la rejion setentrional de la Tierra del Fuego hasta el fondo de bahia Inútil por el sur.

En la parte arjentina solo se ha fundado hasta ahora una estancia en Río Grande, cerca del paralelo 54° i perteneciente a la congregación salesiana. El Río Grande nace de las cordilleras que costean el lado oriental de la Tierra del Fuego i desemboca en el Atlántico.

Las casas de las diversas estancias quedan unas de otras a una distancia aproximada de cincuenta kilómetros. Los estancieros han cerrado grandes porciones de tierras con alambrados que se estienden muchas millas en una u otra dirección.

A continuación enumero la situacion i distancias de las casas de las diversas estancias.

La «Tierra del Fuego Sheep Farmíng Cª» tiene sus casas i galpones de esquila en bahia Phillip e inmediaciones de Punta Anegada, en la costa oriental del Estrecho de Magallanes.

La Sociedad «Wehrhahn i Cª» se ha instalado con sus puestos i casas de administracion en bahía Jente Grande i proximidades de puerto Porvenir.

La «Sociedad Esplotadora de Tierra del Fuego» ha fundado dos asientos principales. Seccion «Caleta Josefina» en el fondo de bahía Inútil. Otra en el rio Marazzi; la primera se halla como a veinte kilómetros al sur de puerto Porvenir. Sección «San Sebastian» en la línea divisoria frente a la bahía de ese nombre.

Las casas de «Bahía Inútil», las de «San Sebastian» i las de «Río Grande» (de los padres salesianos, en territorio arjentino estas últimas) son las poblaciones mas australes, las dos primeras de la parte chilena de Tierra del Fuego. Forman los tres ángulos de un triángulo casi isóceles de setenta kilómetros de lado.

Bahía Inútil dista 50 kilómetros de Porvenir i otro tanto de Jente Grande; 90 a 100 de Punta Anegada.

Fuera de los establecimientos indicados hai en Tierra del Fuego el pequeño pueblo de Porvenir, en vía de formacion, frente a Punta Arenas.

En la parte mas austral, sobre la costa norte del canal de Beagle i en territorio arjentino se halla el pueblo de Usuhaia [Ushuaia, Ed.]. Este caserío arjentino fundado muchos años atras no tiene vida propia, hallándose separado del resto de la Tierra del Fuego por la cordillera nevada siempre infranqueable.

Paralelo a la costa del Estrecho de Magallanes i a corta distancia de ella corre un cordon de cerros hasta de 600 metros de altitud que, partiendo de Cabo Boqueron, sigue gradualmente describiendo un arco de círculo hasta terminar cerca de Cabo de Espíritu Santo, en la entrada oriental del Estrecho.

De esta cadena de altos cerros nacen varios cursos de agua que arrastran arenas auríferas.

Desde doce años atrás, mas o ménos, todas esas corrientes de agua han sido esplotadas por mineros i la producion de oro en polvo ha alcanzado una cifra considerable, sin poderla precisar por no haberse llevado una estadística de la esportacíon.

En la parte arjentina, en bahía San Sebastian, existe hasta ahora un establecimiento para beneficiar oro que ha tenido su época de gran auje, hallándose ahora casi abandonado.

Sensible es que la esplotacion del oro se haga de la manera mas primitiva, por el sistema de canaletas tapizadas de alfombra. Ninguno de los mineros ha podido invertir un capital para instalar un sistema mas moderno que, a la vez que hiciera mas fácil el trabajo, aumentara la produccion.

Algunos valles í las laderas de ese cordón de cerros se hallan cubiertos de espesos bosquecillos de leña dura (Maitenus magallanium) planta arborescente mui abundante que constituye los únicos bosques existentes en toda la parte setentrional de la isla.

Mas al sur, desde un poco al norte del paralelo 54°, el suelo se hace accidentado i a las pastosas pampas suceden valles profundos, pantanos i bosques impenetrables. Mas al sur principian cerros altos i abruptos, lagos i ríos de consideracion, i, por fin, la cordillera eternamente nevada al borde del canal Beagle en la cual se encuentran los altísimos montes Darwin i Sarmiento, de 2,1OO metros de elevacion, siempre albos de hielo i que se ven desde larguísima distancia.

No hai recuerdo de que se haya manifestado actividad volcánica en estos altísimos picos, los que, por otra parte, no han sido esplorados ni lo serán jamas por la gruesa capa de hielo que los cubre perpetuamente.

En toda la costa de la Tierra del Fuego que cae sobre el Estrecho asoman de tiempo en tiempo mantos de carbon de piedra. Ultimamente se han hecho descubrimientos en las laderas del monte «Nose-Peak» que forma el estremo sur de la gran herradura que constituye la bahía Inútil. Sus descubridores se hallan mui animados i dan los pasos necesarios para constituir una gran sociedad para esplotar esos mantos. Su ubicacion en un punto no muí lejano de la ruta que siguen los vapores, facilitaría la venta del combustible si resultara de buena calidad.

Próximo a este lugar, en la ladera norte del Seno del Almirantazgo, también se han hallado mantos carboníferos.

Copio a continuación el resultado del ensaye del carbon de «Nose-Peak» efectuado en Valparaíso por el doctor Wilehmann en el laboratorio del seño[r] E. Eisele:

CARBON DE TIERRA DEL FUEGO

Primer manto de la superficie del suelo con un espesor de 37 centímetros

               Calorías 4.852
  Azufre 0.475%
  Ceniza 10.10%
  Coke nada
  Carbon 35.60%
  Gas 43.05%
  Agua 11.25%

Por los trabajos preliminares efectuados se han reconocido hasta ahora tres capas o mantos de carbon.

En el interior de la isla, en los lugares húmedos, se hallan grandes depósitos de turba, inesplotables por lo demas.

Se me dice que se encuentran depósitos de sal marina, así como también petróleo, pero no tengo datos perfectamente ciertos para afirmarlo.

Como dije ántes, en la cordillera que costea a poca distancia del lado sur del Estrecho, de Cabo Boqueron a Cabo Espirito Santo, se encuentran bosques de leña dura que sirven de alimento al ganado bovino en el invierno, cuando los pastos se hallan cubiertos por la nieve.

Mui al sur principian los bosques de robles (jénero Fagus). Industriales arjentinos han establecido un aserradero en el lugar llamado «Lapataia» para surtir de maderas a la población de Usuhaia [Ushuaia, Ed.] i colonias arjentinas de Gallegos i Santa Cruz. Igualmente ha tenido por fin hacer concurrencia en el mercado de Buenos Aires a la madera que se enviaba de los establecimientos chilenos de Punta Arenas, la que ha sido gravada con derecho de aduana que hacen casi imposible la competencia de nuestro producto.

Es sabido que la madera de roble magallánico bien preparada, cortada en momento oportuno, es, puede decirse, preciosa para la construcción de muebles, debido a sus hermosas vetas i su dureza.

La fauna de la Tierra del Fuego es bien reducida por el número de sus especies. En la Patagonia chilena hai el puma o leon, el ciervo, el gato montés, el cururo, el zorro i el guanaco. De los mencionados solo se encuentra en la grande isla el cururo, el zorro i el guanaco.

El cururo poblaba antes todas las rejiones planas de la Tierra del Fuego. Debido al establecimiento de haciendas lanares i bovinas se va destruyendo rápidamente.

El zorro alcanza proporciones notables en su tamaño, í sus pieles de un color rojo-negro dorado son mui apreciadas.

El guanaco todavía abunda, pero solo en las partes centrales de la isla, debido al establecimiento de estancias en las costas.

En cambio abunda hasta ahora i es un ausiliar de los indíjenas el perro fueguino, cuyo oríjen, al parecer, mezcla de perro i zorro, es un problema científico interesante i aun no resuelto.

En materia de aves, no existe el avestruz, tan numeroso en la Patagonia. Hai en cambio flamencos, cisnes de cuello negro, cauquenes, patos de diversas especies i otras aves menores por millares.

Junto con el guanaco constituyen en gran parte la alimentacion de los indios onas que pueblan la Tierra del Fuego.

En cuanto a la climatolojía de la Tierra del Fuego, es mui semejante a lo que se observa en la Patagonia chilena. Los inviernos son bastante crudos i cae mas nieve que en el continente. Los mismos vientos del sur-oeste, con sus fuertes chubascos, atraviesan el Estrecho i azotan sobre las llanuras de la Tierra del Fuego.

Desde mayo a fines de agosto, los trabajos en los labaderos de oro tienen que suspenderse por quedar intransitables las sendas que desde la costa conducen al interior.

El ganado vacuno se refujia en los montes, i en cuanto a las ovejas, saben ellas escarvar la nieve para buscar el pasto que ha de alimentarlas.

Desde que se estableció la estancia de los señores Wehrhahn í Cª, en bahía Jente Grande, i el descubrimiento de los labaderos de oro, el Puerto de Porvenir se ha impuesto para el servicio de la isla, tanto por su proximidad a Punta Arenas, 18 millas, (el ancho del Estrecho) como por ser abrigado de los vientos reinantes del sur-oeste. Ofrece, sin embargo, el grave inconveniente que por los muchos bancos que hai en su entrada, no es accesible el interior del puerto sino para embarcaciones de poco calado.

Allí se ha ido estableciendo una pequeña poblacion. Por decreto supremo de fines del año 1894, se creó la población de Porvenir i quedó autorizada la Gobernación de Magallanes para conceder sitios urbanos a aquellas personas que los solicitaran.

La planta de la población fue trazada por los injenieros señores Contreras i Donoso. Por falta de una persona competente que haga la entrega de los sitios, no ha avanzado el desarrollo de ella. Actualmente, que se ha creado el cargo de subdelegado de Tierra del Fuego, podrán atenderse debidamente las peticiones de cerca de cincuenta personas que han solicitado sitios, i ántes de un año Porvenir merecerá el nombre de pueblo i llegará a ser el centro del movimiento comercial de la estensa isla.

El ganado ovejuno que pace en las praderas de la Tierra del Fuego, puede avaluarse ahora en setenta mil cabezas. Ganado mayor, o sea vacuno, habrá mil cabezas.

Por fin, caballos i yeguas pueden avaluarse en quinientos.

Respecto a la población que vive en la Tierra del Fuego (poblacion blanca), segun el último censo de 28 de noviembre de 1895, es de 566 habitantes, estando incluidos en esta cifra unos quince a veinte que hai en la isla Dawson.

Con la entrega de sitios en Porvenir, i el mayor número de empleados que toman las estancias, puede calcularse que para igual fecha del año próximo habrá a lo menos mil habitantes.

Como se desprende de la descripcion anterior de la Tierra del Fuego i sus industrias, no corresponde el adelanto de éstas a lo que se observa en la Patagonia, siendo que el establecimiento de estancias de ganado lanar data de igual fecha.

Dos factores hai que tomar en consideración para esplicar ese atraso.

Desde luego la Tierra del Fuego, casi desconocida, poblada de indíjenas que creían que las ovejas colocadas en su suelo eran producto de la tierra, era un campo poco apropósito para el establecimiento de industrias. Han tenido éstas que luchar contra las depredaciones de los indios i sufrir graves quebrantos que han hecho mas lento su desarrollo. Ahora mismo que hai relativamente una numerosa población blanca, alambrados, etc., los indíjenas hacen robos frecuentes causando graves perjuicios.

Fuera de esto, estimo que no fué bastante meditada la forma en que se hicieron a cuatro o cinco particulares las concesiones de tierras que en su conjunto suman la enorme estensión de un millon quinientas mil hectáreas de tierra.

Por injentes que fueran los capitales de que disponían los concesionarios, les era imposible (como ha sucedido) ocupar en breve tiempo la totalidad de las tierras obtenidas. Han tenido que ir paulatinamente poblando los campos.

En la misma fecha en que se concedieron a don José Nogueira las un millon trescientas ochenta mil hectáreas que ocupan actualmente las sociedades «Tierra del Fuego Sheep Farming Cº» i la «Esplotadora de Tierra del Fuego», había en Punta Arenas mas de una docena de personas que solicitaban lotes de veinte a treinta mil hectáreas, que, obtenidos, habrían sido inmediatamente ocupados con dos a cuatro mil o mas ovejas cada uno i personal necesario.

Si esas tierras hubieran sido concedidas en pequeños lotes en esa época, es indudable que habría actualmente mayor número de pobladores i de ovejas; en suma, ese territorio habría prosperado mas que en la forma actual.

Inútil creo hacer notar las ventajas que se habrían reportado para la civilización de los indíjenas, contándose en Tierra del Fuego con mayor número de centros poblados.

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Tres son las razas indíjenas que han poblado la parte insular chilena desde el Golfo de Penas hasta el Cabo de Hornos.

Los alacalufes, que viven en las islas de los canales occidentales de la Patagonia (canales Smith) i en la parte occidental del Estrecho de Magallanes hasta Cabo San Isidro e isla Dawson, llevan, como todos los fueguinos, una vida nómade. En sus frájiles canoas de tiras de corteza de árboles, cocidas con correones de cuero de lobo i calafateadas con paquetes de paja, recorren los canales, el seno de la última Esperanza, el mar de Otway i el golfo de Skyring, así como el Estrecho de Magallanes hasta los puntos indicados.

Pernoctan en esta o aquella isla donde encuentran algun marisco para alimentarse. Saben además cazar focas i nutrias. Las pieles de las segundas las trasforman en capas que cambian a los tripulantes i pasajeros de los vaporea a cuyo encuentro salen, por un poco de galletas o tabaco, o algunas prendas de ropas.

Jeneralmente cada familia vive aislada. Su habitacion es la canoa donde están agrupados i semidesnudos los hombres, las mujeres i los niños al rededor del fuego que jamas se estingue en el fondo de la embarcacion. Los acompaña el inseparable perro fueguino.

Su aspecto físico es lamentable. Son mas bien bajos que altos, de grueso abdómen i miembros mui delgados.

Como entre casi todas las tribus salvajes, la mujer es la que principalmente trabaja: ella pesca i ella rema.

No tienen otros utensilios que canastos admirablemente tejidos con una paja verde i baldes mui bien hechos de un trozo de corteza de árbol cosido con tendones de lobos.

Usan arpones de hueso de diversas formas para pescar. No conocen el arco i las flechas sino los de mas al sur. Usan, sin embargo, la honda i tienen puntería admirable.

Su contacto frecuente con las naves que cruzan el Estrecho i los canales ha modificado mucho sus disposiciones hácia los blancos, con los que entran en relaciones comerciales sin dificultad alguna. No obstante, cuando encuentran pequeñas goletas i se consideran superiores en fuerza, suelen atacarlas, debiendo sus tripulantes ejercer mucha vijilancia.

Son mui poco numerosos, estimándose que su número no pasará de quinientos habitantes.

Los onas habitan la grande isla de la Tierra del Fuego i a ellos se refiere principalmente esta memoria, de los que estensamente trataré luego.

Los yaghanes habitan en el canal Beagle i las islas del sur hasta el Cabo de Hornos.

Como los alacalufes usan la canoa i navegan constantemente por tos canales del laberinto de islas e islotes situados entre el canal Beagle i el cabo de Hornos.

Hacen sus habitaciones en tierra de unas cuantas estacas amarradas arriba formando un cono i cubiertas con algún trozo de cuero.

Son un poco mas altos que los alacalufes, pero siempre se nota en ellos esa desproporcion entre el tronco i las estremidades.

Se alimentan de mariscos, pescado i de carne de lobo de mar o nutria cuando pueden cazarlos.

La canoa es también de tiras de corteza cosidas entre sí. La familia vive casi constantemente en ella. Tienen los mismos arpones, canastos, etc., que los alacalufes.

A pesar de esta semejanza de costumbres, los idiomas difieren en absoluto, así como el de los onas difiere de los dos anteriores.

La mision inglesa de Usuahia [Ushuaia, Ed.], fundada hace mas de veinticinco años, ha contribuido a civilizarlos en gran parte. Algunas familias viven en los contornos de la misión, cultivan hortalizas i aun algunas poseen una vaca lechera.

Su carácter se ha suavizado i han llegado en ocasiones a ser eficaces ausiliares de tripulaciones náufragas del Cabo de Hornos, conduciéndolas a la mision inglesa o a la poblacion arjentina de Usuhaia [Ushuaia, Ed.].

En diversas ocasiona distintas epidemias han hecho estragos entre ellos, reduciendo su número considerablemente. Se calcula que actualmente no habrá mas de quinientos indíjenas.

Tanto en el establecimiento (ahora particular) del antiguo misionero Mr. Th. [Thomas, Ed.] Bridges, como en la mision de Tekenika, situada en la isla Hoste (chilena) hai asilados numerosos indíjinas que gozan de completa libertad para entrar i salir i donde van poco a poco, por el ejemplo, modificando sus hábitos de vida.

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La raza fueguina que habita la grande isla de Tierra del Fuego i que es conocida con el nombre de onas es, a la vez que la mas numerosa, la que tiene mejor aspecto físico.

Cuando la tierra del Fuego era apenas conocida se creía que el número de indios onas era mui reducido; ahora que se han fundado numerosas estancias i que es cruzada día a día por los empleados de ellas, se ha visto que su número es mucho mayor. Se estima, siendo un cálculo muí exacto i aproximado, que no hai ménos de cuatro mil indíjenas de la raza ona en la grande isla de la Tierra del Fuego.

Difieren esencialmente de los alacalufes i yaghanes por su aspecto físico i sus costumbres.

Descienden, sin duda alguna, de los patagones a juzgar por la semblanza física; altos, corpulentos, de anchas espaldas, de miembros proporcionados al tronco, son una bella raza de hombres.

Como no conocen el uso de las canoas i estando obligados para proporcionar su alimento diario a recorrer grandes distancias, se nota en ellos una admirable proporción entre su abdómen i sus miembros superiores e inferiores. Se observa en ellos cierta facilidad para sus movimientos, que hace que su andar sea lijero i hasta elegante.

Su estatura es alta, i Darwin tiene mucha razon al afirmar que la media puede estimarse en un metro ochenta centímetros. Su apariencia es la de hombres fuertes i robustos, capaces de desarrollar gran fuerza.

Las mujeres mismas presentan un aspecto de gran fuerza física í esbeltez.

Su fisonomía es agradable, mui diferente del aspecto casi repugnante de los alacalufes. Tez un tanto cobriza, facciones pronunciadas, admirable dentadura, todo, en ellos indica que pertenecen a una raza fuerte, hermosa. ájil, cuya sangre rica es sensible que se estinga i no se mezcle con la de las otras tribus debilitadas.

Andan desnudos, cubriéndose apenas los hombros i la espalda con un trozo de piel de los animales que cazan.

Usan, no obstante, algunos adornos mui elementales. Algunos llevan sobre su cabeza una especie de faja hecha de cuero de cururo con algunas plumas. Usan las mujeres collares i brazaletes hechos de trozos de tibias de cauquenes, i otros pájaros, los que enzartan en tendones de zorro o guanaco.

Las mujeres tienen siempre pequeñas bolsas de cuero, con una tierra roja con la cual hacen una especie de betun para teñirse el rostro i las piernas.

Como las demas tribus fueguinas, las mujeres llevan sus pequeños hijos colgados a la espalda i como sentados sobre un delgado correon de cuero de lobo.

Llevan los onas una vida completamente nómade, quedando muí pocos dias en un mismo punto.

En el sitio que elijen para campamento escavan lijeramente el suelo, clavan en seguida unas cuantas delgadas estacas que ligan con cuerdas en la parte superior, dando a la choza una forma de cono bajo; al rededor, para protejerse del lado del viento, la rodean con una baja muralla de champas i sobre las estacas colocan unos cuantos cueros de guanaco. En el centro de ese reducido espacio encienden su fuego, i a su contorno, acurrucados, se coloca toda la familia. Duermen allí inclinados unos sobre otros, quizas para abrigarse. Siempre los acompaña el inseparable perro, al cual estiman i acarician como a un hijo.

Cuando alguno de ellos se enferma, no usan otro procedimiento que el masaje. Jeneralmente es una india la que hace esta operacion. Frotan la parte enferma con las manos i en seguida se las soplan como indicando que quieren espulsar con su aliento el mal.

Otras veces el individuo enfermo se tiende sobre el suelo i una india o indio lo pisa con su pié desnudo en toda la parte dolorida, haciendo esta operacion hasta sobre la cabeza.

Cuando un indio está enfermo, los compañeros de choza se ponen a cantar con un tono triste i monótono, siempre repetido durante horas.

Si el enfermo muere, luego lo entierran mui superficialmente i la familia cambia de sitio, aunque sea a unos cuantos metros de distancia.

Si algun individuo tiene sentimiento o pesar se rasguña las piernas, haciéndose una serie de largo tajos que, en realidad, solo comprometen la epidérmis, pero de los que mana sangre en abundancia. Son jeneralmente las mujeres las que hacen esto i sobre todo cuando ven enfermos a sus hijos.

Lloran largas horas con un llanto monótono, pero derramando abundantes lágrimas. Ese llanto se oye desde larga distancia i causa impresión por su misma monotonía a la vez que tristeza.

Se ve claramente que el amor conyugal i filial está altamente desarrollado entre ellos. La esposa acaricia al marido i los hijos son motivo de grande afecto de parte de ámbos. Escojen los padres los mejores trozos de carne u otro alimento para dárselo a sus niños i los tratan con verdadero cariño.

Jeneralmente el hijo llega a uno, a dos o tres años de edad i todavía la madre lo alimenta a su pecho. Cuando los padres vea algun peligro para sus hijos, los ocultan cuidadosamente, i en los combates que suelen tener entre si o con los blancos, los indios adultos o de pelea hacen rápidamente fosos donde ocultan las mujeres i niños i hasta los cubren con champa o tierra a riesgo de asfixiarlos.

Se dice que algunos indios son polígamos, pero es este un dato difícil de comprobar.

Rara vez viven juntas muchas familias, debido, quizás, a las dificultades para hallar alimento suficiente para muchos en un solo punto. Sin embargo, para sus incursiones en las estancias, o cuando tienen que defenderse del enemigo comun, se reunen entre si.

La alimentación de los indios onas consiste en el guanaco, el cururo i los mariscos que encuentran en las playas.

El guanaco pululaba antes en toda la isla. Ahora, con la ocupación por las estancias de las pampas próximas al mar, se ha retirado a las ásperas cerranías del interior, dificultándose su caza a los indíjenas. Sin embargo, hasta hoi constituye su principal alimento.

Los indios conocen los valles o cañadones por donde pasan habitualmente los guanacos. Se reúne un buen número de ellos i cortan grandes atados de pasto, con los cuales se ocultan. Forman escondidos tras de estos bultos un gran corral, i cuando los guanacos se acercan los van estrechando poco a poco. Los indios mas hábiles en el manejo del arco i de la flecha se encargan de disparar sobre el guanaco i rara vez yerran el tiro. Comen su carne i aprovechan las pieles para hacerse groseras capas.

Los cauquenes, que abundan tambien, son un alimento mui buscado. No menos injenioso que el anterior es el procedimiento que usan para cazarlos. Al efecto en una tira hecha de cuero de guanaco o de lobo de mar, de cuatro o mas metros de largo i que fijan por sus estremidades a dos estacas sólidamente clavadas en el suelo, colocan una série de guillotinas o lazos de barba de ballena mui finos. Este aparato lo colocan en los sitios frecuentados por esas aves, las que vienen ahí i quedan sujetas por el cuello en los lazos de ballena.

Las playas les proporcionan mucho alimento entre pescado varado, choros, centollas, erizos, etc. Cuando pueden cazar algun lobo, ya es motivo de un festín. Una ballena varada, lo que ocurre rara vez, es algo mui superior.

El cururo, especie de raton, constituía ántes su alimento principal. Actualmente la pisada de las ovejas i vacuno ha destruido en gran parte sus cuevas i tambien se halla solo al interior. Los indios los sacan de la cueva, los descueran i los ensartan en varillas, conservándolos así por algún tiempo.

De vejetales solo conservan en saquitos la semilla de una gramínea mui abundante, de la que hacen, mezclada con ceniza i arcilla, una especie de bolos que comen durante el invierno.

El arte de cocinar sus alimentos es rudimentario. Las carnes i mariscos, los comen casi crudos, pasándolos apénas por la llama de la fogata; los choros los entierran breve rato en el rescoldo; la grasa cruda, la de ballena o lobo de mar, la comen con delicia, enteramente cruda, al natural.

Puede decirse que no tienen mas arma que la flecha, temible por la certera puntería. El vástago es de madera dura de calafate. La flecha la tallan en trozos de botella i es digna de admiracion por su trabajo tan bello i acabado; la unen al vástago por medio de un tendon de guanaco. Para darle direccion le adaptan al estremo opuesto una pluma de ave ligada tambien con tendones de guanaco. El arco es de madera de leñadura i la cuerda de lobo o guanaco. E1 carcax lo hacen de cuero de lobo con su pelo í es una elegante pieza. Loa arpones de hueso poco los usan.

El uso del caballo les es completamente desconocido. Aunque los roban en buen número de las estancias, lo hacen solo para comer su carne i aprovechar la piel.

Felizmente hasta ahora tampoco han sabido aprovechar las armas de fuego que obtienen cuando asaltan o asesinan a algún viajero desprevenido.

Tienen mucha astucia para sorprender a los viajeros. Se ocultan en cualquier depresion del terreno de manera que pasan desapercibidos. Cuando son sorprendidos huyen con una velocidad estraordinaria i no caminan sino casi como en cuatro piés, siendo difícil alcanzarlos.

Un sus asaltos a las estancias elijen las noches de luna; cortan los alambrados í hacen sus arreos de ovejas llevándolas a lugares pantanosos donde no pueden avanzar sino con dificultad. Cuando temen ser sorprendidos cortan a las ovejas las corvas (tendon de Aquiles), las desgarretan, para que los anímales no puedan moverse.

Aunque frecuentan las costas i se ponen en contacto con los yaghanes i aun los alacalufes, no han aprendido a fabricar canoas ni el empleo de ellas. Son esclusivamente indios de tierra firme.

Respecto a las creencias í ritos relijiosos de los indios onas, como la de las otras dos tribus, nada se sabe. Hasta ahora, ni los misioneros salesianos, ni los mineros de Tierra del Fuego han aprendido el gutural idioma que hablan los onas. Por otra parte, nadie se ha preocupado de hacer investigaciones a este respecto, al menos metódicas i prolongadas, de las que pueda sacarse alguna conclusion que merezca fé.

Son intelijentes i aun dóciles cuando son bien tratados. El grupo traído a Punta Arenas en agosto de 1895 ha dado a lo ménos quince a veinte adultos que en pocos meses ha demostrado la facilidad con que se adaptan hábitos de civilizacion. Los niños se prestan admirablemente para cambiar su sistema de vida i sobre todo cuando se hallan en poder de familias donde ellos ven prácticamente los usos i costumbres déla jente civilizada. Tanto se habitúan a la nueva vida, que tienen verdadero horror de volver al campamento indíjena, aun al lado de sus padres.

Estas observaciones serán motivo de mas lato desarrollo a la conclusion de esta memoria.

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Desde el establecimiento de la hacienda de Jente Grande, allá por el año 1884, en la bahía de ese nombre i la de «Tierra del Fuego Sheep Farming Cº» en Punta Anegada en 1891, venian repitiéndose por parte de los onas muchos robos de ganado que en algunas ocasiones asumieron la proporcion de ver[da]deras invasiones i arriadas en masa. Pero con los cercos i el personal numeroso de las estancias, del que una parte estaba destinado esclusivamente a recorrerlos constantemente, los hacendados obtuvieron alejar a los indíjenas, i hasta hace dos años toda la costa comprendida entre Porvenir i Punta Catalina podía considerarse como libre de sus incursiones.

Les quedaba aun a los onas mucho campo para sus cacerías i en las fertilísimas pampas que rodean a Bahía Inútil encontraban vida fácil i abundante alimento.

Posteriormente ha llegado la «Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego» i ha principiado a ocupar su inmenso lote de tierras i estendiendo sus cercos por aquí o por allá, ha estrechado mas aun el campo que daba sustento a los indíjenas i la lucha con ellos ha cobrado nuevo vigor i recrudescencia.

El establecimiento de otra estancia de la «Sociedad Esplotadora» frente a Bahía San Sebastian, i la que los salesianos han fundado en Rió Grande, un poco mas al sur, en territorio obtenido del Gobierno arjentino, ha hecho aun mas penosa la situacion de los indíjenas i provocado cruentas reyertas con aquellos pobladores.

Hoi el ona no ve en el hacendado sino el enemigo que pretende despojarlo de la tierra de que se considera señor i dueño absoluto, por haber nacido en ella i gozado siempre con toda libertad de sus productos. Le hace, de consiguiente, i cree obrar con todo derecho, una guerra encarnizada.

Ya anteriormente los mineros los habían maltratado sin piedad, arrebatándoles sus mujeres e hijos. Las mismas caravanas que con propósitos meramente científicos han cruzado la isla han hostilizado a los naturales, de manera que la tradicion de estas cruentas luchas en el pasado i los choques frecuentes en el día con los ganaderos que defienden sus majadas, a bala en ocasiones, contribuye a mantener entre indíjenas i blancos una desconfianza mútua que acarrea sucesos sangrientos.

La rápidez con que se multiplica el ganado lanar i el empeño de las autoridades tanto chilenas como arjentinas en colonizar pronto estos territorios, van haciendo día a día mas precaria la situacion de los indíjenas i necesariamente mas frecuentes sus choques con los blancos.

Debe, pues, buscarse como remediar esta situacion para proporcionar otros medios de subsistencia a los onas en reemplazo de lo que se les ha arrebatado. Ahora ¿cómo atraer a la civilizacion a este pueblo interesante, intelijente i vigoroso? ¿Cómo armonizar su existencia en la isla grande de Tierra del Fuego con los intereses industriales que en ella se han establecido i han de establecerse en corto tiempo mas?

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No podría escapar a la previsión del Gobierno de la República la situación que se creaba a los indíjenas de la Tierra del Fuego con la entrega de su territorio a la colonizacion industrial.

A mediados del ano 1887 se instalaron en el territorio de Magallanes los misioneros salesianos que hicieron ofertas al Gobierno de ocuparse de la civilizacion de todos los indios si se les entregaba por veinte años la isla Dawson.

El Gobierno se apresuró a aceptar la proposicion, que, en apariencia, resolvía el problema sin gravámen para el Erario Nacional, i dictó el decreto de 11 de junio de 1890, que copiado a la letra i dice:

«Vista la solicitud i antecedentes adjuntos, i considerando:

»Que hai conveniencia en que el Estado favorezca i estimule a empresas que tengan por objeto civilizar a los indíjenas de Tierra del Fuego;

»Que a mas de los fines humanitarios que se persiguen con tal sistema, tambien se contribuye con él a facilitar la colonizacion de tan apartados territorios de la República; i finalmente

»Que la propuesta que se hace en la solicitud arriba mencionada no impone al Fisco gravámen de ninguna clase,

»Decreto:

»Se concede al R. P. José Fagnano, como superior de los misioneros salesianos establecidos en Punta Arenas, el uso i goce de la isla Dawson, situada en el estrecho de Magallanes, a fin de que se establezcan en ella una capilla, una enfermería, una escuela destinada a la enseñanza de los indíjenas i las demás construcciones que creyeran necesarias para la esplotación de sus terrenos.

»Esta concesión se hace por un plazo de veinte años, contados desde la fecha en que se dé al mencionado padre Fagnano posesion de la mencionada isla; pero si el Estado resolviera dar otro destino a los terrenos otorgados, podrá reivindicarlos, dando al concesionario, para los efectos del desahucio i con dos años de anticipacion, el aviso correspondiente.

»Las mejoras en los edificios introducidos en la isla Dawson las abonará el Fisco a justa tasacion de peritos nombrados, uno por cada parte, si los referidos misioneros no alcanzan a disfrutar diez anos los terrenos concedidos.

»Autorízase al Gobernador de Magallanes para que, en representacion del Fisco, proceda a reducir a escritura pública el presente decreto.

»Tómese razón, rejístrese i comuníquese.— (Firmado) - BALMACEDA.— Juan E. Mackenna

En junio o julio del año 1887 llegaron a Punta Arenas, procedentes de Buenos Aires, los tres primeros salesianos cuyo jefe era monseñor José Fagnano. En el curso del año 1888 tomaron posesion de la isla Dawson, sin que aparezca en los archivos de la Gobernacion antecedente alguno que los autorizara para esa ocupacion. Debo llamar aquí la atencion que el decreto supremo que les concedió el uso de la isla es de fecha mui posterior, 11 de junio de 1890.

Así, pues, ántes de esta última fecha ya habían construido una pequeña capilla en Bahía Harris de Dawson i algunas otras pequeñas construcciones, i en la estremidad setentrional de la isla instalaron una estancia de ganado lanar.

Hasta fines de 1894 los pocos indíjenas que visitaban la mision salesiana de Bahía Harris eran alacalufes i la pequeña escuela contaba apénas con una veintena de niños; unos i otros permanecian en la isla solo ocasionalmente, de tal manera que los resultados de la mision en pro de la civilizacion de ellos era, puede decirse, nula o mui insignificante.

Los alacalufes llegaban a la isla en sus canoas, con sus familias, para quedar ahí algunos días i cambiar sus píeles de nutria por algunas provisiones, partiendo despues a continuar su errante vida por los canales i el estrecho.

En esas temporadas los niños asistian a la escuela, pero, como se comprende, sin sacar provecho alguno.

Algunos indíjenas aviniéronse, sin embargo, a quedar en la isla como sirvientes o marineros.

Estos, en número que no excede de siete u ocho, son los únicos que en siete años comprenden unas cuantas palabra españolas aprendidas en sus frecuentes viajes a Punta Arenas en la goleta María Ausiliadora, perteneciente a los salesianos.

Entre tanto, como se ha dicho antes, la «Sociedad Esplotadora de la Tierra del Fuego» ocupaba sus tierras haciendo recrudecer la lucha entre los ganaderos i los onas, que traia, entre otras consecuencias, la destruccion de buen número de ovejas.

En estas circunstancias se presentó el R. P. José Fagnano al Consejo Directivo de la Sociedad Esplotadora de Valparaíso, el 16 de mayo de 1895, solicitando que por cada indio ona que se trasportara de las estancias de la Sociedad a la isla Dawson se le diera a la misión una cantidad determinada. Termina monseñor Fagnano su solicitud con este acápite: «Llamando los sentimientos humanitarios de los directores i confiando en su perspicacia en el negocio, espero una favorable resolucion a mi pedido».

El directorio atendió la solicitud del R. P. Fagnano i acordó darle una libra esterlina por cada indio ona que se enviara a Dawson.

Antes habia insinuado monseñor Fagnano que so le dieran por la Sociedad tres mil ovejas que representaban un valor de treinta mil pesos, insinuacion que no fué aceptada.

Así, pues, solo desde los primeros meses de 1895 hai onas en Dawson, siendo ántes de esa fecha todos los asilados de la raza alacalufe (o sea de los canales).

El 28 de noviembre del año próximo pasado, día fijado para el levantamiento del censo jeneral de la República, se trasladó la cañonera Magallanes a la isla Dawson, i una comision de oficiales procedió a levantar el empadronamiento de sus habitantes, que dió el resultado siguiente:

Total jeneral de pobladores, 202.
Divididos así:

Población blanca:

  Sacerdotes salesianos 3
  Hermanas de M. A. 6
  Empleados estranjeros, hombres 8
  Empleados chilenos, hombres 5
  Empleadas chilenas, mujeres 2
  Niños de las últimas 2
   
    26

Población indíjena, distribuida así:

       0 a 1 año 4 hombres 7 mujeres 11
  1 a 7 15 17 32
  7 a 15 9 18 27
  15 a 25 27 32 59
  25 a 40 14 20 34
  40 a 50 8 8
  50 adelante 1 4 5
       
        176

De estos 176 indíjenas eran:

     Alacalufes, hombres 27
  Alacalufes, mujeres 38
   
        O sean 65

     Onas, hombres 48
  Onas, mujeres 63
   
        O sean indíjenas onas 111

De los datos anteriores se deducen claramente las siguientes conclusiones:

1.ª En ocho años, desde que se fundó la mision salesiana de la isla Dawson, el número de indíjenas aislados en ella ha sido insignificante, pues que a la fecha del censo alcanzaba a 176 solamente;

2.ª Setenta i cinco indios son niños menores de 15 años o ancianos mayores de 50, edades ámbas impropias para el trabajo; i

3.ª Había solo 101 personas de edad comprendida desde 15 a 50 años, divididos en 41 hombres i 60 mujeres.

A la fecha actual, con las remesas hechas de una parte de los indíjenas traidos a Punta Arenas en el pasado invierno i otras que se han hecho directamente de bahia Inútil, su número fluctúa al rededor de 300.

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Los edificios de bahía Harris, asiento de la misión salesiana de isla Dawson, han sido considerablemente aumentados en vista de instalaciones de talleres varios que se proponen establecer los misioneros.

Se han construido ademas algunas casuchas de madera para habitaciones de los indíjenas, de manera que a primera vista el establecimiento de Dawson pareceria corresponder al fin que se persigue de ilustrar a los indíjenas que a él llegan en los principios de la civilizacion, enseñándoles al mismo tiempo algunos oficios manuales que habrian de servirles para transformarlos en séres útiles a sí mismo i a la sociedad.

Desgraciadamente, ni los hechos, ni el sistema implantado por los padres salesianos en la mision de isla Dawson, corresponden a esa conclusión.

El personal superior, docente i aun el de trabajo, se compone casi en su totalidad de italianos. Algunos no poseen el español i el resto lo conoce muí imperfectamente.

Algunos chilenos están empleados ahí para el servicio de campañistas en atender al ganado bovino.

La hacienda lanar está confiada a un pastor escocés.

En jeneral, todos los indios habitan en las inmediaciones del establecimiento segun sus costumbres naturales, siendo mui reducido el número de los que ocupan las casuchas de madera.

Los indios adultos de ámbos sexos son mantenidos en la mas completa ociosidad durante todo el día. Alguna vez uno de ellos suele tomar un hacha para cortar un poco de leña para su fogata, a cuyo alrededor están con sus familias.

A ciertas horas del día se les reune en la capilla u otro lugar para repetir en coro, sin darse cuenta de su significacion, las [can]ciones que en voz alta recita algun sacerdote o hermana salesiana.

Dos veces al día son racionados en crudo, cuando hay carne; cocinada, cuando la merienda se compone de otros alimentos.

No han adelantado mucho en el arte de cocinar, pues aunque algunos poseen ollas, siempre se ve, aun dentro de las casuchas, el espectáculo repugnante de comer carne o pescados crudos en estado de descomposicion a veces.

En ocasiones los hombres suelen ser empleados en groseros i rudos trabajos, pero no se nota en ellos la satisfaccion de una necesidad de la vida sino el cumplimiento de la órden que les da el que los domina. ¿Qué placer, qué aliciente pueden encontrar en las tareas a que son obligados?

En la isla les están vedados en gran parte los goces de la familia, únicos que pueden apreciar en su vida libre i nómade en las pampas de su suelo natal i que les sirven de poderoso estímulo para dedicarse a la caza i aun a los peligros de la guerra.

Desligados así de toda iniciativa i libertad, sin ocupaciones que cautiven su espíritu o lleven a su cerebro ideas nuevas, suspirando por aquella vida de movimiento i completa independencia a que se hallan habituados, lamentando el cautiverio i estrechez en que viven, se apodera de ellos la nostaljia i decaen física i moralmente, predisponiéndose su naturaleza a males que minan i concluyen con su mísera existencia.

Bien se deja comprender que con semejante réjimen los salvajes no pueden penetrarse de las ventajas de la civilizacion ni adquirir hábitos de trabajo que pudieran valerles para subvenir a las necesidades de la vida.

La inmovilidad, la sujecion a prácticas para ellos completamente estrañas, incomprensibles, sin aplicacion a juicio de sus burdas intelijencias, la escasa alimentacion que no puede satisfacer estómagos acostumbrados a repletarse con las mas groseras pero grasas sustancias, aquella vida fija, tan contraria con sus hábitos nómades, bajo la autoridad severa e inflexible de sus guardianes, no son indudablemente circunstancias que puedan atraerlos a la civilizacion; mui al contrario, los conducen al mas amargo desaliento i a la muerte.

Conocido es el poder de asimilacion de costumbres en los pueblos salvajes por la vista de otros hábitos. Si en la isla Dawson hubiera algunas decenas de familias chilenas con sus hijos, dedicadas al cultivo de la tierra, a la industria de lechería i a las mil atenciones del hogar, i los indíjenas los rodearan viendo a cada instante esa actividad de la familia civilizada para proporcionarse su sustento diario i mayores comodidades, les serviría a la vez que de valiosa escuela, de distraccion. No tardarian en mezclarse con esas familias, serian ocupados en este o aquel trabajo doméstico i en mui poco tiempo cambiarian de manera de ser i comprenderian de una manera práctica las ventajas de la vida civilizada.

Tal es lo que ha sucedido en Punta Arenas con el grupo de indíjenas traidos en el pasado invierno. Mui poco tiempo despues de su llegada visitaban las casas, partian leña, hacian mil menesteres domésticos i conocieron el valor de la moneda. Volvian diariamente a la misma casa i pedian una remuneracion por su trabajo, con la cual compraban carne i otros alimentos que llevaban a sus familias alojadas en el campamento. (1)

(1) Bien digno de notar es el horror o repugnancia que estos indios tienen por toda bebida alcohólica. Jamás en Punta Arenas durante los seis o siete meses que quedaron en el pueblo en contacto diario con la poblacion, se vió a un indio en estado de ebriedad. Aunque se les ofreciera cerveza u otros licores, siempre rehusaban.

Aun los indios asilados en el cuartel de policía viviendo con los soldados, que son jeneralmente aficionados a las bebidas, han conservado hasta ahora esa temperancia verdaderamente incorruptible.

Recien llegados a Punta Arenas se les alojó en un galpón próximo a la playa, se les colocaron varias tinas con agua i jarros para beberla. Sea desconfianza u otro motivo salían a la calle, se echaban de bruces sobre el arroyo i satisfacian su sed bebiendo como los animales.

Pues bien, los misioneros salesianos se han resistido tenazmente a aceptar familias chilenas para llevar a la isla Dawson. Antes i despues de la venida a Punta Arenas de las familias chilotas que han traido a este puerto la Magallanes i el Angamos, se les ha ofrecido por la Gobernacion el envío de algunas de ellas a Dawson i siempre han rehusado. No se les exijia gasto alguno de trasportes ni ménos salarios, solamente se les señalaba algun punto de la isla favorable para la horticultura. Quieren, en suma, estar enteramente solos, sin ningun testigo estraño que presencie i pueda comentar sus actos.

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Los niños de ambos sexos mayores de cuatro años están repartidos en dos escuelas. Las hermanas de María Ausiliadora tienen a su cargo las niñitas. La de hombres es rejentada por un sacerdote salesiano. Las primeras viven i duermen en el departamento especial de las hermanas. Los niños ocupan una gran pieza en un galpon donde tienen ademas de los talleres incipientes, su sala de estudio i el dormitorio.

A unos i a otros se les enseña a leer, escribir, el catecismo i nociones mui elementales de jeografía, historia sagrada i aritmética.

Esta elemental enseñanza peca por su base: la completa deficiencia del personal docente. Los padres destinados a esta tarea, son, como se ha dicho antes, todos ellos italianos que poseen mui imperfectamente el español. El acento con que los pequeños alumnos pronuncian las palabras tiene mucho de la lengua nativa, la fueguina, mucho del italiano i bien poco del español, la lengua patria.

En cuanto a las hermanas, pasa mas o ménos igual cosa, aunque haya entre ellas algunas chilenas; pero que no han salido de la clase mas ilustrada de esta colonia.

Hai aun otra consideracion de importancia que tomar mui en cuenta. No es posible aceptar para pequeños salvajes que carecen del idioma i usos de un pueblo culto que no conocen los mil objetos i productos que a nosotros nos son familiares a esa corta edad, el sistema ordinario de instruccion que se emplea en las escuelas primarias, ni los libros que usan para iniciarlos en las primeras letras.

Cada palabra del silabario debe tener a la mente del niño la espresion de una idea o el recuerdo de un objeto que le sea conocido, familiar, para así conservarla en su mente.

En Dawson los salvajes son iniciados en el idioma español por la lectura en coro de los libros de Núñez i de la Historia Sagrada, i como unos i otros tratan de cosas tan estrañas e incomprensibles para ellos, no avanzan un paso en el idioma que se pretende enseñarles. Recitan o mejor repiten un trozo de historia sagrada o una oracion del catecismo que otro lee en voz alta, sin tener la menor idea de las palabras que emplean. Hablar, contestar a una pregunta que se les haga, hacer alguna observacion, manifestar una idea, jamas!

Si el maestro salesiano que educa los niños fueguinos poseyera el dialecto de éstos, podría hacerles esplicaciones, iluminar su mente, esplicar el significado de la palabra española, pero hasta ahora solo han aprendido una media docena de palabras de las mas vulgares.

La causa de esta pobreza de resultados no solo es debida a la insuficiencia de los maestros i su mal método de enseñanza, sino tambien, i quizas mas principalmente a la falta de contacto de los indíjenas con niños civilizados, de los que poco a poco tomarian los hábitos i el idioma.

De los niños que se distribuyeron entre las familias de Punta Arenas, hijos de los indíjenas traídos en el invierno pasado, todos ellos han progresado notablemente en pocos meses, tanto en sus hábitos como en el conocimiento de la lengua española. Debido, como tantas veces lo he dicho, al contacto íntimo con las familias, esos niños conversan, piensan, discurren, esplican lo que se les pregunta; se conoce, en suma, que su infantil intelijencia es bien susceptible de modificarse, de asimilarse los nuevos conocimientos i, diré, de dijerirlos i de aprovecharlos.

Algunos de estos niños han sido colocados por sus guardadores en las escuelas fiscales i es bien digna de admiracion la facilidad con que aprenden a leer.

Mas aun, otros muchachos indíjenas, que viven con familias estranjeras, aprenden admirablemente a espresarse en frances, inglés, aleman, etc., sin olvidar la lengua nativa.

Como se ha dicho ántes, estimo que la vida íntima de la familia es el mas poderoso medio para civilizar un indíjena, cualquiera que sea el sexo o edad del salvaje.

Los niños indíjenas de la isla Dawson, ademas de asistir a las escuelas, reciben, las niñas, lecciones da costura, i los hombres, algunos de ellos, de música. Considero inútil entrar a apreciar el adelanto de ellos en estos ramos, como tampoco el aprovechamiento en otros trabajos u obras a que acostumbran a los indios, al decir de los misioneros.

Doloroso me es decirlo, pero los salesianos de Dawson, para demostrar la eficacia de su sistema de instruccion i educacion, recurren a medios, a veces bien pueriles, que todo individuo que visita su mision penetra con sorpresa i tristeza a la vez. A toda costa i valiéndose de esos medios quieren significar su constante preocupacion por el bienestar i educacion de los indíjenas.

Esos mismos procedimientos que no pueden engañar a ninguna persona medianamente ilustrada i observadora, son uno de los oríjenes del descrédito de los misioneros sálesianos.

Si la accion de estos misioneros, estudiada en detalle, se presta a la mas severa critica, el plan jeneral que se desprende de sus actos i de la ubicacion de sus establecimientos no es ménos reprobable e inaceptable para el pais como el camino que ha de conducirnos a la civilizacion i asimilacion de la raza ona.

El establecimiento principal se halla situado en una isla apartada de las costas de Tierra del Fuego. Hai que llevar allí los indíjenas despues de arrancarlos violentamente a la tierra en que han nacido i vivido, separándolos de los séres que aman, procedimiento que pugna contra todo sentimiento humanitario.

La mision de Río Grande, en la parte arjentina de la Tierra del Fuego, fundada últimamente por los salesianos, no responde a propósito alguno civilizador. Es simplemente una estancia de ganadería; pero, aun en el caso que tuviera por objeto propender a la civilizacion de los naturales, ella no podria satisfacer, desde el punto de vista nacional, puesto que se encuentra en territorio estranjero.

Por otra parte, los misioneros salesianos que se cambian de Dawson, territorio chileno, a Río Grande, territorio arjentíno, tienen que predicar a los neófitos indíjenas allí el amor a la patria chilena i acá a la patria arjentina. Esto es inaceptable i se halla en pugna con los sentimientos que despierta la palabra patria.

No hai ejemplo en la historia del mundo de que haya podido civilizarse un pueblo salvaje sin que el pueblo civilizador se mezcle a él para trasmitirle los hábitos de cultura, dominando su resistencia i desconfianza i despertando en él nuevos sentimientos i nuevas ideas.

El pueblo araucano, el mas indómito quizás de la tierra, resistió a la dominación de los incas ántes del descubrimiento de Chile. Llegados los españoles resistió todavía durante tres siglos i medio. Fué necesario que el Gobierno de Chile, en época demasiado reciente para recordarla, fundara numerosos pueblos; cruzara su territorio con telégrafos i ferrocarriles; mezclara el pueblo chileno con él para conseguir dominarlo i civilizarlo.

Igual procedimiento debemos seguir con los onas si no queremos que esta vigorosa sangre se estinga.

Necesitamos hombres de buena voluntad i bastante abnegados que se resuelvan a vivir entre los indíjenas en su propio territorio, para inducirlos poco a poco a abandonar esa vida errante i azarosa que llevan i enseñarlos a construir vivienda que los resguarde de las crueles inclemencias del tiempo de estas rejiones; hombres que con su ejemplo les demuestren cómo con el trabajo i la prevision no se carece de alimento durante todo el año, i que abran a sus intelijencias los horizontes para ellos desconocidos de la civilizacion i de la patria.

De esa manera se llegaría pronto al fin perseguido sin violentar los sentimientos humanitarios, i armonizándolos, por el contrario, con los intereses industriales i de colonizacion que queremos radicar en la grande isla de Tierra del Fuego.

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Si se crearan pequeños puestos militares en el territorio indíjena, es indudable, dado el carácter de los indios i los ningunos medios de movilidad de que disponen, que bastarian para mantenerlos tranquilos i se evitarian los robos i matanzas de ganado que canto perjudican a los hacendados i que son el oríjen de la lucha iniciada ya entre bárbaros i civilizados.

Los hacendados no tendrian reparo en imponerse ellos mismos una lijera contribucion de carne en beneficio de los indios, i éstos no tendrian necesidad de acudir al robo de las ovejas para atender a su subsistencia.

El personal da aquellos puestos, al mismo tiempo que estaría encargado de la vijilancia de los naturales i del territorio, serviria de amparo i garantía a las industrias; propenderia a la civilizacion de los onas atrayéndolos e inducíendolos a radicarse en las vecindades con los ausilios de alimento que les ofreceria i que, como se ha visto ántes, proporcionarian los mismos hacendados.

Poco a poco el indio iria comprendiendo las ventajas del trabajo i del cultivo de la tierra, la utilidad de los animales domésticos i la necesidad de establecerse fijamente en un punto.

La ubicacion de estos puestos militares debe ser cuidadosamente estudiada para satisfacer al triple propósito que se persigue: civilizacion de los indios, colonizacion de la isla i proteccion eficaz para el tranquilo desarrollo de sus industrias.

Por lo que se refiere al personal de cada puesto no hai necesidad de que fuera numeroso. Quedaria bien guardado i podria atender a toda emerjencia con solo tres guardianes. No son mas numerosos los individuos que actualmente mantienen los estancieros en los puestos para el cuidado de las ovejas i todavía se hallan separados unos de otros por distancias de 15 o mas kilómetros, habiendo en algunos un solo hombre.

Los guardianes deberian ser casados i residir con sus familias para enseñar con su ejemplo a los indios.

A la cabeza de cada puesto debe colocarse un misionero franciscano, por considerar a los de esta filantrópica órden relijiosa como los mas a propósito para estas tareas de catequizar a los indios i de enseñar a los niños. Por lo demás, 1os franciscanos han demostrado en Arauco su abnegacion i dado pruebas del éxito de sus trabajos.

Escojiendo para la ubicacion de cada puesto una comarca que se preste para trabajos agrícolas, industria de madera u otras, no seria difícil obtener que algunos colonos nacionales se establecieran allí, lo que contribuiria poderosamente a la civilizacion de los indíjenas i a que éstos adquieran prontamente el idioma i los hábitos nacionales. Al cabo de pocos años cada puesto estaría ya trasformado en un pueblo i así insensiblemente la poblacion indíjena se habría mezclado con la blanca.

En armonía con lo que dejamos espuesto, se podrian crear desde luego tres puestos militares, distribuidos en la isla como sigue:

1.° En la comarca del cabo Boquerón, entre Bahía Inútil i el puerto de Porvenir. Se calculan en 300 a 550 los indios que viven en esta parte al abrigo de los matorrales de leña-dura. Este puesto concentraria estas tribus i evitaria sus incursiones a las haciendas de las vecindades de Porvenir i de la parte setentrional de Bahía Inútil.

2.° Al pié de pico Nose (Nose-peak) en la costa meridional da Bahia Inútil. Hai allí buenas tierras de labranza i bosques ricos en buenas maderas. El puesto quedaría entre las haciendas del rio Marazzi i caleta Josefina i las numerosas tribus que habitan al sur de Bahía Inútil, en fácil comunicacion con las haciendas mencionadas i la isla Dawson.

3.° A orilla del Río Grande, inmediato a la frontera arjentina. Este quedaria ubicado en un punto donde mas abundan los matorrales 1 desde donde emprenden sus escursiones hácia el norte para robar ganados. Quedaria cercano al establecimiento salesiano en territorio arjentino i en fácil comunicacion con río Marazzi i pico Nose.

Los gastos en edificios que demandaria la instalacion de cada puesto pueden calcularse como sigue:

         Casa de la mision, con capilla i escuela $ 5,000
  Id. para la policia 3,000
  Corrales, cercados, etc 1,000

Tanto a los guardianes i sus familias como a los indíjenas que se radicaran en cada puesto deberá concedérseles tierras i algunos elementos que se ofrecen a los colonos, aumentándoseles con una vaca lechera i algunas semillas.

Durante el primer año seria indispensable racionar a todos los habitantes de cada puesto, porque debe tomarse en cuenta que durante ese periodo no obtendrian del suelo recurso alguno.

Corresponderia al personal de cada puesto vijilar a los indíjenas, atraerlos a radicarse en las inmediaciones, enseñarlos a construir habitaciones i vivir en ellas i a obtener recursos para la vida del cultivo del suelo i de la domesticidad de los animales.

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La isla Dawson, cuya estension, 133,000 hectáreas, situacion jeográfica i riqueza de suelo la hacen uno de los puntos mas favorables del territorio magallánico para la colonizacion, deberá ser aprovechada tambien con el mismo fin civilizador, así como los establecimientos fundados en bahía Harris por los salesianos i los servicios de estos mismos misioneros.

Hemos tratado de probar en esta memoria que la accion de los salesianos como misioneros es nula en la Tierra del Fuego e ineficaz en bahia Harris por diversas circunstancias. Haciendo desaparecer éstas se puede obtener beneficio de estos misioneros.

Llevando colonos chilenos a la isla Dawson i agregándoles indíjenas, removeríamos una de las causas que mas retarda o mejor imposibilita que los indios adquieran hábitos e idioma nacionales i entren por la vía de la civilizacion, aprendiendo por el ejemplo práctico i de cada instante cuanto es menester para asegurarse la subsistencia.

Por otro lado, el establecimiento de talleres realizados con seriedad por los salesianos seria poderosa ayuda para dar ocupacion a los indíjenas i enseñarles artes i oficios manuales que los hicieran útiles a la sociedad. Existe ya una base de alguna importancia para esto i creo que debemos contar con la buena voluntad de la congregacion salesiana para darle mejor forma i poder obtener resultados benéficos.

El establecimiento de bahia Harris, bajo la direccion de los salesianos, podria llegar fácilmente a convertirse en una especie de escuela de oficios para los indios i los hijos de los colonos que quisieran aprovecharla, semejante a otras justamente celebradas que los mismos padres han fundado en algunas ciudades de la República.

En la isla Dawson se acojerian todos los niños que mostraran buena voluntad i disposiciones para entrar rápidamente en la vida civilizada, i de ahí saldrian una vez terminado su aprendizaje para ir a establecerse en otros puntos del territorio como colonos i ayudar con su ejemplo a la civilizacion de los demas.

Los salesianos i con ellos muchas personas, sostienen que los indios adultos no son susceptibles de civilizarse. Agregan que de los niños solo puede esperarse algo. La primera opinión es errónea, i lo ha venido a demostrar el grupo de fueguinos traidos el invierno pasado a Punta Arenas.

En el cuartel de policía de Punta Arenas se ha ocupado a más de quince indios adultos, que despues de pocos meses han demostrado su facilidad para adaptarse a los nuevos hábitos de vida. Hoi circulan por toda la población libremente, respetuosos i tranquilos, i llenan con conciencia toda comision que se les confía. Vuelven noche a noche al cuartel i jamas han pretendido arrancarse. Algunos de ellos han sido confiados a familias i están mui satisfechas de su conducta. Hablan bastante español, al menos para darse a entender sin dificultad.

En el crucero Errázuriz se embarcó otro pequeño número de fueguinos. Apenas han trascurrido dos meses i medio i ya su comandante ha anunciado a la Gobernacion que tres de ellos tienen las aptitudes i la educacion necesarias para ser enganchados como grumetes, entrando así a formar parte de la sociedad i con el glorioso uniforme de los miembros de la Armada nacional.

Naturalmente hai individuos soberbios, recalcitrantes; pero aun estos mismos, tratados con suavidad i con paciencia, cambiarán de modo de ser.

Pero ejemplos como los primeros citados, hai muchos.

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Como queda dicho, la isla Dawson posee condiciones naturales que harán de ella, una vez colonizada, un centro productor e industrial de importancia, de manera que es mui favorable para llevar allí los indíjenas.

Mas para que esta medida produzca todos sus frutos, es necesario que se haga sin violencia.

Colocando todos los establecimientos bajo la vijilancia i con la intervencion conveniente de las autoridades administrativas i con un réjimen de libertad para que los indíjenas vivan i formen sus familias a su entero albedrío i no tengan que someterse al sistema de vida casi monacal de hoi, que tiene que serles odioso, los resultados serán mucho más provechosos.

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Resumiendo el contenido de esta memoria, llegamos a las siguientes conclusiones:

1.ª Las razas fueguinas merecen toda clase de atencion para su mantenimiento. Con la entrega a la industria particular de la mayor parte del territorio de la Tíerra del Fuego, los indíjenas han sido despojados del campo que proveia a su sustento diario i debe, en consecuencia, remplazárseles por otros recursos.

2.ª Aunque la lucha entre los índíjenas i los colonos está casi justificada para los primeros por su estado de miseria, tampoco es posible que un valioso territorio de la República sea sustraído a la colonizacion.

3.ª Las misiones establecidas en la isla Dawson por los sacerdotes salesianos no responden en manera alguna al fin para el cual fueron creadas. Ni su ubicacion, ni su personal, ni el sistema adoptado son a propósito para civilizar a los indíjenas. La prueba mas evidente es el pobrísimo resultado obtenido, pues en siete años de existencia no han entregado un solo individuo bien civilizado a la sociedad. El número mismo de indíjenas asilados allí actualmente manifiesta esos pobres resultados.

4.ª Las misiones deben establecerse en los centros mismos que habitan los indíjenas para evitar la crueldad de arrebatarlos a su suelo, a sus familias i confinarlos en una isla donde carecen de su libertad natural. Para ello deberán establecerse por ahora tres puestos militares en los puntos indicados i excitar que colonos chilenos se establezcan en ellos para que los indíjenas vean prácticamente lo que es la vida civilizada.

5.ª Al frente de cada puesto deberá colocarse un misionero franciscano, chileno, que catequice a los indíjenas, enseñe a sus hijos i les inculque a ámbos el amor a la patria chilena.

6.ª La misión salesiana de la isla Dawson se mantendrá como un centro superior en el cual se enseñe a los indíjenas las artes i oficios manuales; pero con la condicion de que haya en ella familias chilenas para que continúen los indios que se envíen a ella adquiriendo, por el ejemplo, las nociones de la vida civilizada.

7.ª Tanto los puestos militares de Tierra del Fuego como la mision salesiana de Dawson, quedarán bajo la supervijilancia de la autoridad administrativa del territorio.

Punta Arenas, 8 de abril de 1896.— M. Señoret.

Núm. 13.— Santiago, 22 de abril de 1896-— Publíquese en el «Diario Oficial».— Anótese.— Por el Ministro, E. PHILLIPS.