Al pasar por la sección «Laguna Amarga», en busca de fotografías
y datos nos llamó la atención la pieza ocupada por el antiguo
obrero de la compañía, señor Emilio Bustos y curiosos como
todo periodista nos interesamos en interrogarlo para que nos contara algo de
su larga campaña en las faenas del campo. Con toda amabilidad como buen
chileno, nos mostró su habitación. En ella se encontraban herramientas
de zapatero, peluquero, carpintero, sastre etc. etc., las cuales le servían
para que él mismo se arreglase sin necesidad de solicitar la ayuda de
nadie. En un rincón de la pieza habían dos elegantísimas
maletas que más bien parecían pertenecer a un viajero millonario
que no a un humilde y fiel trabajador.
Entre otras muchas cosas, con gran satisfacción nos mostró una
libreta del Banco en la cual constaba que tenía depositada la bonita
cantidad de 23 mil pesos, todo ello, producto del ahorro de sus 16 años
de servicios en la compañía en calidad de ovejero. Al preguntarle
por las maletas de tan buena calidad, nos dijo, que las había comprado
en Concepción en el viaje que hace tres años hizo para descansar
un poco y en el cual había invertido la suma de seis mil pesos con las
cuales recorrió casi todo el país. Como puede verse este es un
caso digno de alabarse y ojalá todos los trabajadores de campo que tantísimos
sacrificios les cuesta ganar la plata, imitaran al señor Bustos y ahorraran
como él sus sudores.
While
travelling through the «Laguna Amarga» Section, in pursuit of photographs
and information, our attention was caught by the room occupied by the long-time
worker Mr. Emilio Bustos. Journalistic curiosity led me to ask him about his
long career in ranching. With natural Chilean courtesy, he showed us his room.
There were tools of the cobbler, the hairdresser, carpenter, tailor etc, all
of which allowed him to be self-sufficient. In one corner of the room stood
two very elegant suitcases, more worthy of a millionaire than a humble, loyal
worker. Among the many items we saw, one in particular he showed us with great
satisfaction: his bank deposit book, with the substantial balance of 23,000
pesos, savings from 16 years of service as a shepherd.
When
asked about the fine suitcases, he replied that he had bought them in Concepción
three years ago for 6,000 pesos, using them for a vacation trip which covered
almost the whole country. Clearly, this is a case worthy of praise: if only
all those rural labourers, who make so many sacrifices to earn their wage, would
imitate Mr. Bustos and bank their efforts.