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Historical Materials from Southern Patagonia
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Journey of a Chilean to Magallanes in 1914
Reports and speeches by Agustín Gómez García  [text in Spanish]
Chapter: 
II

(De «El Mercurio» del 11 de Abril)

EL TERRITORIO DE MAGALLANES

Su progreso. — Los problemas que le afectan. — La sociabilidad de aquel Territorio. — Estudios de don Agustín Gómez García.

El diputado por Santiago, don Agustín Gómez García, aprovechando las últimas vacaciones, emprendió un viaje al sur del País, con el fin de estudiar principalmente los problemas que afectan al progreso del Territorio de Magallanes y a sus relaciones con el resto del territorio.

Más de un mes permaneció en aquellas regiones y ocho días en Punta Arenas el señor Gómez García, en relación constante con los industriales, con los hombres de comercio, con las autoridades, con los obreros, etc.

Recorrió el territorio, y bien provisto de ideas, datos y antecedentes, ha formulado una serie de conclusiones que fueron allí aceptadas, y que han sido después comunicadas a nuestros hombres de Gobierno, recibiéndolas como la más cabal y verídica información que, hasta hoy, se haya hecho sobre Magallanes.

Sabedores de que el señor Gómez García no nos negaría las noticias que sobre su viaje y los problemas que ha estudiado pudieran interesar a nuestros lectores, le pedimos estos datos, y de la entrevista que nos ha concedido daremos cuenta hoy y en números posteriores.

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«Viene El Mercurio, nos dijo, a pedirme opinión sobre Magallanes, y no puedo rehusarle el modesto concurso que, para el conocimiento verdadero de aquel territorio, ha tenido mi viaje de estudio realizado últimamente con espíritu de penetrar el fondo de los problemas de interés público que deben unir a aquellos apartados lugares con el centro y el norte del País.

«Puedo significar a ustedes que no he perdido un instante en el estudio conciente de los variados problemas que deben impulsar, facilitar y cultivar la vida del comercio y de la sociabilidad de Magallanes.

«Desde luego, Magallanes vive perpetuamente desconocido por el resto del País, creyéndosele una colonia áspera y extranjerizada, en medio de la gran riqueza de que gozan sus habitantes. No es efectivo que allá los apellidos sean solamente chilenos; no; allá existe el alma patria en el extranjero enriquecido lo mismo que en el labriego chileno por enriquecerse. Eso sí que unos y otros sienten el abandono del Gobierno y del poder centralizador, cuyas miradas no alcanzan allá, como no han llegado sino muy lánguidas a Llanquihue y a Chiloé. Y se quejan en Magallanes con la misma intensidad que en Llanquihue y en Chiloé, sin dejar, por eso, de ser buenos hijos de Chile aquéllos y éstos.

«Los extranjeros que han engrandecido a Magallanes no son, como equivocadamente se ha dicho y repetido, unos transplantados, cuyos, hijos carecen de cariño por Chile; no. Esto es una inexactitud. Son tan chilenos como el mejor de los chilenos, lo que prueban por sus actos sociales y mercantiles de todo momento.

«Han hecho su servicio militar en Chile, han formado hogar en Chile, han invertido su fortuna en Chile y ligan su nombre y sus esperanzas a todo lo que es chileno.

«Nunca ha constituido regla la excepción, y es el hecho que no debe invocarse un caso aislado en apreciación tan trascendental. Por eso, me abstengo de formularla.

«Se desconoce a Magallanes y a sus esforzados habitantes; pero chilenos de talento y de virtud le han hecha justicia, en forma mortificante, si se quiere, para nuestro amor propio, como lo hiciera el juez Seguel, un hombre patriota de verdad que en Magallanes gozaba de autoridad y de prestigio.

«Este integérrimo magistrado, herido en su amor propio de chileno, sintiendo el escozor de la ignorancia con que se presenta a Magallanes en el centro y norte del País, haciéndolo aparecer como un territorio de deportación, cuando la cultura, la intelectualidad y la vida social es superior al común de los otros pueblos de Chile; este magistrado, digo, tuvo la valentía moral de responder a esta oleada de maledicencia que se le infería a Magallanes.

«Efectivamente, levantó el cargo y condenó a los criminales escapados del presidio de Ushuaia, que llegaban a Magallanes, al afrentoso castigo de relegación a Santiago, Capital de la República.

«Y de paso he de decir que en Magallanes no existe, en verdad, la criminalidad, ni siquiera los hurtos ni la ebriedad vulgar.

«En los ochos días de carnaval que permanecí este año, tiempo en que todo el mundo viste disfraz, y se baila, y se zandunguea y se vive en perpetuo jolgorio, no hubo una palabra descompuesta para nadie, ni un ebrio que interrumpiera la cadena de moralidad y de cultura con que se celebran allí año a año las fiestas de carnaval.

«¿Podríamos decir otro tanto de otros pueblos? ¿Podrían celebrarse bailes de máscaras populares en la Capital de la República?

«He aquí la razón de por qué el juez Seguel condenaba y deportaba a Santiago a los viciosos y criminales; a objeto, sin duda, de que la ignorancia sobre aquellos territorios no deportase allá a los gandules; porque tal relegación es un premio, indigno de ser adjudicado a los malvados, en una cuidad donde se respira y se vive un ambiente europeo.

«En fin, no quiero exteriorizar más la esplendida idea que traigo formada acerca de Magallanes, y prometo a Uds. Darles para El Mercurio, que es muy estimado allá, una serie de artículos de actualidad, cuyo preámbulo publiqué en El Magallanes de Punta Arenas, y que pido a ustedes leer, para justificar mi actuación de chileno, de industrial y de hombre público, ante los problemas de interés general que allí se palpan, y cuya solución es retraída, perjudicada o demorada por falta absoluta de conocimiento real de los hechos para nuestros Poderes Públicos.

«Puedo adelantar, no obstante, a El Mercurio, para congratulación de los habitantes de Magallanes, que el resultado de mis estudios y observaciones ha sido puesto en conocimiento de S. E. el Presidente de la República y de los Ministros a cuyos ramos toca regularizar situaciones inciertas o perjudiciales para el interés del Territorio de Magallanes, y que he encontrado la mejor acogida para enmendar rumbos en bien del progreso de Magallanes, como lo demostraré en algunos de los reportajes posteriores, a que me someto desde luego.»

Los antecedentes, datos, estudios, etc., que el señor Gómez García trae anotados en su cartera de viaje son verdaderamente de interés, y como decíamos, los publicaremos en números posteriores, seguros de hacer un bien público.

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