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Biblioteca Patagónica

Tierra del Fuego: Historias de Marineros y Salvajes (1851—1900)
Contactos entre barcos y grupos nativos, según reportajes en la prensa de habla inglesa [en inglés]

PRESENTACIÓN

canoas

Resumen

Esta colección presenta y analiza informes de contactos espontáneos entre las tripulaciones de buques "occidentales" y la población indígena, principalmente nómades marinos de los grupos Kaweskar y Yámana, en torno a la costa de Tierra del Fuego (incluyendo la parte occidental del Estrecho de Magallanes). Los 29 artículos estudiados fueron publicados en periódicos de habla inglesa, durante los años 1851 a 1900, en Australia, EE.UU. y Nueva Zelanda. Varios de los artículos dan cuenta de la pérdida de buques de vela, o de su abandono, seguido de encuentros peligrosos con los nativos locales. Para ilustrar sobre las opiniones predominantes de la época, se incluyen otros artículos de carácter general y descriptivo.

Los periódicos fueron un medio importante para la comunicación de información en la sociedad del siglo XIX; por lo tanto, se puede considerar que estas noticias esporádicas reflejaban la opinión pública, y tal vez la habían formado. La perspectiva del tiempo ha demostrado que algunas de las declaraciones y opiniones presentadas en estos informes son falsas o evidencian fuertes prejuicios raciales. El lector deberá comprender que, por lo mismo, sirven como prueba de los temores y actitudes discriminatorias prevalentes en una época, y desgraciadamente, a veces, no totalmente erradicadas.

Los primeros visitantes europeos

Desde la primera visita europea a la región (Magallanes, 1520) en adelante hubo interacciones ocasionales entre los blancos y los nativos [véase "Terminología", más abajo]. Aunque no siempre pacíficos, eran generalmente contactos fugaces. Este status quo cambió significativamente en el siglo XIX, con la visita de expediciones hidrográficas y científicas de más larga estadía en la zona, junto con un crecimiento notorio en el número de barcos navegando la ruta del Cabo de Hornos.

Navegación comercial

El comercio mundial del siglo XIX utilizaba una gran flota de barcos mercantes. Los navíos transportaba tanto mercaderías como pasajeros, entre Europa y América del Norte, como también hasta partes más lejanas, en el sur de África, el Lejano Oriente, Australia y Nueva Zelanda. En países de habla inglesa, los periódicos contaban generalmente con una sección especial dedicada a noticias marítimas. Ésta proveía información sobre los movimientos de buques, especialmente del retraso o de la pérdida de un barco, y era sumamente importante para los propietarios, las compañías de seguros y los transportistas, sin mencionar naturalmente las familias de los tripulantes involucrados. Por su interés humano, con frecuencia se publicaban también las declaraciones de los sobrevivientes y testigos de alguna catástrofe.

La dimensión misionera

En consonancia con los intereses comerciales intercontinentales, la actividad misionera cristiana también aumentó — tanto dentro de los países de habla inglesa, como en otros lugares. El sur de América del Sur era una de las regiones de atención creciente. El interés del público había sido estimulado, en parte, por las narraciones del capitán Robert FitzRoy y del naturalista Charles Darwin. Tierra del Fuego continuaba siendo un lugar poco conocido, y sus distintivos nómades canoeros, que habitaban la ruta marítima entre Atlántico y Pacífico, evocaban la curiosidad y cierto asombro. Parece que las muertes por inanición del misionero británico Capitán Allen Gardiner y de sus compañeros en el Canal de Beagle (1851), altamente publicitadas, sirvieron como punto de enfoque para la atención del público.

Cinco décadas de informes

Desde 1851 en adelante, el contacto entre blancos y nativos en la región del Cabo de Hornos se convirtió en noticia. Los casos mortales recibieron un tratamiento excepcional, sobre todo cuando un sobreviviente informaba de cómo sus compañeros murieron ahogados accidentalmente, o muertos por los nativos. Desde el lugar del siniestro, siempre era un viaje largo a tierras seguras: a menos que hubieran sido recogidos en alta mar por un buque que pasaba, los botes salvavidas no tenían muchas alternativas: o remaban hacia la colonia chilena de Punta Arenas, o (después de 1870) hacia la misión anglicana de Ushuaia, o (después de 1888) hacia la estación argentina de guardacostas en Bahía Buen Suceso. A finales de la década de 1880, la autoridad naval argentina (como también la británica) anunció que los nativos en el distrito oriental eran dignos de confianza, pero no todos los náufragos estaban dispuestos a creerles. Hubo dos casos (City of Columbia y Spray) en los que ciudadanos de los Estados Unidos utilizaron sus armas de fuego para alejar a supuestos atacantes.

El alto nivel de atención periodística se mantuvo hasta la primera década del siglo XX, momento en que la población indígena se encontraba en rápido declive, y, por consiguiente, los incidentes debidos a ellos, también. El carbón se había convertido en la fuente dominante de propulsión para los buques: y, puesto que estos barcos a vapor eran más manejables que los veleros, preferían utilizar la ruta más corta y segura, a través del Estrecho de Magallanes. En términos generales, la apertura del Canal de Panamá en el año 1914, con el consiguiente desvío del tráfico marítimo hacia esa zona, marcó el fin de la prominencia noticiosa este tipo de encuentros.

Terminología

En este documento, el término "nativo" se utiliza para referirse a los pueblos indígenas, residentes en el área, y el término "blanco" para referirse a los marineros y los pasajeros que viajaban en los barcos.

Duncan S. Campbell
Septiembre 2012


Imagen de nativos en canoa: Dibujo de Theodor Ohlsen, reproducido en "Los Ojos de Ohlsen"


Apéndice

Los siguientes artículos adicionales fueron identificados después de terminado este estudio: