Posterior a la iniciativa de Bougainville, en 1765, de establecer una colonia en el Atlántico Sur (ver en otra página de este sitio), las tres principales potencias europeas de la época — España, Francia y Gran Bretaña — seguían disputándose el escenario mundial. Los esfuerzos de colonización, las revoluciones y las guerras europeas (ya sean, declaradas, recientes o inminentes), creaban conflictos en tierra y turbulencias en alta mar. Con el paso del tiempo, estos tres países tuvieron que aceptar un nuevo participante en el Nuevo Mundo: los Estados Unidos de América, recientemente independizados de Gran Bretaña. Dentro de ese contexto, se realizaban expediciones marítimas comerciales en un número siempre creciente.
En la década de 1780, España mantenía un pequeño asentamiento en las Islas Malvinas (= Îles Malouines = Falkland Islands), que demostraba posesión, pero resultaba inadecuado para vigilar la gran extensión de la costa isleña y la zona marítima adyacente. Estos mares se habían convertido en el blanco de los cazadores de lobos marinos, sobre todo británicos y estadounidenses, los que llegaban atraídos por los cuantiosos recursos naturales de la región, hasta ese momento poco explotados, e impulsados por los lucrativos mercados de aceite y de pieles. El documento que presentamos trata de tres capitanes de tal profesión.
Obligados por distintas circunstancias a acercarse a las autoridades españolas para pedir socorro, los capitanes fueron interrogados por el gobernador las Islas, Ramón de Clairac, quien, en cumplimiento de sus funciones, entregó un informe al virrey, en Buenos Aires, para su posterior comunicación a la Corte española. Aunque los capitanes fueron explícitamente advertidos de permanecer fuera de los dominios del rey de España, la orden era un "tigre de papel": por ejemplo, el capitán Loveday ya había pasado dos años en la zona, y podía nombrar, sin dificultades, media docena de barcos que había encontrado durante ese lapso.
En el curso de sus interrogatorios, el Gobernador intentó obtener más información sobre una nueva colonia que Gran Bretaña aparentemente estaba en el proceso de fundar en el hemisferio sur. Aunque se la denominaba "Nueva Irlanda", las respuestas de los capitanes no dejan duda de que, en realidad, estaban refiriéndose a Nueva Gales del Sur (hoy en día, uno de los estados de Australia). Los datos proporcionados se ajustan a los hechos — las fechas, la ruta recorrida, el "cargamento" de 200 mujeres presidiarias, la escasez de alimentos, etc. Entonces, ¿por qué usar ese otro nombre? Aunque el término "Nueva Irlanda" fuera utilizado varias veces en este período, no hemos encontrado evidencia de que se haya aplicado a Nueva Gales del Sur — tal vez, fue un malentendido, o un invento, o un engaño: se necesita más información.
Esta transcripción del expediente está hecha a partir del original conservado en España, en el Archivo General de Indias. Las últimas páginas recapitulan lo anteriormente dicho en el texto, por lo que no las hemos transcrito. Se ha modernizado la ortografía. Los nombres de las personas y de los buques que logramos identificar, están indicados en inglés.