Pertenecen
a la Estancia «Cerro Guido» las importantes secciones: «Lazo»
y «Laguna Amarga». La extensión de este establecimiento es
muy grande y los campos están tan bien cuidados que el pasajero entendido
en ganadería queda muy bien impresionado de este detalle. El actual administrador
señor don I. H. Maddams, que desde hace varios años ocupa este
delicado cargo, es un verdadero profesional en el ganado y su única afición
es ver de cerca el desenvolvimiento y progreso de sus campos. En el mes de Noviembre,
fecha en que llegamos a dicha estancia, el señor administrador se encontraba
ausente por haber ido a Punta Arenas a renovar el contrato por un nuevo período
de tres años.
Decidimos
esperarlo y a los dos días a las 5 de la tarde, creyendo estaría
cansado por las fatigas del tan largo viaje, creímos no visitarlo hasta
el día siguiente, pero cuando golpeamos la puerta de su oficina nos dijeron
que había salido a las seis de la mañana a recorrer los campos.
Esta es una prueba evidente de que dicho señor cumple y se preocupa de
los intereses puestos a sus manos.
Al enterarse que nosotros habíamos estado en su busca nos dijo clara
y llanamente:
— Vds. me disculparán, pero en el mes de la parición de
mis ovejas prefiero más atenderlas a ellas que no a los pasajeros.
Estancia
«Cerro Guido» includes two important sections: «Lazo»
and «Laguna Amarga». This ranch covers a great area, and its fields
are so well cared-for that travellers who know about stock-raising are well
impressed. The present manager, Mr. I. H. Maddams, who has held this responsible
position for several years, is a true professional whose sole interest is to
see at close quarters how his lands develop and improve. On arrival at this
ranch in November, we found that the Manager had gone to Punta Arenas to renew
his contract for a further three years, so we decided to wait for him. When
he arrived two days later, at five o'clock in the afternoon, we thought better
not to visit him, believing he would be tired from the long journey. But when
we knocked on his office door the following morning, we were told that he had
left at six that morning to inspect his fields.
This is proof enough that this
gentleman takes seriously the responsibilities placed in his hands.
When he learned that we had been looking for him, he told us frankly:
— Please forgive
me, in lambing season I prefer to take care of the animals rather than attend
to visitors.