Río Gallegos (Capital del Territorio)  

Río Gallegos, capital del territorio desde el 1898 en que por ley fue declarada como tal en lugar de Santa Cruz que lo había sido hasta entonces, está situada sobre la margen derecha del río del mismo nombre y a una distancia de siete millas de su desembocadura en el mar. El Cabo Buen Tiempo y los acantilados de Punta Loyola, son los accidentes geográficos que señalan la entrada en el río. Las estancias "Punta Loyola", "Cape Fairweather" y "Bahía", se alcanzan a divisar poco después, como así también los restos informes ya del "Beacon Grange", buque que naufragara en septiembre de 1921 en el sitio denominado Banco 1nglés.

Gallegos era hace años un puerto de difícil acceso a causa de la estrechez del canal y de las innumerables rocas y bancos de arena que hay en el lecho del río; pero con las obras de balizamiento practicadas por el ministerio de Marina, todas esas dificultades han sido subsanadas. No obstante, como en los demás puertos del territorio, la entrada y salida de los barcos debe efectuarse durante las horas de la pleamar, y a este respecto es interesante hacer constar que Gallegos ocupa el segundo lugar entre los puertos del mundo en lo que se refiere a la amplitud de mareas, ya que las tablas señalan una diferencia de cuarenta y ocho pies entre la más alta y la más baja.

La ciudad está asentada en una planicie suavemente inclinada hacia la playa, sobre la cual y siguiendo su línea fue extendiéndose la población en sus primeros tiempos. Más tarde y a medida que su engrandecimiento progresivo lo requería, aquélla fue ensanchándose en el sentido transversal, es decir, internándose hacia la rala pampa que la circunda.

Contemplando el pueblo desde a bordo, si bien no ofrece el aspecto pintoresco de Deseado, da en seguida la impresión de un centro indiscutiblemente de más importancia que cualquier otro de la costa, impresión que corroborará el movimiento y la actividad que se nota en sus calles una vez que se desembarca.

La arteria principal, la avenida Roca, cruza la ciudad longitudinalmente desde el frigorífico Swift hasta los suburbios y es en ella donde se reconcentra toda la vida económica, política y social de la zona. Durante todas las horas del día hay en ella gran animación y por sus aceras circulan tipos de las más variadas razas y condiciones, desde el hacendado millonario que viene a la ciudad para hacer sus compras o últimar sus transacciones, hasta el ex-penado de Ushuaia o un pintoresco grupo de indios tehuelches (los últimos) que de cuando en cuando abandonan sus tolderías, plantadas en los campos llamados de la reserva indígena, para comerciar en Gallegos sus quillangos de guanaco, chingue o zorro gris.

La edificación en general es chata y uniforme y los materiales empleados la madera y el zinc. Parece ser como si la población viviese allí de paso, tan contadas son las casas cuya construcción denuncia en su propietario el propósito de una larga permanencia. Ultimamente se ha notado, sin embargo, una reacción a ese respecto y son ya varias las casas de material con que cuenta la ciudad. El Banco de la Nación, fiel a su programa tradicional de erigir en todas las poblaciones de reciente crecimiento y seguro porvenir, suntuosos edificios que además de representar un ornato edilicio sirvan para formar los núcleos alrededor de los cuales se levantarán las ciudades futuras, inauguró hace un año y medio una hermosa casa de material para su sucursal, flanqueada por otras dos pequeñas de estilo chalet destinadas a viviendas del gerente y los empleados. Además del edificio mencionado se destacan en Gallegos las moradas de los señores César Chayla, Enrique y Juan Clark y Rodolfo Suárez.

Se arguye para justificar la chatura y excesiva modestia de las construcciones, la inseguridad en que se hallan los ocupantes de solares urbanos, respecto al dominio de los mismos. En realidad, los que así argumentan no carecen de razón, pues no es posible grandes progresos edilicios mientras la propiedad de la tierra sobre la cual se ha de edificar no esté asegurada por medio del respectivo título que el gobierno debe otorgar.

Además, otra manera de fomentar el progreso edilicio sería la construcción en la capital de edificios apropiados para las oficinas públicas, pues los locales en que funcionan en la actualidad son antiguos y absolutamente inadecuados. El gobierno actual debe preocuparse de este asunto, cuya solución favorable reclama no sólo el progreso del territorio, sino también el prestigio de las autoridades a las cuales se destinarían esos edificios.

La población de Gallegos es, según el último censo, de 912 habitantes. La educación común está atendida por una escuela mixta del Estado; por un instituto de segunda enseñanza costeado por un grupo de vecinos; un colegio de varones de los sacerdotes salesianos y uno de niñas dirigido por monjas de la misma comunidad. La escuela elemental del Estado cuyos cursos alcanzan sólo hasta el 5.º grado, no llena ya las necesidades siempre crecientes de la población. Los padres de familia que aspiran a dar a sus hijos una educación superior, no pueden llenar su ambición sino separándose de ellos cuando aun no han franqueado los umbrales de la más tierna niñez, para enviarlos a la capital federal u a otro lugar cualquiera a fin de que completen los cursos elementales y se abran el camino hacia el ansiado bachillerato. Conocemos el caso de algunas familias con hijos argentinos que no han tenido más remedio que hacerlos cursar en Punta Arenas los últimos grados, pues la distancia o sus recursos no les permitía mandarlos a la capital federal con ese objeto. Es común la ambición del hombre trabajador que al cabo de los años logra formarse una fortuna, de superarse en sus hijos en cuanto a la educación y abrirles por ese medio las puertas de la notoriedad social o política.

País de inmigración como es el nuestro y palestra abierta a todos los empeños, deben halagarnos esos encumbramientos cuyo origen es el trabajo y la lucha, pues ello conduce a la asimilación que ansiamos y a la formación por fusión de una raza propia, que es la meta que entrevieron nuestros padres en sus sueños optimistas de recios forjadores de nacionalidades. Si la ambición a que nos hemos referido, es natural y es noble, el gobierno nacional está obligado a procurarles los medios para que esos pobladores puedan satisfacerla y con mayor razón cuando se trata, como en el caso presente, de una pretensión que armoniza admirablemente con uno de los propósitos fundamentales de las instituciones que nos rigen.

Río Gallegos cuenta, para el servicio sanitario, con buenos médicos, un sanatorio particular, dos farmacias y una asistencia pública cuyos recursos no guardan relación con el progreso de la ciudad. Actualmente se está por iniciar la construcción de un hospital y de las obras de cloacas y aguas corrientes, instalaciones que llenarían necesidades urgentes de la población.

Para el culto, la capital tiene una iglesia católica, construída de madera y zinc y que atienden los padres salesianos. En frente a ella y ocupando una manzana, se halla la plaza, a la cual ha sido imposible dotar hasta ahora con carácter permanente de árboles y de flores, pues todos los esfuerzos de pacientes jardineros para cultivarlos se estrellan ante la fuerza destructora del vendaval característico de esas regiones. La iluminación general de la ciudad es eléctrica. En cuanto a comunicaciones cuenta con el telégrafo y con una vasta red telefónica urbana y suburbana.

Gallegos puede también comunicarse con Punta Arenas por intermedio de la estancia "Bella Vista", que cuenta con los dos aparatos, argentino y chileno, si bien las líneas no están ligadas. La ciudad tiene también un bien instalado matadero municipal.

En cuanto a sitios de esparcimiento y de reunión hay dos cinematógrafos, uno de los cuales funciona en el teatro de la Sociedad Española de Socorros Mutuos, varios bars y dos clubs, el Progreso y el Británico, que cuentan con un crecido número de socios. Ultimamente se ha despertado una gran afición por los ejercicios físicos y ello ha dado lugar a la formación de varios centros, cuyos afiliados cultivan los deportes de su preferencia. Hay tres de football, Boxing Club, el Independiente y el Olimpia y uno de tennis de reciente fundación en el que se han inscripto las principales familias de la sociedad galleguense.

 
 

 Fuente: «La Patagonia Argentina», pp.180-183