Banco de la Nación Argentina  

La actuación del Banco de la Nación Argentina en el territorio nacional de Santa Cruz, no data de muchos años. Como se ha visto, otras instituciones bancarias lo precedieron en la instalación de sucursales y, como consecuencia, en el dominio de la plaza. Esta, tal vez, ofrecía características especiales, que no se adaptaban al régimen y procedimientos de la institución oficial, lo que justificaría el abandono que ella hizo del territorio en los primeros años de su evolución económica e industrial.

El criterio bancario, en regiones que recién empezaban a poblarse, y en las que era necesario constituirlo todo, pues nada había, tenía que ser forzosamente en extremo liberal, si es que se deseaba lograr un éxito apreciable en las operaciones a realizarse. El porvenir de la sucursal o sucursales del banco a establecerse estaba estrechamente vinculado a la marcha de los negocios de los "pioneers" que se habían radicado en la región. Estos no tenían otra cosa que su buena fe y su voluntad de trabajo para ofrecer al Banco en garantía de los créditos que les acordase, ya que la producción de sus establecimientos, recién en formación, estaba sometida a las contingencias más que variables del clima, adaptación de los animales, desconocimiento de la capacidad de los campos, transportes, etc.

Se requería, entonces, que la institución bancaria que se decidiese a actuar en Santa Cruz, usase procedimientos de una liberalidad casi absoluta para el manejo de sus capitales; que esos procedimientos se adaptasen a la clase de industria que allí se desarrollaba y, sobre todo, que tuviese una fe inconmovible y un muy grande optimismo respecto del porvenir de aquel territorio.

El Banco de la Nación, por su tradición, y la norma invariable de conducta que ha seguido desde que fuera fundado, no estaba en condiciones de comprometer sus capitales en negocios cuyos resultados eran por lo menos inciertos y que, en la época a que nos referimos, no ofrecían otras garantías que la meramente personal de los hombres que los habían emprendido.

Cuando el porvenir del territorio estuvo afianzado y sus actividades empezaron a desarrollarse normalmente, la institución a que hacemos referencia consideró oportuno hacer sentir su acción bienhechora en esa lejana región de la República y al efecto instaló sucursales en los puertos principales del Atlántico, que si al principio poco movimiento tuvieron por razones obvias de vinculación y hábitos, desde hace tres años a esta parte han intensificado extraordinariamente su labor, la que ha redundado en beneficio de los intereses generales de carencia de las zonas de influencia de sus respectivas filiales.

Es indudable que una de las causas que más han influído en el acrecentamiento de sus actividades, ha sido el criterio que ahora rige respecto a los plazos de los descuentos; pues las amortizaciones trimestrales o semestrales que antes exigían, constituían un verdadero obstáculo para los hacendados principalmente, que necesitaban usar de su crédito, ya que, como es notorio, los productos de las estancias son enviados a los mercados para su venta una sola vez por año y ellos constituyen la única fuente de recursos del industrial.

El Banco de la Nación, de acuerdo con la norma de conducta que ha seguido en todo el país, ha instalado sus sucursales en edificios llenos de "confort" y anexo a ellas ha levantado varias casas destinadas a los empleados de las mismas, cuya arquitectura armoniza, en cuanto a estilo y materiales empleados, con el cuerpo principal de la construcción.

 
 

 Fuente: «La Patagonia Argentina», pp.163-164