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Álbum Última Esperanza

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Sr. Emilio Bustos
Ovejero de la Sección «Laguna Amarga»
Shepherd of the «Laguna Amarga» Section

(Última Esperanza)
Claro de luz entre el torbellino
Sunshine amidst the storm

[Foto: A. M. de Agostini]

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Al pasar por la sección «Laguna Amarga», en busca de fotografías y datos nos llamó la atención la pieza ocupada por el antiguo obrero de la compañía, señor Emilio Bustos y curiosos como todo periodista nos interesamos en interrogarlo para que nos contara algo de su larga campaña en las faenas del campo. Con toda amabilidad como buen chileno, nos mostró su habitación. En ella se encontraban herramientas de zapatero, peluquero, carpintero, sastre etc. etc., las cuales le servían para que él mismo se arreglase sin necesidad de solicitar la ayuda de nadie. En un rincón de la pieza habían dos elegantísimas maletas que más bien parecían pertenecer a un viajero millonario que no a un humilde y fiel trabajador.
Entre otras muchas cosas, con gran satisfacción nos mostró una libreta del Banco en la cual constaba que tenía depositada la bonita cantidad de 23 mil pesos, todo ello, producto del ahorro de sus 16 años de servicios en la compañía en calidad de ovejero. Al preguntarle por las maletas de tan buena calidad, nos dijo, que las había comprado en Concepción en el viaje que hace tres años hizo para descansar un poco y en el cual había invertido la suma de seis mil pesos con las cuales recorrió casi todo el país. Como puede verse este es un caso digno de alabarse y ojalá todos los trabajadores de campo que tantísimos sacrificios les cuesta ganar la plata, imitaran al señor Bustos y ahorraran como él sus sudores.
While travelling through the «Laguna Amarga» Section, in pursuit of photographs and information, our attention was caught by the room occupied by the long-time worker Mr. Emilio Bustos. Journalistic curiosity led me to ask him about his long career in ranching. With natural Chilean courtesy, he showed us his room. There were tools of the cobbler, the hairdresser, carpenter, tailor etc, all of which allowed him to be self-sufficient. In one corner of the room stood two very elegant suitcases, more worthy of a millionaire than a humble, loyal worker. Among the many items we saw, one in particular he showed us with great satisfaction: his bank deposit book, with the substantial balance of 23,000 pesos, savings from 16 years of service as a shepherd.
When asked about the fine suitcases, he replied that he had bought them in Concepción three years ago for 6,000 pesos, using them for a vacation trip which covered almost the whole country. Clearly, this is a case worthy of praise: if only all those rural labourers, who make so many sacrifices to earn their wage, would imitate Mr. Bustos and bank their efforts.