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Patagonia Bookshelf

The Perils of Cape Horn (1872 - 1882)
Calamities, sufferings and atrocities: as told by survivors and observers

CHILEAN REPORTS by Francisco Vidal Gormaz

En su recopilación de naufragios chilenos /1/, Francisco Vidal Gormaz hace un elocuente resumen del respeto, para no decir temor, que se tenía en el siglo XIX para la travesía del Cabo de Hornos. Lo expresa así:  /2/

La región fueguina, desde que las naves del comercio universal hace por el S. su travesía interoceánica, ha sido teatro de horrendas escenas motivadas por naufragios cuyos secretos yacen sepultados en el misterioso seno de los mares; pero cuando por casualidad alguna víctima ha escapado con vida de estos siniestros, ha divulgado por el mundo la historia de sus tristes aventuras rayanas en fantásticas leyendas, que se hacen conmovedoras.

Así es que no hay marino, por avezado que sea, que no mire con mal ceño las costas inhospitalarias de Tierra del Fuego, donde aun muchos creen que el ojo del salvaje antropófago está siempre fijo en la vela que aparece en el horizonte, esperando que la tempestad o las corrientes en calma estrellen la nave en las rocas, para arrojarse hambrientos sobre los despojos que salgan a flote.


(1872)  GOLDEN HYDEN [GOLDEN HIND, Ed.]  /3/

Fragata de los Estados Unidos de América, en viaje del Atlántico al Pacífico, con un cargamento surtido. Con malos tiempos del O. perdió el timón y fue a naufragar en la isla Charles, al E. de la Tierra del Fuego, el 24 de junio de 1872. Hubo siete hombres ahogados y los sobrevivientes permanecieron en los botes por 48 días, antes de poder llegar a la colonia chilena de Punta Arenas de Magallanes.

Durante tan larga peregrinación en el corazón del invierno, perecieron cinco hombres a causa del frío y de las privaciones infinitas que tuvieron que experimentar en una comarca tan procelosa como inclemente.

(1876) SAN RAFAEL  /4/

Buque inglés, de la matricula de Liverpool, en viaje al Pacífico con un cargamento de carbón de piedra, se incendió a la altura del Cabo de Hornos.

La tripulación abandonó al buque incendiado y partió en dos botes; uno de éstos fue encontrado por otro buque, el cual condujo a los náufragos a Inglaterra, y el otro, en que se hallaba el capitán, su mujer y 7 hombres, fue a abordar la costa de la Tierra del Fuego, donde los esperaban los horrores del hambre.

Los indígenas encontraron muertos a los náufragos, con excepción de uno que estaba moribundo. En vez de matarlo, los indígenas procuraron volverlo a la vida [el informe del capitán Willis dice que los nativos encontraron dos hombres con vida, pero que murieron después, Ed.], y fueron a dar parte de lo sucedido a la Sociedad de Misioneros del Norte.

Este hecho llegó a conocimiento del Gobierno inglés, que expidió luego orden para que fueran generosamente recompensados los indios. Al recibir los premios, que consistían en trajes y adornos, se presentaron casi todos. /*/

Esta acción humanitaria de los indios fueguinos, se ha repetido ya con alguna frecuencia, viendo así los misioneros recompensados todos sus sacrificios para civilizar a los indígenas.

/*/ Datos sacados de El Mercurio de Valparaíso del 22 de enero de 1878, quien los tomó de un diario extranjero, sin entrar en pormenores, lo que es de sentir.

(1882)  ROSENEATH  /5/

Barca británica del porte de 622 toneladas de registro, procedente de Mejillones y con destino a Europea, con un cargamento de guano, fue asaltada por fuertes temporales de viento del NO y mar muy gruesa cuando se hallaba por los 53-30 de lat. S. y 74 de long. O., ocasionándole vías de agua que no pudieron agotar las bombas, por lo que el capitán y tripulantes se vieron obligados a abandonarla el día 12 de mayo de 1882, al O. del canal Bárbara y al NO. del cabo de Hornos.

La tripulación salvó en dos botes. En uno de ellos iba el capitán, su señora, un niño y tres hombres, que fueron recogidos después de 9 días por el vapor alemán UARDA, cerca del cabo Froward, en el estrecho de Magallanes. Otro de los botes al cargo del primer piloto, cayó en poder de los indios fueguinos el día 17 del mismo mes, quienes asesinaron a todos los tripulantes, con excepción del piloto, que conservaron prisionero, el cual vivió entre los salvajes por algún tiempo. El 9 de junio cayó en poder de otra tribu de indígenas que lo trató más bondadosamente, y fue recogido más tarde por el vapor ACONCAGUA de la Compañía Inglesa de Navegación por vapor en el Pacífico.

El mismo piloto agrega que, mientras estuvo prisionero de los indios, otros dos botes de buques náufragos habían caído en poder de los indios y que sus tripulantes habían sido asesinados, conservando algunos prisioneros.


/1/ Vidal Gormaz, Francisco. "Algunos Naufragios Ocurridos en las Costas Chilenas", Santiago de Chile, 1901
/2/ Ibid., p.670
/3/ Ibid., p.420
/4/ Ibid., pp.469-470
/5/ Ibid., p.550