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Commercial Guide to Magallanes, Chile, 1918
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La Huerta

Entre todos los cultivos a que se puede destinar la tierra, ninguno como el de las hortalizas es más productivo, útil, agradable y variado.

La extensión que ha de tener una huerta es proporcional al fin a que se le destina. Si se trata de una huerta para familia, la experiencia ha demostrado que una superficie de 1.000 a 1.500 metros cuadrados, es más que suficiente para proveer a la alimentación vegetal de una familia de 8 a 10 personas.

La huerta ha de estar situada en la parte posterior de la casa de habitación, porque así esta más abrigada, más fácilmente vigilada y cuidada y porque en el fondo hay mayores comodidades para instalar los accesorios indispensables, como el pozo, depósito de herramientas, de productos, etc. Ahora, tratándose de una huerta industrial de grandes extensiones, la casa y los accesorios podrán ocupar el centro del terreno y en todo caso se buscará que este sea elevado, seco, sano, siendo preferible siempre el que tenga alguna inclinación para favorecer el pronto desagüe y la fácil irrigación.

Tratándose de terreno accidentado o montuoso, la mejor exposición será de Noreste o mejor todavía la de Noroeste.

Si es posible, es conveniente abrigar la huerta de los vientos Sur por medio de arboledas tupidas, que se puedan plantar sobre este costado y sobre el Este y Oeste; advirtiendo que estas arboledas solo se plantarán sobre los lados del perímetro de la huerta y nunca en el interior de la misma, pues su sombra seria perjudicial a las hortalizas.

La forma más conveniente que ha de tener la huerta es la rectangular, debiéndose dividir su superficie en partes iguales, por medio de caminos, formando así grandes tablones o cuadros, los que a su vez se dividen en platabandas o canteros de menor extensión. Los caminos principales deberán tener un ancho variable entre 1.50 y 2 metros para poder permitir el tránsito libre y fácil y el transporte con carros de abonos, verduras, tierra, etc. Los senderos que dividen los canteros no serán más anchos de 30 a 80 centímetros. Y tanto unos, como otros, tendrán su superficie llana o ligeramente abovedada y su nivel inferior al del suelo para permitir el pronto desagüe; sin embargo, cuidaremos que no sean excesivamente bajos para que no se transformen en zanja de agua estancada.

Las platabandas deberán tener un ancho que no pase de metro 1.50, porque ha de ser fácil ejecutar, desde los senderos, todas las operaciones que exigen las plantas sin pisar el suelo labrado. Su lado más largo tendrá dirección de Norte a Sur y su superficie plana en condiciones ordinarias de cultivo. En invierno se puede darles inclinación al Norte para que los rayos solares beneficien más a las plantas.

La huerta ha de ser provista de algunos accesorios: una sección destinada a cajoneras, camas calientes, etc., tan necesarias para las siembras tempranas y que ocuparán la parte más asoleada de la huerta; un galponcito para depósito de herramientas; una piecesita para guardar semillas y hortalizas; y un rincón de la huerta se destinará, en fin, a depósito de abonos de varias clase, estiércoles basuras, hojas secas, etc.

El cerco para la huerta puede ser de pared, de alambre tejido, de plantas vivas, de ramas secas o tablas y de alambrado.

En una huerta cultivada racionalmente el cerco ha de tener por fin no tan solo la seguridad de los productos y la protección de la huerta de todo animal dañino sino también el de permitir ciertos cultivos sobre sus costados en la estación del invierno para servir así de abrigo a las plantas de siembra temprana y de producción precoz. Bajo este punto de vista, pues, el cerco que mejor llena todas estas condiciones es el de ladrillo. Es cierto que es más costoso, pero también es el mas seguro.

El cerco de alambre tejido es muy bueno también; bien tendido, sobre postes distantes 5 o 6 metros, sostenido su límite superior por un grueso hilo de alambre con púas y fijada su parte inferior al suelo por medio de estacas, es un cerco seguro y fuerte.

El cerco de plantas vivas cuando está cuidado, es muy bueno también. Se emplean arbustos espinosos de fácil crecimiento, como ser la acacia común, el espino cristi el espino blanco, la madura, la morera. Se procederá así: una vez colocados los postes a distancia de 4 o 5 metros entre sí, y tendidos sobre ellos dos alambres, uno a la altura de 60 centímetros del suelo y otro a 1.20, se colocan las plantitas con sus raíces de 1 a 2 años, de distancia de 40 centímetros entre una y otra.

Se podan después dejando una sola guía de 5 a 7 centímetros. De todos los brotes que se desarrollan se dejará solo 2, los cuales una vez crecidos del largo necesario se inclinan formando un ángulo de 45 grados con el suelo, uno a la derecha y otro a la izquierda, cruzándose todas las ramas entre sí y formando una red espesa que se afirma y asegura atando los brazos con mimbre entre ellos y a los alambres. En pocos años se obtiene así un cerco tupido y fuerte. Se poda todos los años cortando las ramas colgantes y se tapan los claros cada tantos años, podando las plantas al pié.

También se puede hacer un cerco con ramas secas, ó tablas, pero es de poca duración y quizás no siempre muy barato.

En fin, el cerco más común es el de alambre, de 5 o 7 hilos, sobre postes a 5 metros entre sí; al pié se podrá colocar un tejido de alambre de poca altura, unos 40 o 50 centímetros, y así tendremos un cerco seguro, fuerte, de fácil construcción y no muy caro.


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